“Los Lirios del Valle”

Del Cine y las Leyes

El Visitante de Dios

Por Horacio Armando Hernández Orozco

“Los Lirios del Valle” (“Lilies of the Field”), película estadounidense de 1963 dirigida por Ralph Nelson, con la actuación de Sidney Poitier (Homer Smith), Lilia Skala (Mother Maria), Stanley Adams (Juan), Dan Frazer (Father Murphy), Isa Crino (Sister Agnes), Lisa Mann (Sister Gertrude), Francesca Jarvis (Sister Albertine) y Pamela Branch (Sister Elizabeth).

Mientras recorre el desierto de Arizona, Homer Smith, un trabajador itinerante, conoce a cinco monjas que viven en una situación muy precaria; tras reparar las goteras del granero, Homer se entera que la Madre Superiora no sólo no piensa pagarle ese trabajo, sino que además quiere que construya gratis una capilla para la comunidad.

Sidney Poitier fue el primer actor afroamericano en ganar un Óscar al mejor actor principal por su actuación en esta película; además, ganó el Globo de Oro y en el Festival de Berlín el Oso de Plata como Mejor actor; la cinta se basa en la novela de William E. Barreto “La mano izquierda de Dios”, trata de la fe y la esperanza en los hombres de buena voluntad; además del mensaje ecuménico en su más amplia expresión.

¿ADIVINA QUIÉN VIENE A TRABAJAR?

Homer Smith se detiene en una granja de Arizona con el fin de obtener agua para el coche; allí conoce a un grupo de cinco monjas que apenas hablan inglés. La madre superiora le pide que arregle unas goteras en el granero, al principio él se rehúsa, pero termina haciéndolo.

La escena inicial es sencilla y marca desde un principio el carácter de los dos personajes centrales de la trama; el imparable optimismo y carisma que dimana de Homer Smith, al cual las monjas lo llaman Schmidt, lo que contrasta con la seriedad y rudeza de la madre superiora carente de todo trato sutil, pero ambos siempre hablan de forma directa y franca, aunque los matices de personalidad marcan la forma de actuar.

Durante la cinta, la madre superiora María revela alguna razón del porqué de su rudeza y excesiva seriedad, pues ella, al igual que los otras cuatro hermanas, han huido de la Alemania del Este, han viajado miles de kilómetros para llegar a Estados Unidos, mientras que Homer, aunque es una persona de color, parece ser que no ha tenido mayor problema de racismo, al menos no se muestra ello en la trama.

Los Estados Unidos admitieron a 400.000 personas desplazadas entre 1945 y 1952, pero la trama se desarrolla en 1963, cuando ya se había construido el muro de Berlín en 1961, y la política en la Alemania del Este se endureció.

SEMILLA DE BONDAD

Smith se pasa toda la noche reparando el tejado con la esperanza de obtener una buena paga, pero a la mañana siguiente la madre superiora evita hacerlo, y Homer recurre a la Palabra de Dios para hacerle ver que tiene derecho a un pago, y ella utiliza el mismo recurso para convencerlo de que no siempre es así.

Esta escena es la que da título a la cinta, pues alude a la discusión “teológica” de la madre superiora con Homer, cuando éste reclama su salario y ella apela al pasaje evangélico de los lirios del valle, que no hilan ni tejen, y sin embargo… pasaje que tiene origen en un fragmento de El Afán y la Ansiedad (Mateo 6: 28-29 y Lucas 12: 27-28) y sirve de metáfora para definir la sencilla vida de una congregación, alimentada por su confianza en la Providencia, pues carecen de recursos económicos, pero no pierden la fe en que sus ruegos serán escuchados.

Homer es baptista, y fiel creyente de la Biblia, por eso ante ese pasaje no le queda más remedio que conformarse con la escasa comida que obtiene como pago a su trabajo.

CUANDO SÓLO EL CORAZÓN VE

Es domingo y las monjas irán a misa, así que le piden a Homer que las lleve, él accede, pero no entrará a la Iglesia, pues les recuerda que es baptista, así que espera afuera, pero al llegar al lugar ve que no hay Iglesia, y la madre superiora le replica que sí hay, que se trata de la parte trasera de una furgoneta en donde se instala el altar y los fieles están a la intemperie.

Ahora Homer entiende la necedad de la madre superiora para convencerlo de que construya la capilla para la población local, compuesta en gran parte por inmigrantes mexicanos que se encuentran muy lejos de alguna Iglesia.

Aquí hay dos diálogos muy interesantes, el que tiene Homer con Juan, que es el dueño de la cafetería cercana al terreno en donde se oficia misa; Juan se presenta como el pagano que no cree en Dios, pero sabe que los fieles que asisten a misa le dejarán algo de dinero; es casi como el mercader afuera del templo.

El otro diálogo es con el padre Murphy, quien es un escocés que le confiesa a Homer que cuando se ordenó de sacerdote le pidió a Dios, en inglés y en latín, que le asignaran una bella Iglesia en una gran ciudad, sin embargo: “veme aquí”; es un religioso con su fe minada, que duda de que Dios lo haya escuchado.

AL MAESTRO CON CARIÑO

Homer acepta construir el templo, es ayudado por la comunidad mexicana, siendo Juan uno de los primeros en participar; después de mucho esfuerzo, la capilla está en pie y el padre Murphy oficiará la primera misa, Homer tiene reservado un asiento, pero una tarde antes decide seguir su camino.

Hay muchas escenas memorables que disfrutar, como aquellas en que Homer enseña inglés con acento sureño a las religiosas; o cuanto se contrapone el latín del gregoriano con las canciones sureñas de Homer, al más puro estilo de los espirituales negros; y es aquí donde suena el famoso tema gospel “Amen” que interpreta y arregla Jester Hairston.

La cinta es una festividad ecuménica, gracias a una agradable historia protagonizada por un baptista, exhortado por un grupo de monjas a edificar un templo católico, pero no únicamente en ese sentido religioso del ecumenismo, sino en su significado original: “tierra habitada”, y que en tiempos del Imperio Romano se usaba para expresar la totalidad de las tierras conquistadas.

El ecumenismo es el mundo como unidad, pues, aunque hay diferencias entre Homer y la superiora sobre el salario de éste, fundamentando sus argumentos en la Biblia, que al final es la base común para ambos; pero también denota esos valores interraciales e interculturales para un hombre afroamericano, unas mujeres de Europa del Este, un mexicoamericano agnóstico, una comunidad inmigrante mexicana, un párroco escoces, quien termina comprendiendo que Dios sí lo ha escuchado y que la Iglesia no es un templo, la Iglesia es una comunidad.

Que sea esta cinta una inyección de ese optimismo donde la fe mueve montañas y que la creencia en Dios todo lo puede, sin que sea ofensivo para ninguna condición o credo, pues la fe radica en la obra de Dios, pero también la humanidad.

Sidney Poitier falleció el 6 de enero de este año, su huella trascendió en la lucha de los Derechos Civiles de la comunidad afroamericana, y en la cinta ¿Adivina quién viene a cenar? dijo una frase que lo enmarca todo: “Tú te ves como un hombre de color, yo me veo como un hombre”.

Pero ¿algún día dejaremos de ver los colores y sólo ver al hombre?

La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

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