Las Derrotas en Michoacán y Guerrero

A la Vuelta de la Esquina

*Imposible Hablar de Combate, sin la Palabra Fracaso

*¿Cuántos del Equipo Fuchi y Guácala han Caído?

*¿Los Grandes Estrategas de México Cambiaron de Bando?

*Que Respondan los Sabios Allá en el Zócalo 

Por Iván Ruiz Flores

Han pasado varios años desde que se agotaron los sinónimos para nuestras masacres de cada día. La semana pasada fue el ejemplo más claro de la impericia, el desconocimiento, la impreparación y el absurdo al enviar directo a la muerte, sin posibilidad de alguna de salvación a elementos policiales en Michoacán y a elementos del Ejército en Guerrero.

Y después de aquellos hechos en los cuales perdieron la vida 13 policías en tierras michoacanas y 15 soldados en las guerrerenses, las malas lecciones exhiben, para desgracia de los mexicanos, que está siendo un fracaso este nuevo y supuesto combate contra el crimen organizado.

Prácticamente cada año, desde hace 13, en los medios se menciona el fracaso de la guerra contra el narco. Por ejemplo, en 2014, se publicó “La guerra contra el narcotráfico en México: una guerra perdida”, de Jonathan Daniel Rosen y Bernardo Zepeda Martínez, en donde hacían notar:

“Así, el control político que se ejercía sobre el crimen organizado se deterioró con el arribo de la democracia en el año 2000, con el primer gobierno democrático encabezado por Vicente Fox. El capo de la droga Joaquín “El Chapo” Guzmán, escapó de prisión, y en poco tiempo reorganizó el Cártel de Sinaloa hasta convertirlo en una poderosa organización del crimen organizado transnacional. En el sexenio de Fox (2000-2006) también surgieron nuevas organizaciones criminales violentas, como Los Zetas y La Familia Michoacana, que además de dedicarse al tráfico de drogas, recurrían a otras actividades como el secuestro y la extorsión. Como resultado del debilitamiento de las instituciones de seguridad del Estado y derivado de la lucha por el control de las plazas y las rutas del tráfico de drogas, la violencia aumentó especialmente en los últimos años del gobierno de Fox (Flores, 2009) y la violencia generada por los cárteles del narcotráfico se había convertido en el principal problema de seguridad en el país”.

Además:

“Después de tomar posesión de la presidencia de México en diciembre de 2006, Calderón lanzó una ofensiva contra el narcotráfico para combatir la violencia e inseguridad en México (Carpenter, 2012). La espiral de violencia en México que caracterizó al periodo de gobierno de Felipe Calderón se deriva principalmente de las luchas brutales entre los cárteles del narcotráfico por el control de la producción y las rutas del tráfico de drogas. La lucha contra los cárteles de la droga se convirtió en el principal objetivo de la administración de Calderón. La estrategia fue la militarización de la Guerra contra las Drogas. Aparentemente, Calderón no aprendió la lección de la Guerra contra las Drogas de los EE.UU. en América Latina, particularmente en Colombia, donde se recurrió a la militarización, con los resultados antes mencionados. México recibió la asistencia de los EE.UU. en la lucha contra el narcotráfico y ambos países implementaron una iniciativa de cooperación conocida como el “Plan México” (Lendman, 2008) que más tarde cambió al nombre de Iniciativa Mérida (IM)”.

Tampoco Peña Nieto pudo con el paquete y hoy estamos peor.

Para nuestra desgracia no se puede hablar de nada que no signifique fracaso. Sí, para añadir al catálogo de nuestros descalabros sexenales.

El asunto es que, ha resultado pésimo el programa, la estrategia (que siempre ha sido la esencia del arte de la guerra) actual en México. Más bien no existe, porque desde la cúpula (léase Palacio Nacional) se decidió descafeinar los combates para que no parecieran guerra ¡y claro que se ha logrado! Ahora mueren los policías y los efectivos militares.

Usted se preguntará ¿y cuántos del equipo fuchi y guácala ha caído en los que ni siquiera pueden llamarse combates, sino simples emboscadas?

Datos no tenemos, pero creo que tampoco cadáveres. No, el asunto está disparejo cuando desde el máximo poder se actúa sin convicción y sin conocimiento alguno.

Como dijera el gran general de la guerra en el Pacífico Douglas MacArthur: “El objetivo mismo de la guerra es la victoria, no una prolongada indecisión”.

Y un recordatorio: desde la época de Cuitláhuac (autor de la que los españoles llamaron “la noche triste”), hasta nuestros días, México ha tenido grandes estrategas. Hoy preguntamos: ¿qué ya se pasaron al otro lado?

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