Lo que Viene

La Tiendita de los Horrores

Por Emilio Hill, (Segunda parte)

Días de descanso en las que una de las opciones para relajarse es ir al cine. 2020 promete varios blockbusters, pero más allá de estas opciones precedidas de enorme publicidad, hay en cartelera para fin e inicios de año, algunos buenos títulos que no tienen una enorme carga publicitaria. En esta entrega, toca abordar uno de estos:

Jexi ,Un celular sin filtro (Jon Lucas, Scott More, 2018). El filme tiene un cierto aroma a ritmo ochentero. Y es que en medio de películas con millones de dólares en producción y efectos especiales que saturan la visión en la pantalla grande, una ligera reflexión de la sociedad actual, pero en el que el peso de la comedia es protagonista, resulta fresco.

La película, protagonizada por Adrian DeVine, funciona en dos vías: la primera una comedia ligera –incluso bobona- sobre las torpezas y enajenación en redes sociales y el celular de los tiempos actuales. Pero hay algo más en su lectura y es un agudo –sin sobre interpretar- análisis del individualismo e incluso una recuperación de los temas de comedia ochentero que funciona de forma discreta.

Porque el filme, por momentos recuerda en su espíritu cinematográfico a Me enamoré de un maniquí (Mannequin, Michael Gottlieb, 1987) al retomar el tema de la pareja femenina  que sirve como conciencia crítica y de alguna forma amor platónico del protagonista.

El tono de comedia clásica a la Tom Hanks en su primera etapa  no la exenta de cierto cinismo en el relato al contar la historia del francamente estúpido aspirante a periodista Phil (DeVine), quien trabaja escribiendo datos curiosos en una página web de medio pelo. La compra de un celular, lo hará interactuar con Jexi (Rose Byrne), la voz y tal vez espíritu de su aparato, quien lo hace reflexionar lo patético de su vida.

Phil conoce en un accidente a Cate (Alexandra Shipp) una empoderada chava que vende bicicletas y de la cual el reportero de cuarta se enamora. Jexi impulsará a nuestro protagonista para entablar una relación con la chica y dejar los viernes de comida rápida y Netflix.

En su aparente banalidad el filme hace un análisis de la soledad que permea en la sociedad actual y también tiene sus devaneos con la ciencia ficción clásica. Sin llegar a la altura de lo planteado por A. E. Inteligencia artificial (Steven Spileberg, 2001) filme basado en un texto de Brian Aldiss, la historia tiene su trasfondo pero se aligera con buenos gags propios del cine ochentero.

Una buena selección del elenco completan el resultado del discreto pero afortunado filme, sobre todo el siempre efectivo Michael Peña, como el virginal y canoro jefe de Phil, Kai, otro representante de la soledad de la segunda mitad del nuevo milenio.

El largometraje funciona por su discreción y sobria manufactura. No es la comedia del año, pero en una de esas se convierte en un discreto clásico.

La próxima semana toca la tercera y última parte con el más reciente filme de Jorge Michel Grau Perdida.

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