Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Considerar al cártel inmobiliario -si en realidad existe- como el “centro del ombligo” en la campaña presidencial de Claudia Sheinbaum, es un despropósito.
No imagino que a los habitantes de Motozintla, en Chiapas, les interese saber que en la Benito Juárez hay edificios con más pisos de los autorizados. O a los de Parral o Nuevo Laredo… menos aún a los de Apatzingán o Tulancingo.
La pobreza del mensaje del oficialismo se afianza conforme se acercan las elecciones. Nadie le pide a la candidata que presente ideas y proyectos nuevos y menos que se contrapongan con lo que su mentor sostiene. Sin embargo, un poco de sentido común -el menos común de los sentidos entre los políticos- haría que los discursos pronunciados ante “miles de simpatizantes” -nadie sabe quién los ha contado y si no son los mismos que van de un municipio a otro dentro del mismo estado- se refirieran a temas locales. Son torales para quienes habitan en lejanas tierras de la Ciudad de México y que, incluso, carecen de energía eléctrica, drenaje, agua potable, pavimentación, escuelas de estudios superiores y hasta forman parte de la pobreza si no extrema, casi.
La candidata insiste en hablar del cártel inmobiliario y mantiene el engaño: la autorización para la edificación los concede el Gobierno capitalino no las Alcaldías, a las que dejan las boronas para que no se les haga agua en la boca.
Sigue la línea que cada mañana marca el jefe de la banda… presidencial y no les quita siquiera una coma a sus expresiones. Por cierto, planas, sin emoción, con voz apagada y con sonsonete. Por ejemplo, el huésped temporal de Palacio Nacional está cada día más histérico y buscando entre las piedras las monedas de oro que le permitan repuntar en su credibilidad. Y en su popularidad, de la que ya fue desplazado del segundo sitio por el “ultraconservador” Javier Milei. Encontró un “desastre” y por eso rectificó su postura respecto a regresar a las fuerzas armadas a sus cuarteles.
“Es de sabios cambiar de opinión”, exclamó mientras la mirada se posaba en las lejanías mostrándose como el inteligente que modifica su conducta.
La frase: la Marina y el Ejército son los pilares del Estado, tiene todo y nada. El todo: son los pilares de su gobierno… por el momento. Nada porque, como instituciones, han sido desplazadas de sus obligaciones constitucionales y se han dejado pervertir por la entrega de parte del poder político y sus oficiales lo disfrutan, aunque algunos, los de abajo, solamente han sido incorporados en el renglón de albañilería, plomería, instalaciones eléctricas domésticas y colocación de durmientes, que se les desclavan, por cierto.
Seguramente en los eventos de anoche y de este día, la oficialista candidata expresará su reconocimiento por la labor de las fuerzas castrenses para darles seguridad y paz a millones de mexicanos. Ese spot en el que habla que votar por la oposición es regresar a la guerra y a más de 300 mil muertos, tiene la pinta de haber sido diseñado por el enemigo. Ignora intencionalmente que, en 5 años y 6 meses de este gobierno, el de su mentor, se han registrado 190 mil homicidios dolosos, con lo que supera en 40 mil el mandato de Peña Nieto. Y todavía faltan 4 meses para que se vaya a Palenque.
En sus mensajes también menciona que deben votar por Morena para que siga la pensión universal, las becas y otros beneficios. Que sepamos, los programas sociales ya están contenidos en la Constitución y por tanto es un engaño dar a entender que si no votan por ella y el partido oficial, dejarán de recibir lo que hasta ahora se les ha entregado. Nunca dice que no es dinero del gobierno, porque el gobierno no tiene nada, no genera nada. Es dinero de los impuestos.
A 26 días de las elecciones y 22 para terminar las campañas, no se advierte que de la mente científica brote alguna idea propia y que conmueva a los ciudadanos.
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