El Miércoles de la Ignominia: Trump Traicionó la Democracia

Por Joel Armendáriz

Considerada como una de las democracias más sólidas del mundo, capaz de resistir actos terroristas, derrotas militares –Vietnam no se olvida-, cuestionamientos por permitir que el país se convirtiera en el “policía del mundo”, la de Estados Unidos encontró quien la violara: Donald Trump.

Lo ocurrido el pasado miércoles quedará en la historia como el “miércoles de la ignominia”. El casi expresidente traicionó los principios de la Constitución estadounidense y provocó una “insurrección” no vista desde la guerra civil. Cuatro personas murieron en la “toma del Capitolio”, evento que rompió la estabilidad democrática… aunque fuera por horas.

Trump, populista y supremacista, no entendió la voluntad de los 86 millones de votantes que lo rechazaron y decidió arengar a sus fanáticos –porque no son otra cosa- para que “defendieran la democracia… porque los valientes hacen eso”. Convocó a sus hordas a estar en Washington  y tomar las medidas que mostraran la fuerza de “los indignados por la no reconocida derrota”.

Mientras el Congreso sesionaba para certificar el triunfo de Joe Biden, los “inconformes” tomaron por asalto el Capitolio e hicieron que el mundo literalmente fijara la vista en la Unión Americana. Los gobiernos de derecha y los otros controlados de manera autócrata y dictatorial, esperaban que el “imperio se derrumbara” para asumir el liderazgo mundial. No ocurrió porque la democracia norteamericana resiste hasta la insurrección.

Donald Trump, quien nunca reconoció su derrota y alegó sin pruebas –algo muy parecido a lo que pasa en México- el gigantesco fraude electoral y ordenó, en el último escalón que daría a Joe Biden la victoria legal, a su vicepresidente violentar la Constitución para revertir el resultado. Mike Pence se negó a pisotear la Carta Magna y ello provocó la ira de su jefe que lo llamó traidor. Dentro del Capitolio no cesaba la sorpresa y menos aún al confirmar que el ataque fue promovido y alimentado por el derrotado neoyorquino.

Antes de las 24 horas, Joe Biden fue confirmado como el presidente electo y el 20 rendirá la protesta para convertirse en el cuadragésimo sexto mandatario de la Unión Americana.

Trump arengó a sus huestes a través de Twitter, Facebook e Instagram y por el peligro que representaban sus palabras sus cuentas fueron bloqueadas, primero por 12 horas y después, cuando menos en Face hasta el término de su mandato, algo que todavía no queda definido si los legisladores invocan la enmienda 25 constitucional que permite aplicar ipso facto el impeachement, que depondría a Trump por “incapacidad para gobernar”.

En México, el presidente López mostró su inmadurez política. Al día siguiente, el jueves 7, declaró: “Lo que no me gustó ayer del asunto del Capitolio, pero no me gusta la censura, no me gusta que a nadie lo censuren y le quiten el derecho a transmitir un mensaje en Twitter o en Facebook, no estoy de acuerdo con eso, no acepto eso”. Poco o nada le interesó que una nación democrática estuviera en riesgo de perder sus libertades por la necedad de un personaje, advenedizo a la política, que como buen populista desconoció la voluntad del pueblo.

El uso de la violencia, en rigor arma de los autócratas o dictadores, no le produjo ningún sarpullido al presidente mexicano. Las vendidas redes sociales no son para defenestrar ni para destruir. Eso no lo entienden Trump y López, amigos personales. Tan cercanos que el mexicano tendía la alfombra roja por la que caminaba el que dejó morir a 300 mil de sus gobernados en aras de ganar la reelección.

Miércoles 6 de enero de 2021: el miércoles de la ignominia.

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