*La Mitad del Territorio Mexicano se Esfumó
Por Jesús Michel Narváez
Transcurridos 500 años de la conquista, el presidente López exigió al Reino de España por haber utilizado la cruz y la espada para someter al pueblo azteca.
A Estados Unidos todo se le perdona. Se quedó con la mitad del territorio mexicano en la guerra de 1846-1848.
México perdió y jamás arrebató.
En su primera visita a un país fuera de las fronteras mexicanas, el presidente López emitió un mensaje en el que señaló que a lo largo de la historia en la relación entre México y Estados Unidos «hemos tenido desencuentros y hay agravios que todavía no se olvidan, pero también hemos podido establecer acuerdos tácitos o explícitos de cooperación y de convivencia», al tiempo de señalar que en vez de distanciarse, han optado por «marchar juntos hacia el porvenir».
Cierto: hay agravios inolvidables. Imposible borrar de la historia el atraco que cometió el vecino país, en ese tiempo gobernador por James Polk. Llama la atención que el presidente López hable de los agravios y no exija una disculpa a los invasores que se quedaron con todo por el tratado Guadalupe Hidalgo.
El encuentro en la Casa Blanca tuvo una peculiaridad: la lisonja.
Del mexicano se esperaba; del republicano… ¡también!
Porque la reunión no obedeció al arranque del Tratado México-Estados Unidos-Canadá, hijo del TLCAN, sino a la urgencia que tiene Donald Trump de garantizar a los inversores de que México será el país al deberán ir, porque habrá Estado de Derecho irrestricto.
Solamente tres personas saben de lo que hablaron los presidentes. Ellos dos y el intérprete de lujo mexicano: Marcelo Ebrard.
Seguramente se abordaron temas de los que nada o poco sabremos en los días subsecuentes. Y más allá de cuestionar o aplaudir la visita, sería necesario avalar todo aquello que a México y los mexicanos les ayude a fin de paliar las crisis económica y sanitaria que han dejado noqueado al país.
Deseable que haya resultados, aunque para nadie es un secreto que los presidentes mexicanos no se “echan p´lante” ante el residente de la Casa Blanca. Sea republicano o demócrata.
Hay distancias y se conocen bien. Al presidente López le toca “perdonar” las ofensas y ofrecer su mano amiga. A Trump solamente le queda sonreír y espetar: se los dije, se los dije… con él (el presidente López) es más fácil destrabar los problemas.
Ya veremos los resultados y el tiempo dirá quién tuvo la razón: los críticos o los aplaudidores moleculares.
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