Oligarquía y Nomenclatura

*“Derecha” e “Izquierda”, no se Saludan; son

Complemento

*Diferencias en el Geometrismo, Menores a las

Coincidencias

*En el Sendero por el que Caminan, Desatarán

Batallas de Estiércol

 

EZEQUIEL GAYTÁN

 

La oligarquía es el sistema político o forma de gobierno en la que el poder político está en manos de unas cuantas personas, generalmente de la misma clase social pudiente, ya que se refiere al régimen que está decidido a perpetuarse en el poder mediante argucias y cortinas de humo y así mantener el control de los grandes capitales. Despliega artimañas en los medios de comunicación asustando a la población respecto a cuestiones económicas y así controla sobre todo a las clases medias. En la época actual el grupo oligárquico tiende a convivir con los otros grupos sociales, pero mantiene su carácter minoritario y su poder de influencia. Más aún, ya no se comporta abiertamente tiránico como en el pasado. Empero, se observa su carácter de grupo de notables cuyas características son ambientes cerrados, matrimonios entre familias de esa clase social y actitudes en favor de la acumulación de la riqueza. 

Por su parte la nomenclatura, ya con cierto desuso debido, pues fue el grupo de élite de dominación política de la Unión Soviética que se encargó de la dirección de la burocracia estatal en todos los niveles y sobre todo en los puestos clave, relacionados con la educación, la salud, el trabajo, la vivienda, la seguridad nacional, las fuerzas armadas y la procuración de justicia. Por lo que sus miembros gozaban de prebendas y privilegios que el resto de la sociedad desconocía o no tenía derecho a esos beneficios. Dicho término se refería, además, a la ocupación de las altas responsabilidades en la Administración pública de las naciones socialistas y era un símbolo de diferenciación pues sólo era para miembros del Partico Comunista y, a decir de ellos, los cargos debían ser para “los camaradas de confianza”, aunque fueran personajes serviles y, en muchas ocasiones, desconocedores de los que ocupaban. En la actualidad, cuando nos referimos a la nomenclatura lo hacemos en términos de un partido mayoritario que apabulla a otros y tiende a apoderarse de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, así como de casi todo el territorio de una nación. 

Se trata de dos conceptos de gobierno que tienen sus diferencias en el geometrismo político, ya que la oligarquía es calificada de derecha y la nomenclatura se dice de izquierda. Pero tiene muchos parecidos y más elementos en común de lo que sospechan. Aunque quienes pertenecen a esas élites lo nieguen. Léase, son grupos cerrados, se manejan en la opacidad cuando se trata de tomar decisiones, excluyen todo tipo de crítica, son maniqueístas, intolerantes, desprecian la discrepancia y a quienes piensan de manera diferente, sólo ven por sus intereses políticos y económicos y, por si fuera poco, inventan enemigos a los que hay que abatir en nombre de la nación. 

Ambas formas de gobierno en el siglo XXI se disfrazan, toman lo mejor de la democracia liberal y se envuelven en la hipocresía de que ven por el bien del pueblo bueno y sabio. Se enmascaran como puras e inmaculadas, desdeñan los méritos de la gente o se aprovechan de eso, pero ponen límites a la inclusión. Se trata de grupos cerrados que no les gusta compartir el poder y defienden sus intereses económicos. Por lo que son capaces de recurrir, desde la diseminación de mentiras y estigmas, hasta la represión más brutal, pasando por la intimidación velada. 

La oligarquía y la nomenclatura son figuras que en los libros se les representa como formas antagónicas, específicas y precisas de gobierno. Mas en la realidad son grupos de poder político y económico vigentes que encontramos en muchas partes del mundo, incluyendo a nuestro país. Son dos fuerzas que se confrontan y se descalifican mutuamente. La actual administración se ocupa y preocupa, con toda su nomenclatura y tal vez en demasía en descalificar a la oligarquía tachándola de neoliberal, conservadora y contraria al pueblo. Incluso su ofensiva ha llevado al presidente a elaborar y hacer pública una lista de potenciales candidatos de otros partidos, queriéndonos hacer pensar que todos esos nombres son representantes de la oligarquía. En otras palabras, su confrontación es real y ambas fuerzas están decididas a librar la batalla electoral cuando sea el momento.    

Mucho me temo que de continuar por el sendero por el que caminan la oligarquía y la nomenclatura lleguen a desatarse batallas de estiércol. Así de baja es nuestra política. De ser el caso, veremos decrépitos debates en donde el mundo de las ideas brille por su ausencia y escuchemos vulgaridades y descalificativos soeces. Ese también es el mundo de la oligarquía y la nomenclatura.  

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