Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
“Es precisamente la Constitución federal, esta que ahora conmemoramos, la que dio a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, las facultades suficientes para invalidar cualquier acto que no la respete, independientemente de la fuente de la que provenga, electa o no electa, sin distinción alguna”: Alberto Pérez Dayán
“La democracia no es canjeable por justicia social, y los contrapesos no entorpecen, facilitan porque limitan, porque iluminan, porque dan voz a las idea de otros”: Mauricio Kuri González.
En dos párrafos, una lección que debería aprender quien pretende concentrar los poderes.
Encarrerado que está el huésped temporal de Palacio Nacional, mientras en Querétaro se conmemoraba el 197 aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917, él “trabajaba” en los toques finales de las iniciativas que envió a la Cámara de Diputados para, en la terquedad absoluta, modificar la Constitución.
“La permanencia de un entramado de instituciones autónomas no son excluyentes, sino un complemento imprescindible de un modelo mejor de país, uno que nos de libertad con igualdad, democracia con progreso y concordia para que juntos y juntos construyamos el bien común que le urge a nuestra nación”, había dicho por la mañana el mandatario queretano.
“Los tres Poderes de la Unión, y sus integrantes, son democráticos al surgir de la propia Constitución, por lo que ninguno es más democrático que otro”, afirmaba el presidente de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quien cerraría su mensaje con una lapidaria expresión: “Hay que alejar al Poder Judicial de la política y no arrojarlo al fondo de ella para que no resulte un juego de las pasiones”.
Cierto, de pasiones insanas que emanan como gases venenosos ahora desde el recinto Parlamentario de Palacio Nacional.
Seguramente no escuchó o no leyó o no quiso hacer ninguna de ellas y por tanto se despachó con la cuchara grande al presentar su “último paquete de iniciativas de reformas constitucionales” que, a primera vista violaron la legislación electoral.
Porque todas llevaron el sello de la transformación cuatroteista, el llamado a seguir por el mismo camino, el clamor de terminar con las clases dominantes para “hacer justicia al pueblo”.
Recordar a Hidalgo y Morelos es un acierto. Si los entiende en sus conceptos y diseño de la Independencia y el mensaje de los Sentimientos de la Nación. Nada de ello está en el contenido hueco de sus palabras. Malas copias. Pésimos símiles.
Los discursos en Querétaro tuvieron contenido jurídico, de respeto a la Constitución y las Leyes que de ella emanan. El acto en Palacio Nacional, con la asistencia de los súbditos, se utilizó para “sensibilizar” al pueblo de que el paquete de ¡20 iniciativas! tiene como único objetivo enderezar el rumbo desviado por el nefasto neoliberalismo.
Habría que entender que está en campaña. Y que no le importa violar la legalidad, aunque de dientes para afuera cite a los héroes y el benemérito de las Américas, a quien citó:
Dijo: No se puede gobernar a base de impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes. No se pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir, en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala.
La breve lectura que hizo de las 20 iniciativas mostró, sin duda, que los impulsos y los caprichos dominan sus decisiones. Y por supuesto, el desprecio a la sujeción de las leyes.
Por si fuera poco, abandona el trabajo para irse a “macanear”, lo que es entregarse al ocio.
Es decir, de su lengua brotó la sangre… se la mordió.
Se puede adelantar que sus iniciativas serán motivo de encarnizadas discusiones y, probablemente, dos o tres, transitarán. El resto resentirá el frío de la congeladora, aunque en septiembre próximo conecten la calefacción.
Como mero detalle: tocar madera para que no regresen los corruptos neoliberales, es propaganda política en apoyo a su corcholata y sus corcholatitas que buscarán los asientos en el Congreso de la Unión.
¿Lo habrán anotado en el INE?… ¿lo hicieron los dirigentes o empleados de los partidos políticos?
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