TEMAS CEBTRALES
Miguel Tirado Rasso
Ya les ganaron las prisas y la realidad
les muestra que, en esta elección,
no habrá el tsunami que los arrastre a un
triunfo seguro, aunque no hagan campaña
ni los conozcan sus electores, como sucedió
en los comicios de 2018.
Al parecer, los otros datos de las muy generosas encuestas que atribuyen a todos los candidatos de Morena y sus aliados, un gran margen de ventaja sobre sus oponentes de la Coalición Fuerza y Corazón por México en este proceso electoral, mínimo 30 puntos, según afirman, y que el dirigente del partido en el gobierno, Mario Delgado, se ha encargado de difundir, a diestra y siniestra, recomendarían moderación y prudencia, parafraseando al personaje de las viejas historietas, Kalimán, pues las diferencias no son tan amplias como se afirma ni tienen el triunfo asegurado.
El panorama electoral para Morena, no se ve tan despejado, ahora, como se apreciaba hace poco más de un año. El optimismo de entonces, ya no es el mismo ante una realidad que refleja el desgaste propio del ejercicio del poder, los desatinos en programas de gobierno, la falta de oficio de mandatarios locales, la corrupción impune de altos funcionarios, la improvisación en puestos de mando burocráticos, y la decepción inevitable ante promesas incumplidas a unos cuantos meses de concluir el gobierno de la 4T. Lo anterior, entre otras razones, ha significado una considerable merma de simpatizantes, mayor de la que la 4T está dispuesta a reconocer.
De ahí, el llamado urgente del dirigente de Morena para que, sus legisladores federales y locales que aspiran a una reelección, pidan licencia de sus cargos y se lancen a hacer campaña, bajo la amenaza de poner en riesgo su postulación, en caso de no hacerlo. Ya les ganaron las prisas y la realidad les muestra que, en esta elección, no habrá el tsunami que los arrastre a un triunfo seguro, aunque no hagan campaña ni los conozcan sus electores, como sucedió en los comicios de 2018.
El problema está en que, con la licencia de estos legisladores, Morena pierde su mayoría en las cámaras de diputados y senadores, pues, quedarían varias curules y escaños vacíos. Los de los suplentes que son candidatos a otro cargo de elección popular o son legisladores locales o pertenecen a otro partido. La disyuntiva es pensar en su cómoda mayoría del momento y no involucrarse en una fatigosa campaña o, pensar en el futuro, y buscar el voto, aunque se pierda la mayoría legislativa.
El Plan C de la 4T, requiere del control del Congreso Federal, con una mayoría calificada en la próxima elección, para reformar la Constitución y poder desaparecer Organismos Constitucionales Autónomos, como el Instituto Nacional Electoral (INE), el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información (INAI), la Comisión Federal de Competencia (COFECE), el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), la Comisión Reguladora de Energía (CRE), la Comisión Nacional de Evaluación de Política de Desarrollo Social (CONEVAL), el Instituto Nacional de Personas Adultas (INAPAM), entre otros.
Se trata de acabar con esos organismos altamente especializados, creados por los “odiados neoliberales”, que equilibran el ejercicio de los poderes tradicionales (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), coadyuban al sistema de pesos y contrapesos del poder público y limitan el sistema presidencial. Esto último, inaceptable para el huésped de Palacio.
También se busca desaparecer a la Suprema Corte de Justicia de la Nación para crear un Tribunal a modo con ministros palomeados en Palacio Nacional. Una institución que no funja como contrapeso del Poder Ejecutivo, que carezca de autonomía y se someta a las instrucciones del Primer Mandatario. Porque en la actualidad, la Corte se encarga de preservar el orden institucional establecido en la Constitución y de vigilar que las leyes y actos de autoridad se apeguen a la Constitución y no vulneren los derechos humanos de las personas. Algo que no le gusta al Ejecutivo, como lo manifiesta con frecuencia en sus monólogos mañaneros, porque le impide aplicar su Cuarta Transformación a rajatabla, pasando sobre leyes y reglamentos.
Morena no tiene asegurada la mayoría calificada en el Congreso Federal y en los nueve estados en los que habrá elecciones para gobernador, tampoco la tiene fácil. Porque los electores habrán de tomar en cuenta los malos desempeños de los gobernadores salientes, así como las desafortunadas designaciones de los candidatos a sustituirlos.
Podríamos señalar como ejemplo los casos de Veracruz y Morelos, cuyos gobernadores se han caracterizado por su mal oficio, ineptitud y corrupción, además de estar evaluados entre los peores mandatarios del país. Para los veracruzanos su futuro no pinta mejor con la candidata que Morena promueve. Rocío Nahle, además de no ser oriunda del estado, lo cual no cayó bien entre la población jarocha, ha preferido la ostentación y el despilfarro de recursos sobre la llamada austeridad republicana que recomienda su mentor que, por cierto, debe estar sorprendido y molesto ante el descubrimiento de las propiedades inmobiliarias de su ex secretaria de Energía, que, de un momento a otro, multiplicó su patrimonio.
Así le irá en la elección.