*Una Oposición Frágil, Pasmada y Desorganizada
Por Alejandro Zapata Perogordo
Son tantos los episodios lamentables que se han presentado a lo largo de los primeros once meses de la administración, aunados a la práctica mañanera de hacer previas, durante y post versiones de los acontecimientos, que terminan creando un ambiente de desconfianza e incertidumbre sobre la postura oficial.
El tiempo transcurre y las noticias corren a gran velocidad dejándonos impávidos al conocer horrendas tragedias; fallidos operativos; culpas ajenas; cortinas de humo; perversos juegos de palabras y; hasta recriminaciones a reporteros e hijo del expresidente: ¿Dónde quedo la reconciliación nacional?
La fuerza y el poder que concentra el titular del Poder Ejecutivo, sin tener contrapesos a la par de una oposición frágil, completamente pasmada y desorganizada, le permite un margen de maniobra enorme, sobre todo en un país que requiere profundos cambios.
Sin embargo, lejos de aprovechar la oportunidad en la construcción de un modelo de fortalecimiento institucional, mediante un diseño de saneamiento en las deficiencias y problemas estructurales para alcanzar un estado de derecho, en aras de combatir la corrupción, inseguridad, violencia e impunidad, se dio a la tarea de crear un régimen a modo y descalificar a quienes considera sus enemigos.
El clima de violencia que actualmente se presenta con cifras similares a la de una guerrilla, ha limitado los derechos y libertades de quienes habitamos en el país; la capacidad del Estado se encuentra completamente rebasada, el número de incidencias hace imposible la adecuada y oportuna respuesta oficial, circunstancia que por sí sola es suficiente para sostener una crisis de gobernabilidad, al carecer de una política de prevención y control fallida de origen.
El costo de no hacer políticas integrales ya muestra sus efectos y, de continuar por el rumbo no es difícil predecir que la situación tendrá una tendencia a empeorar.
Por si eso fuera poco, envía un mensaje desalentador en cuanto se refiere al orden constitucional que debe prevalecer en el país. Al mandar en su representación a la toma de posesión del controvertido gobernador de Baja California, a quien se le atribuye la famosa Ley Bonilla, a la titular de la Secretaria de Gobernación, que fue captada en un video sosteniendo la legalidad de esta, cuando días antes enfáticamente sostuvo que se trataba de una norma inconstitucional.
En principio desde la óptica política es un respaldo del gobierno federal al nuevo gobernador al mandar a quien ocupa una posición de alto rango, además fue la funcionaria que estuvo opinando en contra de la reforma, lo cual lleva un doble mensaje al legitimar con su presencia el acto; por último y de no menor importancia, es la señal a todo el pueblo de México, al jugar con las palabras que confunden a la opinión pública: es legal y a la vez inconstitucional, en completo desapego al orden jurídico.
Con lo anterior, se padece una crisis de gobernabilidad en materia de seguridad pública, a la vez que se carece de autoridad moral por el incumplimiento a un régimen constitucional, valga decir en palabras de su Consejero Jurídico: no fue impugnada la Ley Bonilla, para que la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no se sintiera obligada a dictar una sentencia bajo la influencia del Ejecutivo, ¡que considerados!, con esa afirmación denigran al árbitro supremo y los más elementales principios fundacionales del país.