Por Jesús Michel Narváez
Imposible no abordar el tema. Necesariamente se tiene que escribir del que fuera todopoderosos director de Petróleos Mexicanos, Emilio Lozoya Austin, aprehendido en Málaga, España.
Un cuanto de sorpresa por el hecho. Se había escondido, como lo reconoce públicamente su abogado, en espera de encontrar condiciones para presentarse ante la Fiscalía General de la República.
Sí, es correcto el vocablo: escondido.
Pero lo encontró la Policía Española. Lo había localizado desde hace días. Esperó el momento para, como se dice coloquialmente, echarle el guante.
Es la nota del día. Es la bocanada de oxígeno para la 4t. Se diluían las cortinas de humo. Y apareció la detención.
Más allá de especulaciones, todo indicaría que la captura conforma la rotura del eslabón de la cadena de corrupción del gobierno de Enrique Peña Nieto, a quien ya la lumbre le llaga a los aparejos, aunque como se dice en vox populi, él no será tocado ni con el pétalo de una orden de presentación.
Porque hay acuerdo con el actual presidente de la República. Cierto o falso, es la percepción generalizada.
Lozoya sería ya el segundo pez gordo al que alcanza el brazo de la justicia. La primera es, por así decirlo porque no existe pecesa o peza el lenguaje de los pescadores, fue Rosario Robles. La estafa maestra la tiene, por orden del juez de control, en la cárcel desde hace 4 meses.
El abogado del señor Lozoya, quien se daba vida de jeque según las crónicas que revelan en donde fue detenido, ha señalado desde el principio que su defendido no se mandaba solo. Y lo reiteró ayer luego de enterarse que su cliente ya está en prisión y que hoy tendrá su primera audiencia antes de ser traslado a Madrid en donde será huésped de honor.
Quienes buscan y quieren ver imputado al expresidente Peña Nieto confían que el señor Lozoya abra el pico” y no guarde el silencio de aquella muer que recibió el espaldarazo presidencial en los momentos en que las oposiciones cuestionaban el manejo económico, clientelar que se hacía desde la Sedesol.
¿Hasta dónde estaba enterado el jefe de Lozoya de las acciones que cometía y las decisiones que tomaba?
No se sabe. Por lo menos en lo personal lo ignoro. Muchas decisiones se toman al margen de la figura presidencial. Después, probablemente. Se las informen. Cuando los hechos están consumados. No parece lógico que un subalterno vaya y le diga a su jefe: “Hice un negocio, acepté un soborno y aquí está su parte”.
Aunque todo es posible cuando el cinismo abraza a los políticos del más alto nivel. No lo aseguro.
Lo único cierto ahora, es que ante el desgaste de las cortinas de humo, la 4t tiene una de hierro y sabrá sacarle lustre parece que encandile a los presuntos corrupctos.
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