Por Jesús Michel Narváez
Dirían en los pueblos cultos: “Para eso me gustaban”. Una frase que se utiliza para definir a aquellos que de dientes para afuera despotrican contra el patrón y frente a éste lo primero que hacen es doblegarse y aceptar todo lo que se les ordene.
En lo particular para eso me gustaban los gobernadores del PRI cuyo dirigente es menos que una fiera domesticada por el poder presidencial al que, todo mundo lo afirma aunque él lo desmienta, le debe su arribo al tricolor como cola de razón y no cabeza de león.
Ir a Palacio Nacional para tomarse la foto y después declarar, encabezados por Alfredo del Mazo Maza, el mexiquense, que la reunión fue miel sobre hojuelas y que acordaron con el Presidente sumarse al INSABI y aceptar la desaparición del Seguro Popular. (Solamente le faltó decir que ni era seguro ni era popular para quedar bien parado con el Presidente).
No se conoció la propuesta concreta para los más necesitados o los menos favorecidos –diría el jugar de dominó que es capicúa- sean atendidos por personal médico y cuenten con fármacos necesarios sin costo alguno.
A diferencia de los priístas, tan dóciles que podrían estar en cualquier circo sin poner en peligro a los asistentes a la función, los del PAN echan la casta por delante y sostienen que en la reunión que tendrán con López Obrador harán propuestas concretas para dotar de salud a todos los mexicanos.
El problema es que para lograrlo aparece la maldita palabra: dinero.
Y ni los 70 mil millones destinados al INSABI y los “aparecidos” 40 mil que se asignaron al Seguro Popular, alcanzan. Eso lo dice el gobernador de Aguascalientes.
Ignoro qué dirán y es que los r3ecibe el Presidente, los dirigentes de Movimiento Ciudadano, Partido del Trabajo, PRD –lo que queda- y PVEM un aliado “cómodo pero con ansias de volar”.
Porque el tema del sistema de salud prometido: igual al de Suecia o Dinamarca, cuesta millones y millones de pesos que se están destinado a reducir el número de ninis y a comprar conciencias y votos para el futuro cercano.
Por ello, para los del PRI, hay que utilizar las frases presidenciales dirigidas a los criminales: guácala, fuchi, al carajo.
NO saben ser oposición. Su disciplina hacia el Presidente los obliga a claudicar en principios, compromisos e ideología, si es que aún les quedaba algo de los tres elementos.
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