Platos, jarrones, floreros y azulejos dejan de ser artículos comunes cuando están hechos de cerámica de Talavera, una tradición alfarera de cinco siglos de España que llegó después a México, donde adquirió identidad propia, principalmente en el estado de Puebla, donde se ha dado una evolución en los diseños, que se empiezan a ver saturados de florales con gran colorido y mayor definición, hasta formar parte de los movimientos artísticos contemporáneos.
La artesanía de España y México fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en Bogotá, primera capital latinoamericana en acoger al comité especial que toma esta decisión.
Esta cerámica «es la representación material de nuestra identidad, misma que es compartida con los artesanos de Talavera de la Reina y de El Puente del Arzobispo», dijo la representante de México tras el anuncio.
La cerámica debe su nombre a la ciudad castellana de Talavera de la Reina, que cuenta con una larguísima tradición alfarera, surgida del período de dominación islámica de la Península Ibérica.
La loza y los azulejos de esa ciudad y la vecina localidad de El Puente del Arzobispo conocieron su esplendor en los siglos XVII y XVIII cuando, por influencia china, adoptaron como colores predominantes el blanco y el azul cobalto.
Los temas desplegados a lo largo de la historia son diversos: escenas de caza, motivos vegetales, paisajes y heráldica.
Juan Antonio Froilán, gerente de Alfar El Carmen, un taller fundado en 1849 en Toledo, España, cuenta a la agencia AFP que la peculiaridad de esta cerámica es que surge de «una alfarería artística, mientras que las demás son populares» y menos sofisticadas en su diseño.
La tradición llegó en el siglo XVI a América, cuando lo que hoy es México era el Virreinato de la Nueva España.
En ese entonces, muchos españoles se asentaron en la región central de Puebla, que hasta la fecha tiene una tradición colonial importante por su arquitectura y su gastronomía. Por ello, todavía se le conoce como Talavera Poblana a la artesanía.
Las piezas son fabricadas en un torno y tienen un esmalte especial que permite al artesano dibujar y pintar sobre ella, lo que le da su imagen ornamental característica.
Según la especialista mexicana Emma Yanes, los artesanos españoles aprovecharon el conocimiento de los pueblos indígenas en el manejo de arcilla, lo que resultó en la artesanía que se conoce hoy en día.
Las regiones que la producen por tradición en México son los municipios de Atlixco, Puebla, Cholula y Tecali en Puebla, además de San Pablo del Monte, en el vecino estado de Tlaxcala. El trabajo de los artesanos en esas zonas está protegido desde 1995 por una Denominación de Origen.
La talavera en México también ha servido como decoración de edificios como el de la Casa de los Azulejos en el centro de Ciudad de México, un palacio del siglo XVIII que hoy alberga un restaurante.
La Unesco recibe anualmente cientos de candidaturas de los 178 Estados que ratificaron la convención, pero acepta considerar poco menos de 50.
Si bien el ingreso en esta lista les da un sello distintivo, la declaratoria es solo la parte más visible del proceso, cuyo objetivo final es la protección de la diversidad cultural frente a la creciente globalización.