Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Muchos de quienes conforman el Congreso de la Unión: 128 senadores y 500 diputados, cambiaron la política por el trapecismo y sin red de protección.
Mientras Alejandro Moreno Cárdenas decidió traicionar la alianza Va Por México, conformada por PAN-PRI y PRD y aleatoriamente MC, declaró, por acuerdo de los dirigentes, la “moratoria legislativa” para impedir la aprobación de reformas constitucionales, el senador del PAN -hasta ayer- Raúl Paz Alonso aceptó la “invitación” de Mario Delgado para integrarse al grupo de Morena.
Algunos diputados del PRI se sumaron a su jefe y dieron la espalda -además de otras partes corporales- lo que permitió que en San Lázaro se aprobara la iniciativa de Yolanda de la Torre para ampliar el plazo de permanencia del Ejército y Marina en las calles hasta 2028, lo cual la fractura de la coalición es cada día más profunda.
Y Marko Cortés, con su traje azul y sin mochila, busca que los “priístas de bien” se mantengan en la coalición y lo mismo hace Jesús Zambrano, quienes saben y bien que la única forma de parar a la aplanadora en que se quiere convertir el partido oficialista es mantener unidas a las fuerzas opositoras, cuyos resultados como aliadas, generó arrancar la mayoría calificada a los diputados progubernamentales.
Presumiblemente quienes son abanderados de tal o cual partido y llegan a formar parte del Congreso de la Unión, son quienes han probado lealtad a principios, programas de acción e ideología. Cada uno de los 628 congresistas federales, conocen las reglas del juego y saben que o son oficialistas o son opositores.
Si bien es cierto que históricamente el PAN se fundó para ser el contrapeso del PRI y que el PRD logró lo impensable al aglutinar todas las corrientes de izquierda, también es verdad que agua y aceita no se fusionan químicamente. Sin embargo, ante la presencia de gobiernos autoritarios en el pasado se aliaron y lograron contenerlos.
La coalición electoral que acordaron PRI, PAN y PRD, no se hizo en función de ideología sino de pragmatismo.
Las diferencias en los documentos básicos de cada partido son notables entre PAN y PRI y no tanto con el PRD y PRI, porque muchos de quienes fundaron el Frente Nacional Democrático salieron del tricolor por, justamente, no compartir la forma de dirección y se sintieron traicionados. Los personajes que abandonaron el PRI lo hicieron por dos razanes: por principios personales y por, claro está, ambiciones políticas.
Pasaron los años y lo que fue un gran partido, representante de quienes reclaman justicia social, se desfondó y ahora es uno de los que menores militantes y seguidores tiene. El PAN tampoco se ha salvado de las deserciones y menos de las traiciones.
Hoy se observa cómo priístas y panistas abandonan sus naves de origen y abordan una cuyo destino no está claro, aunque atraque -de amarrar en puerto y de robar, aunque sea poquito-y obtenga una nueva victoria.
Lo hacen por razones personales. O por estar amenazados con la cárcel o por permanecer en la rebatinga por el poder. Como fuere, se van como los roedores que saltan primero sin saber nadar y se ahoguen.
¿Qué calidad moral puede presumir Morena cuando su integración parte de los fracasados en otros partidos?
Saltar desde las alturas para mostrar atributos circenses sin comprobar la resistencia de la red de protección, es algo más que valentía.
Ninguno de los que saltan ahora tiene la seguridad de realizar su acto y ser contratado para otros más durante tres o seis años.
Abandonan la política y sustituyen a los elefantes, las focas, los osos, los tigres y hasta las palomas
de los circos.
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