Por Jesús Michel Narváez
Quienes hayan transitado por la geopolítica de los últimos 50 años saben y bien que Cuba no es bien vista por Estados Unidos. Por si fuera poco, Venezuela se convirtió en un dolor ni solamente de cabeza sino de muela en la Unión Americana.
De todos es conocida la mala relación de ambos países con Washington. A Castro, Fidel y Raúl, no los pueden ver ni en pintura. Desde 1962 impulsó su expulsión. Y solamente el entonces embajador de México ante la Organización de Estados Americanos (OEA) Rafael de la Colina votó en contra. A 58 años de distancia, el estatus es el mismo: Cuba es una amenaza para el Continente.
De Venezuela también hay historias que contar. Al triunfo de Hugo Chávez, quien revivió e impulso el bolivarianismo como forma de vida y de gobierno, las miradas estadounidenses se fijaron en el mandatario que, años atrás, había intentado un golpe de Estado sin lograr su propósito. En 1999 triunfó democráticamente. Durante los 14 años que gobernó, se convirtió en el representante personal de Fidel Castro, a quien le aprendió un cúmulo de mañas para someter a los ciudadanos.
A su muerte, Venezuela entró en el tobogán. De haber sido la gran potencia petrolera de América Latina pasó a ser una nación empobrecida y sin futuro. Ahora hasta México le venderá gasolina “por razones humanitarias”.
Eso irritó a Washington. Y más aún, conocer que México tiene un “acuerdo de cooperación con Cuba” que lo obliga a contratar médicos en emergencias sanitarias. Personal despedido de Brasil al terminar la gestión de los dirigentes del PT e iniciar su mandato Jair Bolsonaro.
Pareciera poca cosa en un mundo globalizado. Hay que añadirle que los cambios en materia energética que ha llevado a cabo el gobierno del presidente López ya molestó al gobierno de Donald Trump quien a través de su secretario de Estado, Mike Pompeo reclamó la pérdida del Estado de Derecho en tanto que empresas de su país y de Canadá, por cierto, hicieron cuantiosas inversiones para hidrocarburos y generación de energías limpias y renovables.
El gobierno de la República retrocede en la apertura comercial y pone diques a quienes quieren saciar sus apetitos en materia energética. Porque la visión es recuperar los monopolios en hidrocarburos y energía eléctrica.
A Washington no le agrada que los amigos del presidente López sean sus homólogos Nicolás Maduro y Miguel Díaz-Canel aunque el verdadero mandatario se llama Raúl Castro. Seguir por el mismo camino no nos conducirá al “estado de felicidad” que pregona el hoy habitante de Palacio Nacional.
E-mail: jesusmichel11@hotmail.com, Twitter: @jesusmichelMx, Facebook: Jesus Michel y en Misión, Periodismo sin Regaños martes y jueves de 16 a 17 horas por ABC-Radio en el 760 de AM.
