Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Tómelo con la reserva del caso, pero el rumor corre en diversos ámbitos.
“El expresidente López Obrador está enfermo”.
Es probable.
Su estado de salud no es para presumir que se le permite macanear. Tampoco que participe en un maratón. Y menos que realice viajes en avión.
Esta es la preocupación: que el corazón se haya cansado y sea necesario un nuevo cateterismo y la colocación de un stent.
La especie no carece de fundamento cuando quienes lo conocieron de manera cercana o el “pueblo” bueno y también el malo, observaron durante 5 años y 10 meses la constante actividad, cuando menos en el show de las mentiras matinales… la de los monólogos cotidianos.
No son pocas las publicaciones que afirman que el expresidente solamente hacía eso: tener un “monólogo circular” y que en el atardecer no atendía los asuntos pendientes y los delegaba a sus cortesanos. Quizá al asegurar lo anterior, haya mala intención. Porque no se puede negar que recibía en Palacio Nacional a sus amigos con quienes degustaba los platillos mexicanos que le cocinaban exprofeso.
También se daba tiempo para escribir -si así le puede llamar- cartas de reclamo y enviarlas a presidentes y jefes de Estado. Y le irritaba -tiempo pasado para referirse a su función, pero que de todas formas seguirá irritándole- sin recibir siquiera el acuse de recibido.
Se le denomina con un animal político, dentro de la categoría aristotélica y por tanto se extraña que se haya encerrado en su jaula, perdón en su finca, de Palenque,
No saber, por lo menos los lejanos al teléfono rojo de Palacio Nacional, en dónde está, a quien recibe, cómo se mantiene, qué hace, serían elementos para suponer que la especie que corre tiene algún sentido.
Sin embargo, sin tener posibilidad de confirmación, la rumorología, “ciencia exacta de los políticos mexicanos”, está en diversos rincones y es descartable que su repentina desaparición obedezca a cumplir su palabra de ser un jubilado más y con el tiempo suficiente para dedicarse a escribir la “verdadera historia” del México que no existía.
Recordar que un par de meses antes de que finalizara foral y oficialmente su función como primer mandatario, despertó en sus cercanos preocupación al hacer público que el motor del cuerpo registraba algunas fallas. Tampoco es ocioso escribir que de su garganta salió la información de tomar un coctel de medicamentos todos los días.
Si a esto se le añade que probablemente lo atiendan Jorge Alcocer y Hugo López-Gatell, si hay que tomar con seriedad la especie dispersada por quién sabe quién.
Hay que tomar en cuenta, por supuesto, que Claudia Sheinbaum expresó que el señor López está en su finca y ella es la presidenta de la República. No implica ruptura, no de ninguna manera, sino un ligero deslinde de la percepción que tienen millones de personas que estiman que el expresidente sigue al mando a través de su pupila. Incomprobable, por supuesto.
Si no puede mirar en breve tiempo, hay que hurgar bajo las piedras para encontrar la verdad oculta.
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