De Tanto Repetirlo, se Quiere Quedar

*No se Dejará Fotografiar… Para que lo Extrañe el Pueblo Bueno

*Cerrará sus Cuentas… no de Ahorros ni de Cheques e Inversiones

*No me Amenaces… Porque Estás que te vas y te vas y no te has Ido

Por Gerardo Lavalle

Como diría José Alfredo Jiménez: “Porque estás que te vas y te vas y no te has ido…”

No hay razón para que el huésped de Palacio Nacional repita su cantaleta: en 2024 me retiro.

A diferencia de su comportamiento durante la campaña y al inicio de su gobierno cuando salía con su billete de 200 pesos, porque no tenía más, ahora nos dice que cerrará sus cuentas. No, no crea usted que de cheques, ahorro o inversiones. Lo hará con las de Facebook, Twitter y su teléfono celular.

Y nos amenaza con el retiro total.

No aceptará ninguna invitación para participar en ningún evento público ni político.

Esto sí cala.

¿Cómo vamos a divertirnos sin las mañaneras y sin su presencia en eventos públicos y políticos?

Es el único personaje que a tanto de informar de su partida –de irse no de otra acepción- demuestra que no quiere abandonar el cargo,

Se presume que todos aquellos que llegaron a ocupar la Presidencia de la República saben, están conscientes, que es el final de su carrera política. Hay quienes se aferran como Álvaro Obregón que pagó con su vida la osadía de obligar a su empleado Plutarco Elías Calles a modificar la Constitución para ser reelecto.

Lázaro Cárdenas del Río siempre tuvo una “comisión” por cumplir: siendo Ávila Camacho presidente de la república, desempeñó el cargo de Secretario de Defensa hasta el año 1945. Y después estuvo al frente del Comisión del Balsas.

Miguel Alemán Valdés, se mantuvo activo y pidió que inventaran el Consejo Nacional de Turismo, desde donde mantenía su presencia en foros públicos. Luis Echeverría quería ser el segundo Calles. Lo enviaron a las Islas Fiji. Y antes de irse, puso en marcha su Universidad del Tercer Mundo, que se convirtió en el escenario de reuniones con líderes de los No Alineados y otros grupos importantes.

Gustavo Díaz Ordaz, retirado por completo, aceptó la invitación de José López Portillo y se convirtió en el primer embajador de México en España al reanudarse las relaciones diplomáticas entre ambos países.

Miguel de la Madrid aceptó ser director del Fondo de Cultura Económica. Ernesto Zedillo se mantuvo en la política financiera.

Los últimos tres mandatarios dejaron de ser empleados del Gobierno y solamente Felipe Calderón procuró estar vivo a través del partido político que confeccionó con su esposa, Margarita Zavala, pero que no logró su registro. Vicente Fox se fue su rancho en San Cristóbal y se convirtió en promotor de la legalización y comercialización de la marihuana en tanto que Peña Nieto, seguramente expresó: misión cumplida y a darle vuelo a la hilacha.

El activismo acendrado que posee el actual mandatario, seguramente le impedirá cumplir su promesa de irse a Palenque y no moverse más en el mundo de la política.

Es su mantra. Es la repetición de palabras e ideas sin cambiar una sola coma.

Sin embargo, la insistencia de anunciar el retiro que, por mandato constitucional debe cumplir, no deja de confundir. ¿Por qué?

Es la idea de convertirse en víctima al no poder concluir su proyecto de gobierno. Es la forma de manipular para que el “pueblo bueno” lo extrañe. Algo que no ocurrirá, porque las dádivas, perdón los programas sociales “están bien blindados en la constitución”.

Quizá se equivoque en esa afirmación. Lo mismo decía Peña de sus reformas estructurales y ya sabe cómo le fue con la Energética y la Educativa.

La semana pasada dejó en claro que lo extrañaremos:

“Voy a procurar que no me tomen ninguna foto, porque entonces si voy a poder estar totalmente cómodo. No hace falta estarse rasurando todas las mañanas, entonces con los árboles, con los pájaros, escribiendo. Voy a publicar saliendo a los tres años para no tener nada que ver”.

¿Costará mucho trabajo intentar tener una presencia de limpieza?

Bueno, cada cual en su mundo. El del que insiste en irse, pero no se ha ido –y ha intentado que en otros casos se alarguen los mandatos- no puede presumir de ser un ejemplo de pulcritud, de elegancia y de sapiencia.

A tanto repetir el tema, la nostalgia se refleja en sus ojos. (Dirían los inescrupulosos: quiere llorar, quiere llorar).

Por ello, recordar al guanajuatense y su canción “No me amenaces…” al huésped de Palacio Nacional le “cae como anillo al dedo”.

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