“El Juego del Calamar”

Del Cine y las Leyes

No Vale Nada la Vida

Por Horacio Armando Hernández Orozco

“El Juego del Calamar”, serie de televisión surcoreana, dirigida por Hwang Dong-hyuk, con la actuación de Lee Jung-jae (Gi-hun jugador 456), Park Hae-soo (Sang-woo jugador 218), Heo Sung-tae (Deok-soo jugador 101), Wi Ha-joon (Detetive Joon-ho), Oh Young-soo (Oh Il-nam jugador 001), Jung Ho-yeon (Sae-byeok jugadora 067), Kim Joo-ryung (Mi-nyeo jugadora 212) y Anupam Tripati (Abdul Ali jugador 199); transmitida el 17 de septiembre de 2021 a través de Netflix.

Un grupo de personas con graves problemas económicos encontrará en su camino la oportunidad de salir de la miseria participando en un misterioso juego; el que gane podrá llevarse hasta 45,600 millones de wones, pero el que pierda lo pagará con su vida.

La serie está destinada a ser una alegoría de la sociedad moderna, pues al concluir el juego, cada participante, así como el espectador se preguntará; ¿por qué estoy viviendo tan duro, por qué tengo que competir todo el tiempo?

FIGURAS GEOMÉTRICAS

La serie comienza explicando en qué consiste el juego del calamar: los jugadores dibujan diferentes formas geométricas (círculo, cuadrado y triángulo) en el suelo, que, en su conjunto, parecen formar un calamar; si un atacante logra atravesar al defensor y entrar en la cabeza del calamar, gana, pero si el defensor logra sacarlo de las figuras geométricas pierde.

Es una recreación infantil de fuerza física y de destreza, donde las formas geométricas son sólo el pretexto para dar nombre al juego, pero en la serie, esas figuras tienen otro contexto, pues los custodios del lugar usan uniformes rojos con capucha y máscaras negras donde los círculos son los trabajadores, los triángulos representan a los soldados que están armados, mientras que los cuadrados son para los gerentes; el creador de la serie se inspiró en el trabajo de las hormigas, donde existen las obreras, la hormiga reina y las que se dedican a la procreación, pero todas con un mismo propósito: el bien de la colonia.

Esta moción de organización se ve reflejada en algunos de los juegos en que participan los contendientes, donde forman equipos para sobrevivir, pues donde hay dos o más debe haber organización social.

LOS COMPETIDORES

La serie narra la historia de algunos de los participantes; entre ellos están: Gi-hun, que ha perdido todo después de ser despedido de su trabajo; Sang-woo, que tiene problemas luego de robar dinero de la compañía; Deok-soo un peligroso hombre dispuesto a hacer lo que sea; Kang Sae-byeok, una joven desertora norcoreana; Han Mi-nyeo, una mujer a la que no le importa engañar y Abdul Ali, un joven inmigrante.

Estas cinco personas tienen dos factores en común: Son relativamente jóvenes, pues rondan entre los 30 y 40 años de edad, y están necesitados de dinero, algunos por deudas considerables, y otros porque requieren dar una mejor vida a su familia, la ambición es un factor secundario, aunque no descartable al inicio de la contienda.

El jugador número 001, Oh Il-nam, es todo un misterio, la serie no revela su historia ni su propósito por ganar, se trata de una persona de setenta años de edad con un tumor cerebral sin esperanza alguna de sanar, por lo cual el espectador se pregunta: ¿para qué necesita este señor un premio equivalente a casi 40 millones de dólares?

JUEGOS INFANTILES

Originalmente la serie se iba a llamar “Round Six”, pues para ganar el premio se deben superar seis competencias que están inspiradas en juegos infantiles sudcoreanos de la década de los setenta.

Es una propuesta muy interesante la elección de juegos infantiles por tener reglas sencillas y de fácil comprensión universal, de hecho, varios de esos juegos, con algunas pequeñas variantes, se practican en muchas partes del mundo.

Pero lo trascendente es respetar las reglas del juego, pues, aunque en toda actividad lúdica existe el factor fortuna, el cumplir con las reglas da más probabilidad de un buen éxito.

Y así es en sociedad, las personas que cumplen con las normas sociales y jurídicas (La Ley) tendrán más posibilidad de logar una meta loable sin perjudicar a nadie.

VIDA Y MUERTE

La premisa de la trama es sencilla y atractiva, los concursantes aceptan formar parte de un juego en que pueden conseguir un premio que les permita enderezar sus vidas, el problema es que se trata de una competición a vida o muerte, por lo cual la serie es brutal, sádica, realista y simbólica.

Esta ficción que mezcla los juegos de infancia con la sobrevivencia, es una conexión entre la nostalgia a la niñez y la sensación de competencia que sienten los adultos modernos, pues nadie negará que en la sociedad moderna hay una constante competencia día a día; en la serie quien logre la victoria se llevará un gran premio y los perdedores, simplemente perderán la vida en el intento, y aunque parezca cruel, el mundo real también se ocupa de los perdedores y no siempre de los ganadores, pues sin perdedores, no habrá realmente ganadores.

La característica principal de los jugadores es que todos se encuentran atravesando una grave crisis financiera y compiten para llevarse el millonario premio, pero a medida que avanzan los retos, el objetivo principal es sobrevivir, y el premio se hace secundario.

La serie de “El Juego del Calamar” presenta un total desinterés de la sociedad por la vida de los demás, si bien los contendientes lo hacen por sobrevivir, hay otros que no ponen en riesgo su vida, pero trafican con órganos humanos, y los económicamente poderosos lo hacen por simple diversión, pues el tener todos los lujos posibles los conlleva a un vacío existencial y a un aburrimiento, por lo que sádicamente buscan una diversión al ver cómo se matan unos con otros al más puro estilo del circo romano.

Y es aquí donde surge la inevitable oposición entre ricos y pobres, que a recientes fechas ha criticado la cultura fílmica sudcoreana, donde los más desdichados están dispuestos a arriesgar su propia vida por la posibilidad de dejar de serlo.

La sociedad moderna capacita a sus jóvenes para contender, para competir, para logar el éxito a cualquier precio, inclusive a costa de los demás, cuando esa preparación debe ser primero para respetar a los demás, y en segundo lugar para lograr el bien común sobre el interés particular.

El factor de deshumanización no es una crítica única para los pudientes, pues la avaricia y la ambición pueden conducir a la gente de escasos recursos a realizar actos atroces como lo es privar de la vida a otro, reconociendo el derecho como justificación de ello la defensa legítima o el estado de necesidad, pero ¿cómo defender alguien cuando participa voluntariamente en actos de esta índole?

La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

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