*Napito, Haces y Susana Prieto, sus Representantes más Destacados
*Validación Contractual y Democracia, su Principal Arma de Ataque
*Impávidos Observan la Larga Huelga en la Agencia de Noticias Notimex
Por Verónica V. González y Arnoldo Piñón
Las reglas en materia laboral del Tratado de Libre Comercio (T-MEC) aceptadas por México, conducen de manera inexorable al sindicalismo de empresas particulares, en especial trasnacionales, hacia un nuevo territorio, mientras hay intentos gubernamentales para mantener bajo control a las organizaciones de sus trabajadores. Un neocorporativismo con fachada democrática busca ocupar el espacio vacío.
El mayor poder de decisión de los trabajadores en la elección de sus dirigentes sindicales y en la validación de los contratos colectivos, empieza a convertirse en dinamita de las viejas estructuras del movimiento obrero, incapaz de enarbolar una bandera que le permita privilegiar las ventajas de conquistas laborales que han conseguido. El viejo caciquismo parece dar paso a un neocaciquismo.
Las prestaciones económicas que algunos sindicatos han obtenido a lo largo de los años, han permitido a grupos de trabajadores contar con ingresos para lograr sortear con cierto éxito las crisis que años pasados ha enfrentado el país. Petroleros, electricistas, de la industria automotriz y aeroespacial e incluso burócratas, forman parte de esos casos.
Sólo a manera de ejemplo: en el 2000, la crisis del bono sexenal en el saliente gobierno de Ernesto Zedillo, fue aprovechado por la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), para obtener la última prestación conquistada: vales de fin de año, convertida en una de las más valoradas por la burocracia.
La reforma laboral en vigor desde el 1 de mayo de 2019, que incluyó la elección de dirigentes sindicales mediante el voto personal, libre, secreto y directo, por presiones de los demócratas estadounidenses, junto con la validación de los contratos colectivos por la mayoría de los trabajadores, parece haber sentado las bases para un neocorporativismo sindical.
Del viejo corporativismo vertical priista se cruzó a un nuevo corporativismo cercano a Morena, el partido en el poder desde 2018, cuyos representantes más destacados son el senador y dirigente minero Napoleón Gómez Urrutia, el senador suplente Pedro Haces Barba y la recién estrenada diputada federal Susana Prieto, los que hasta ahora no han logrado constituir un sindicalismo realmente alternativo.
En 2002, a la muerte de Napoleón Gómez Sada, su hijo Napoleón -de allí que sea conocido como “Napito”-, lo sustituyó en la dirigencia sindical de los mineros pese a que no era trabajador, como se le cuestionó con insistencia. En esa época era militante del PRI. Al finalizar el gobierno de Vicente Fox, en febrero de 2002, el accidente de la mina de Pasta de Conchos, en Coahuila, que dejó 65 mineros atrapados y posteriormente muertos, lo obligó a exiliarse en Canadá, hasta que Morena lo incluyó en su lista plurinominal al Senado de la República.
Haces Barba creció al lado de Leonardo Rodríguez Alcaine, el sucesor de Fidel Velázquez en la CTM. Adquirió notoriedad como dirigente de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM) y Morena lo hizo senador suplente de Germán Martínez. En las elecciones de 2021, el partido Fuerza por México impulsado por él, no logró el registro.
Susana Prieto, es una abogada que en 2015, al apoyar movimientos en las empresas maquiladoras EATON y Lexmark en contra de sindicatos de la CTM y se consolidó con la creación del Movimiento 20-32 en Matamoros con la bandera de aumento salarial del 20 por ciento y el pago de un bono de 32 mil pesos por trabajador. Más tarde organizó el Sindicato Nacional Independiente de Trabajadores de la Industria y Servicios (SNTIS), y el 1 de septiembre protestó como diputada federal plurinominal por Morena.
Esos tres dirigentes, con un discurso aparentemente democrático, siguen en sus carreras políticas los mismos pasos de los priistas: ser legisladores del partido en el poder, sin someterse al tamiz de las urnas. Prototipos de un neocorporativismo morenista.
El sindicalismo que practican no se ha solidarizado con la huelga de los trabajadores de la agencia gubernamental de noticias Notimex, iniciada el 21 de febrero de 2020, calificada como legal por la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje y en la que un recuento mostró contar con el apoyo de los empleados. La ausencia de sostén es quizá porque la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) y el Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana han sido sus apoyos más importantes o porque la directora Sanjuana Martínez cuenta con la protección del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Igual que en el siglo XX, durante el apogeo del corporativismo priista, el neocorporativismo morenista es una especie de muro de contención en contra de movimientos de trabajadores que contradicen las políticas públicas de un gobierno emanado del partido en el que militan.
DEBILITAMIENTO DE LA CTM Y DEL MOVIMIENTO OBRERO
La mediática derrota de Tereso Medina, el legendario dirigente de la CTM en Coahuila, en la ratificación del contrato colectivo de General Motors en Silao, el pasado 20 de agosto, confirmó la decadencia de la otrora central insignia del movimiento obrero organizado.
La estadounidense AFL-CIO promovió que los trabajadores de la firma automotriz asentada en nuestro país validaran el contrato colectivo, amparándose en las nuevas reglas que en materia laboral fueron incluidas en el T-MEC, con el argumento de competencia desleal por los bajos salarios que se pagan en nuestro país.
Un primer recuento realizado en abril fue suspendido por irregularidades. En el definitivo, 55 por ciento de los 6 mil 500 trabajadores votaron en contra, mientras 3 mil 214 lo hicieron por el sí, con observadores del gobierno mexicano, extranjeros y de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El Sindicato Nacional de la Industria Metal-Mecánica, Sidero-Metalúrgica, Automotriz y Proveedores de Autopartes en general, de la energía, sus derivados y Similares de la República Mexicana “Miguel Trujillo López”, administró el contrato colectivo de trabajo durante más de quince años. Al triunfar él no, dejó de ser el titular, por lo que se mantienen prestaciones y salarios vigentes.
Una llamada Federación de Sindicatos Independientes de la Industria Automotriz, Autopartes, Aeroespacial y del Neumático (FESIIAAAN), fue el apoyo de una emergente agrupación “Generando movimiento” que se proclamó ganadora por que el Sindicato de la CTM dejara de ser el titular del contrato colectivo.
A esa derrota se sumó otra sólo unos cuantos días después en la empresa Parker Brownsville, asentada en Matamoros, en la que el Sindicato de Jornaleros y Obreros Industriales y de la Industria Maquiladora, también de la CTM, perdió por 828 votos en contra y 560 a favor, el contrato colectivo.
En realidad, el paulatino debilitamiento de la CTM inició en junio de 1997, a la muerte de Fidel Velázquez.
Su sucesor, Leonardo Rodríguez Alcaine mantuvo una membresía que para entonces superaba los 3 millones de afiliados, con sindicatos importantes como los electricistas -de los que él era secretario general-, petroleros, azucarero, radio y televisión, Bimbo, músicos. Los desprendimientos fueron de organizaciones pequeñas.
El debilitamiento se aceleró a partir de agosto de 2005, cuando Joaquín Gamboa Pascoe asumió el liderazgo, un abogado laborista que a lo largo de su carrera enfrentó acusaciones de enriquecimiento inexplicable -se le criticaba el uso de automóviles de lujosos- que llegó a presidir el Senado de la República.
A la muerte de Gamboa Pascoe, en enero de 2016, lo sustituyó el actual secretario general Carlos Aceves del Olmo, con lo que el debilitamiento de la central se agudizó.
Sindicatos fundamentales como los electricistas y petroleros, sólo en apariencia mantienen sus militancia en la CTM, mientras federaciones estatales en Jalisco, Nuevo León, Estado de México son un remedo de lo que fueron con la desaparición de sus dirigentes Heliodoro Hernández Loza, Raúl Caballero y Gregorio Sánchez -hermano de Fidel Velázquez-.
La membresía de esa central difícilmente se acerca al millón de trabajadores afiliados.
En su mejor momento, en la década de los ochenta del siglo pasado, la CTM tuvo 50 diputados federales, 16 senadores, gobernadores e incluso un subsecretario de estado con Alfonso G. Calderón y una gran diversidad de cargos en la administración pública federal.
TAMBIÉN LA CROC Y LA CROM HAN DISMINUIDO DE INFLUENCIA
La Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), fue considerada, en su momento, la segunda central en membresía, con más de dos millones de afiliados. Alcanzó tal influencia que administraba los contratos colectivos de la mayoría de los hoteles de gran turismo en Cancún y de General Motors en la Ciudad de México, entre otros.
La muerte de sus líderes más importantes, Alberto Juárez Blancas (octubre de 2005) y Roberto Castellano Tovar (marzo de 2009), junto con el retiro de Wulfrano Leyva y de Mario Martínez y la salida de Salvador Ramos Bustamante, la llevaron a perder influencia.
El liderazgo de Isaías González Cuevas desde mayo de 2010, no ha logrado estructurar una estrategia que le impida perder grupos de trabajadores. Una de sus organizaciones más importantes, la Unión “Donceles 28” en la Ciudad de México, una de las más importantes a nivel nacional, palidece frente a lo que fue.
La Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) fue, en la década de los veinte, la central más importante con 2 millones de afiliados, lo que le permitió a su secretario general, Luis N. Morones, no sólo ser secretario de Industria, Comercio y Trabajo, sino también aspirar a la Presidencia de la República.
La salida sus líderes más influyentes, Antonio J. Hernández (1985) y el retiro de Ignacio Cuauhtémoc Paleta (2010), generaron condiciones para que prácticamente desapareciera. En la actualidad, con Rodolfo González como su secretario general, no llega a los 10 mil afiliados.
LA ILUSTRE HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO DEL S. XX
El 12 de mayo de 2018 la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), celebró 100 años de fundada.
Es la central laboral más antigua del país: creada sólo siete años después que el presidente Francisco I. Madero creó el Departamento del Trabajo; cuatro años atrás se había organizado el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).
Durante el liderazgo de Luis N. Morones, en 1927, alcanzó una membresía de dos millones de afiliados; su secretario general, en el gobierno del presidente Plutarco Elías Calles, fue secretario de Industria, Comercio y Trabajo. En abril de 1935 ambos partieron a Estados Unidos, expulsados por el general Lázaro Cárdenas, por diferencias con su gestión.
Morones aspiró en 1928 a la Presidencia de la República. El asesinato de Álvaro Obregón, con quien había mantenido diferencias políticas irreconciliables, lo obligó a renunciar al gobierno.
A finales de 1928, Fidel Velázquez, para entonces un dirigente que empezaba a sobresalir, desde la Federación Sindical de Obreros del Distrito Federal, por diferencias con Morones dejaron la CROM, a lo que este les reprochó públicamente llamándolos “miserables lombrices”.
La respuesta es reconocida: Velázquez, Blas Chumacero, Alfonso Sánchez Madariaga, Fernando Amilpa y Luis Quintero fueron llamados “cinco lobitos” por Luis Díaz, el ideólogo del sindicalismo que pronto le comerían el mandarla Morones. Fue una profecía que se cumplió: el 24 de febrero de 1936, con auspicio del gobierno del general Cárdenas surgió la CTM, con Vicente Lombardo como su secretario general y Fidel como secretario de organización y propaganda.
En 1942, Velázquez fue electo secretario general para un periodo de dos años. Fue reelecto. Fue sustituido por Fernando Amilpa por tres años, para en 1950 retomó el liderazgo que mantuvo hasta su muerte en junio de 1997.
Fue la época dorada del “charrismo sindical” -término acuñado gracias a que un dirigente ferrocarrileros era formalmente charro- permitiéndole al país iniciar un proceso de industrialización, en el que los trabajadores fueron condenados a salarios precarios -salvo excepciones-, los que en algunos casos se equilibraban con prestaciones económicas.
NEOCORPORATIVISMO SIN CONSOLIDAR
Las presiones gubernamentales por controlar sindicatos como el petrolero y los maestros, hasta ahora han fracasado, por lo que la opción parece centrarse en empresas trasnacionales como las automotrices y las maquiladoras.
Las centrales impulsadas por Napito -Confederación Internacional de Trabajadores- y la de Haces -Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México-, no se han consolidado.
En cambio, la abogada Prieto ha obtenido triunfos importantes con las maquiladoras. Pudiera ser la opción para fortalecer el neocorporativismo, a través de la validación de los contratos mediante el voto de los trabajadores.