POR NIDIA MARÍN
Hay una gran tristeza en México, este viernes 28 de agosto, se celebra el Día del Abuelo y una buena parte de los mexicanos no podrán verlos debido al confinamiento, mientras que otros ya no los verán jamás ya que fallecieron por diversas enfermedades, pero sobre todo porque en este 2020 muchísimos han muerto por el Covid-19, mientras otro gran número están enfermos.
El panorama es doloroso. En México antes del arribo del coronavirus había en el país 15 millones 400 mil adultos mayores de 60 años, (de los cuales 23.3 por ciento son mujeres y 19.5 son hombres) lo cual significaba 12.3 por ciento de la población de la República, lo terrible es que en tan sólo seis meses de pandemia han fallecido miles.
De acuerdo con información de la Secretaría de Salud el grupo de personas de 60 a 69 años es en donde se ha registrado el mayor número de fallecimientos. Las personas mayores de 60 años en general muertas por Covid suman 33 mil, mientras que los que se han enfermado or el virus alcanzan los 100.000 significa que de hoy martes al viernes próximo morirán otro buen número de abuelitos.
Por lo tanto, esta celebración no será lo que en años anteriores ya que el festejo proviene desde 1934, es decir cumple 86 años y nunca con tanta tristeza por aquellos que se nos adelantaron.
¿Y las personas de la tercera edad que aun continuamos en este mundo? Una buena parte vive con problemas derivados del encierro y la preocupación por ser el sector de mayor vulnerabilidad entre las poblaciones.
La Comisión Económica Para América y el Caribe (CEPAL) ha señalado el planteamiento de las Naciones Unidas a los gobiernos en general para que durante la pandemia en marcha se ponga especial énfasis en los grupos vulnerables incluyendo a las personas mayores que viven solas, en instituciones o en comunidades de bajos ingresos que tienen acceso desigual a la atención médica, a menudo en situación de subempleo y sin protección social.
Dice que también se ha puesto énfasis en que las declaraciones de emergencias sanitaria o de seguridad estén en consonancia con el derecho internacional de derechos humanos y en ningún caso deben usarse como base para socavar los derechos de grupos particulares de población.
Otro planteamiento es una gran verdad: las personas mayores son víctimas de tratos crueles, inhumanos o degradantes cuando se les niega el acceso a los cuidados necesarios por la presión sobre la capacidad de camas en un país debido al crecimiento exponencial del contagio.
Un aspecto más que puede pasar inadvertido, explica la CEPAL es el reforzamiento de la estigmatización de las personas mayores como una carga económica que afectaría la posibilidad de destinar recursos para la atención de la pandemia o el hecho de que las restricciones para evitar el contagio vayan en contra de su derecho a la participación de la vida en comunidad, aislándolas o expandiendo los prejuicios en torno a ellas.
Desde 1995 se ha advertido que para ejercer el derecho a la salud en la vejez han de disponerse de todos los medios necesarios para vivir de manera digna la última etapa del ciclo de vida, incluyendo la atención a los enfermos terminales.
Efectivamente todos los seres humanos estamos sufriendo lo indecible en esta dura etapa, pero los adultos mayores en situaciones de mayor vulnerabilidad.
Para ellos va la letra de la canción “El Ropero”, de el gran compositor Gabilondo Soler mejor conocido como Cri-Cri.
“Toma el llavero abuelita / y enséñame tu ropero / con cosas maravillosas / y tan hermosas/ que guardas tu.
“Toma el llavero abuelita y enséñame tu ropero prometo estarme quieto, / y no tocar lo que guardas tu / ¡ay que bonita espada / de mi abuelito el coronel / deja que me la ponga / y entonces dime si así era él”