El Gobierno de AMLO y las Iglesias

Las Revueltas de Silvestre

*En Otra Lectura, a Pesar del Triunfo Republicano, Benito Juárez no Canceló la Concesión del Banco de Londres y México

*Las Fichas Curriculares de los Presidentes, Secretarios de Estado y Altos Funcionarios Fueron sido Educados en Instituciones Católicas

Por Silvestre Villegas Revueltas*

Cuando las descargas de un batallón de fusilamiento republicano terminaban con las vidas de Maximiliano, Miramón y Mejía, el siglo XIX acabó por completar un volantazo en su devenir como estado nacional. Las potencias del momento como Francia e Inglaterra, comprendieron que otra intervención militar en la república sería un asunto complicado donde se derrocharían millones de libras esterlinas, además de enfrentar la oposición abierta del gobierno en Washington ante cualquier tentativa europea por establecer una cabeza de playa en el continente americano. En otra lectura, a pesar del triunfo republicano, el gobierno de Benito Juárez no canceló la concesión para que siguiera operando el Banco de Londres y México (institución, director y cajero que llegaron simultáneamente a Veracruz con la pareja imperial); el banco de Londres se convertiría en la primera institución bancaria moderna con sucursales en el país y con el permiso para la emisión de billetes de circulación nacional. Más aún y como tercer significado, la victoria juarista fue la derrota militar del partido conservador, que no de sus principios ideológicos. Y en una lectura profunda y práctica, se llegó en la cotidianeidad a un “entendimiento” entre el gobierno mexicano y la jerarquía de la Iglesia Católica en México; semejante acuerdo no escrito llevó a uno de sus paladines, el arzobispo en el exilio, Clemente de Jesús Munguía, a recomendar a sus hermanos obispos y clérigos, a tener moderación con el gobierno liberal porque Juárez no se había atrevido a tanto, como los afanes sobre un posible regio patronato que había querido implementar el emperador Maximiliano. Don Clemente agregó: el presidente y los liberales mexicanos finalmente comprendieron que para las dos esferas de poder (civil y religioso) lo mejor era la separación y la independencia en el accionar de ambos sujetos históricos.

Sin el propósito de agotar el tema de las relaciones Iglesia Católica y gobiernos mexicanos entre 1821 y 1993, el violentísimo periplo de los años juaristas se definió por poner fin a ciertas prebendas que el clero católico en México disfrutaba desde tiempos coloniales y en prospectiva, puso las bases de la libertad religiosa y muchos años después acerca de la tolerancia entre los diversos credos religiosos que han definido la vida nacional desde el Constituyente de 1917 hasta el momento en que el presidente electo Vicente Fox, momentos antes de ser investido constitucionalmente, fue a la Basílica de Guadalupe a dar “gracias” por los dones recibidos.

¿Qué pasó entre el 2000 y junio del 2019? Los tres gobiernos de la llamada alternancia: Fox, Calderón y Peña se acercaron sin ningún tipo de tapujos a la jerarquía católica y a algunas iglesias evangélicas para solicitar apoyos y otro tanto, cuando los dientes empezaban a crujir, a solicitar consejo. Las fichas curriculares de los presidentes, secretarios de estado y muchos altos funcionarios tuvieron como denominador común el haber sido educados en instituciones católicas, con un perfil, lenguaje y actitudes propias de un creyente. Y si la tolerancia y más que ello, el abierto sentimiento religioso estaba en los altos círculos del poder, la Iglesia Católica por medio de todo su entramado de instituciones afines gozó de una apertura sin igual desde los tiempos del santannismo, allá por la década de 1840.

Hoy, a partir de una investigación periodística en el portal “Aristegui Noticias” se da cuenta de las reuniones que funcionarios de la Secretaría de Gobernación han tenido con líderes de diversas iglesias como la católica, anglicana, de La Luz del Mundo, cienciología y otras más, para que dentro de sus esferas de influencia ayuden a la reconstrucción del tejido social que se ha perdido a lo largo y ancho de la república. Para ninguno que no sea miope en su análisis social, que se comporte como faccioso en su postura política y que termine viendo al mundo y la república con el criterio de un talibán, es una verdad incontestable que el México contemporáneo sufre de una descomposición en el comportamiento y creencias -más allá de las religiosas- de buena parte de sus habitantes. La galopante inseguridad en toda la república es producto de dicha descomposición; cuando nos quejamos de la incivilidad de la ciudadanía es reflejo de la mencionada descomposición; cuando nos sorprendemos, cada vez menos, de los excesos de los adultos y jóvenes es también producto de tal descomposición. Pero ¿cómo pedir ayuda a ciertas iglesias cuando algunos de sus pastores y guías son tan depredadores como los capos del narco? Ahora hablan de Naason pero ya se les olvidó a Maciel y corte aledaña. El gobierno de López Obrador, como en muchos temas, actúa igual que el chivo en la cristalería. El motivo puede ser correcto pero se equivoca en la estrategia. Que Gobernación pida ayuda a las iglesias nos retrotrae, en el tema de las relaciones iglesia-estado, a los tiempos anteriores a la liberal Revolución de Ayutla. La 4T se coloca en la misma tesitura de cuando Santa Anna era arropado por un Te Deum. Reconozco y ello es preocupante en la lectura internacional del 2019, que desde los evangélicos del sur de los EEUU y el presidente Trump, pasando con lo que está sucediendo en Brasil, o lo que en el terreno del catolicismo han asumido los gobiernos intolerantes de Polonia, Filipinas y el partido VOX en España, el común denominador es que gobiernos arropados por procesos democráticos en la práctica son intolerantes. Como lo escribí hace varias semanas: AMLO debe releer a Juárez y darse tiempo para escudriñar el Ensayo de Mariano Otero y los escritos históricos de Justo Sierra.

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