CELAC: Posibilidad de Integración Regional u Algún Otro Capricho

Por Alfredo Mejía Montoya

Septiembre mes de los desastres naturales y de voluntades, uno más se hizo patente en territorio nacional, una más de esas voluntades que hacen que se pretendan olvidar del escaparate diario los problemas domésticos, medularmente los relativos a la economía, salud y seguridad.

Ahora fue la celebración de la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), grupo donde diversos representantes ejecutivos de América Latina y del Caribe se reúnen en un afán de integrar a la región en temas importantes benéficos para todos. La idea en sí no es mala, no hay mejor forma de resolver los problemas que afrontarlos en forma conjunta, donde las fortalezas de unos se compensan con las debilidades de otros.

No es óbice señalar que ha habido intentos en el pasado de lograr tal hegemonía e integración, solo que no han dado resultados, precisamente por las condiciones políticas de cada país, en donde no encuentran resolver sus propios problemas, como van a lograr resolver los de un continente, aunque les beneficie, los intereses son diversos, por cuestiones de corrientes políticas, democracias diversas sui generis, y hasta beligerantes.

La CELAC fue creada en Caracas, República Bolivariana de Venezuela, en el marco de la III Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC) y de la XXII Cumbre del Grupo de Río, reunidas los días 2 y 3 de diciembre de 2011. El acto de creación se llevó a cabo mediante la firma de la Declaración de Caracas, por parte de las Jefas y los Jefes de Estado y de Gobierno América Latina y el Caribe.

Sin embargo, fue mediante la Reunión en Cancún, Q. Roo del Grupo de Rio 2010, donde nace la idea por parte de Felipe Calderón Hinojosa, Luis Inácio Lula Da Silva, Hugo Chávez y Evo Morales. La intención de los dos últimos desde entonces era sustituir a la Organización de Estados Americanos (OEA) por otra organización similar y autónoma, oponiéndose drásticamente los presidentes de Brasil Luis Inácio Lula Da Silva y de México Felipe Calderón Hinojosa.

Claro que hubo antecedentes en México siendo presidente el populista Luis Echeverría Álvarez (LEA) en 1975, quien junto con otro populista similar, Carlos Andrés Pérez de Venezuela, fue creado el Sistema Económico Latinoamericano (SELA), integrado por 25 países, que buscaban también la cooperación y la integración de América Latina. Después en 1980, se reúnen 13 países y conforman la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI); en 1991 con el naciente comercio global, se crea el Bloque del Mercosur instado por Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay, Venezuela y Bolivia. Fue hasta los noventas, derivado de esa creciente ola global de comercio internacional, que México entra de lleno al neoliberalismo económico, (objetivo que los demás países latinoamericanos buscaban dos décadas atrás), arribando a la regionalización del comercio y con años previos de análisis fue en 1994, que inicia el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) teniendo como socios a las dos grandes potencias económicas y democráticas del continente americano, Estados Unidos de Norteamérica y Canadá.

Desde entonces, y hasta la fecha, con la renovación en el 2018, del tratado, ahora llamado T-MEC, México del 100% de sus exportaciones, el 80% de ellas se dirigen a Norteamérica y escasamente el 5 a 6% se canalizan a Latinoamérica y países del Caribe.

Nos preguntamos, con la celebración de la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), qué comercio tan importante pensará México tener con los demás países latinoamericanos que puedan sustituir a los que se tienen con los socios del norte. Que no sean los de tendencia política.

A manera de respuesta, la propuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador es de que se implemente una especie de Unión Europea, claro junto a Estados Unidos y Canadá, para la integración económica, manifestando en la cumbre que se trata de reactivar pronto la economía en nuestro continente para producir en América lo que consumimos”. Estos sí que son otros datos, eso es un sistema 100% neoliberal el que tanto odia y recrimina de las administraciones pasadas, o será que ya se convenció de la repercusión económica de un tratado multilateral de comercio de América, y que no es otra cosa que un cambio total de estructuras en la manera de conducir el comercio y los negocios en el fondo y la forma, requisitos que deberían reunir todos los países, en moneda, en los sistemas políticos, en temas que quizá algunas naciones latinas no accedan porque sería tanto como dejar fuera a los regímenes populistas, totalitarios y antidemocráticos. Y sus titulares o líderes, sería imposible que quieran perder los beneficios de las dictaduras, en donde ni siquiera ninguno se ponen de acuerdo entre ellos mismos, y el sincretismo político ha sido la piedra en el zapato de la diversidad de tendencias políticas en Latinoamérica.

Sin embargo, López Obrador mete a México a un túnel de desaprobación por parte de sus socios comerciales del Norte, claro, no tanto por el comercio trilateral, sino por la presencia de individuos como Miguel Díaz-Canel de Cuba; Nicolás Maduro de Venezuela; y Luis Arce de Bolivia, cuya confrontación con el gobierno de Estados Unidos ha sido su bandera en cada uno de sus pueblos, al cual culpan de su desgracia, desigualdad y pobreza.

Y le sumamos la indiferencia y escasa cortesía para con el nuevo embajador de los Estados Unidos en México, Ken Salazar, al ubicarlo en zona de sol, mas no en la barrera, durante la celebración del desfile anual del 16 de septiembre, sin diplomacia, y que el sí se pronunció sobre los acontecimientos diplomáticamente diciendo que México y Estados Unidos  no deben distraerse por temas relativos a la pretensión de sustituir a la OEA, dónde USA aporta más del 50% del presupuesto de la institución internacional.

Al respecto, queda de manifiesto que con la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) los líderes de izquierda están conformando un bloque regional para contrarrestar la hegemonía y el poderío de Estados Unidos que, según ellos, se refleja en la organización de Estados Americanos (OEA). Y tal parece que López Obrador desea tomar el liderazgo al encabezar esta reunión, pero pragmáticamente siendo el primer socio comercial de Estados Unidos está mandando una señal equivocada y muy agresiva al Gobierno de Joe Biden.

La confrontación que existió durante la reunión de los 17 jefes de Estado, la vicepresidenta de Venezuela, al igual que varios cancilleres, como lo expuesto por el mandatario de Uruguay, Luis Lacalle, que por el hecho de participar en este foro no significa que reconoce a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Contestando, obviamente con beligerancia, Nicolás Maduro y Miguel Díaz-Canel, fueron el preámbulo de que la integración regional, tendrá serias dificultades de concebirse como tal y que su fuerza logre ser más que simples palabras.

En su discurso inaugural, López Obrador señaló que dicho ideal puede convertirse en una realidad si se acuerdan «tres cuestiones básicas»:

1) La no intervención y la autodeterminación de los pueblos;

2) La cooperación para el desarrollo y;

3) La ayuda mutua para combatir la desigualdad y la discriminación.

No es de soslayar que hubo puntos de acuerdo importantes como el relativo al cambio climático, donde López Obrador no dijo que la electricidad en México la CFE la está generando como se hacía hace 40-50 años, con combustóleo y carbón, ¿dónde está el compromiso?  Así como el relativo a crear la “Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio” y un “Fondo de Desastres”.

Sin embargo, López Obrador días antes a la cumbre calentó el tema de que Estados Unidos debía frenar los embargos a Cuba, manifestando en su discurso “que es tiempo de sustituir la política de bloqueos y de malos tratos por la opción de respetarnos, caminar juntos y asociarnos por el bien de América sin vulnerar nuestras soberanías”. (sic) contradiciéndose con el punto 1) de su discurso inaugural. “La no intervención y la autodeterminación de los pueblos” como bandera de su postura, esto es, la no intervención.

Contradicción también, cuando solicitó a Estados Unidos financiamiento para llevar “sus programas sociales” de “Sembrando Vida” a Centroamérica, en la que destruyen primero las selvas y luego se siembra arboles no nativos; y el de “Jóvenes Construyendo el Futuro” que no tiene sustentabilidad y que aquí en México se les otorga a jóvenes que no están en grado de pobreza, ni de pobreza extrema, y que presupuestalmente para 2022, se le disminuye el 50% de presupuesto con el que inició en 2019, ¿ya no es exitoso?, además de pedir vacunas contra el Covid-19 para nuestro país. Por fin que, en contradicción, pide y agrede.

En consecuencia, es de considerar al estilo de la mañanera, que la reunión no fue del todo exitosa, ni un fracaso total, precisamente porque Estados Unidos y Canadá con toda seguridad no pasarán desapercibido lo ocurrido en la Cumbre y se percataron realmente quién es Andrés Manuel López Obrador y qué pretende; por otra parte, los representantes de los países latinoamericanos mostraron las diferencias que hay, que son serias, que son importantes, pero no adoptaron decisiones sustantivas para conformar un tratado de esta naturaleza.

a2m8m@yahoo.com

fredomm

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