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  • La Competencia Electoral Está Plagada de Ofertas Económicas, Pero ¿el Dinero?

 

Miguel A. Rocha Valencia

 

Derecha e izquierda, oficialismo y oposición, se enfrascaron en una puja de ofertas económicas como parte medular de sus campañas políticas donde la entrega de dinero por pensiones “sociales”, becas, reducción de jornada laboral y aumento de prestaciones son lo destacable, pero en ninguno de los casos se da el sustento financiero para hacerlas realidad sin cargo a deuda pública.

 

Lo mismo hizo el ganso y en mucho cumplió, pero a costa de romper otras promesas como la de no endeudar al país, mejorar servicios como la atención a la salud y generar economía para superar el ´´pírrico” dos por ciento de crecimiento que entregaron administraciones anteriores.

 

Como bien dice el propio profeta de la 4T, una cosa es prometer y otra cosa cumplir. “Al pueblo hay que decirle lo que quiere oír total, ya veremos”.

 

Ahora no tenemos mejores servicios sobre todo en salud donde se acusan reducciones y “desapariciones” de dinero en áreas tan sensibles como en la atención a personas con enfermedades catastróficas como el cáncer donde no alcanza para todos los tratamientos y diarios y fallecen por esa enfermedad decenas de mexicanos. Ahí se dice que se esquilmaron cerca de 135 mil millones de pesos.

 

Pero eso sí, se incrementaron las becas, pensione y ayudas en casi el doble hasta llegar a los 750 mil millones de pesos sin un sustento financiero como una reforma fiscal que mejorara la recaudación o al menos la base de contribuyentes.

 

Esa es una de las razones por la que el tlatoani debió romper su promesa de no endeudar más al país y hacer todo lo que prometió en base a “ahorros” y a una pobreza franciscana que de poco o nada sirvieron positivamente, pero si para empeorar los servicios públicos, atención a la salud, educación, seguridad, comunicaciones, mantenimiento de instalaciones públicas y hasta en la atención en ventanillas.

 

El caso es que más allá de unas obras cuya viabilidad financiera, utilidad y apoyo al crecimiento del país, donde además afloró una corrupción “histórica” donde se han gastado más de billón 200 mil millones de pesos oficialmente y muchos miles de millones de pesos más para mantenimiento, el país no mejora y las ofertas de crecimiento del PIB por arriba del cuatro por ciento, se volvieron una entelequia.

 

Para colmo aquello de que los anteriores sólo endeudaron al país hasta llegar a cerca de 10 billones y medio de pesos, hoy se lo tiene que tragar el mesías tropical ya que en su administración el adeudo superará los 16 billones 800 mil millones de pesos incluyendo el billón 500 mil que se auto autorizó para este año.

 

Lo peor es que el billón 200 mil del año pasado y lo de ahora, serán muy costosos para los mexicanos pues la colocación de esos débitos está por arriba del 11 por ciento, por lo cual y solo de entrada el costo financiero anual es de 270 mil millones de pesos.

 

Eso sin contar que las expectativas recaudatorias pueden quedar muy lejos de lo estimado especialmente por las quitas de impuestos y transferencias presupuestales a Pemex que hasta el momento ya rondan los 200 mil millones de pesos, que están destinados más que nada a pagar a proveedores. De los intereses de su deuda de 110 mil millones, se pagan del presupuesto.

 

No se cuenta aquí el factor corrupción que es tan grande que ni la propia Auditoría Superior de la Federación pude tapar.

 

Total que, en su euforia o necesidad de aplicar una “justicia distributiva” que en este sexenio se traduce como compra de conciencias y de votos, la actual administración no tiene cara bonita por presentar, al contrario, deja a quien se saque la rifa del tigre electoral, un galimatías financiero donde además, pende la posibilidad de un repunte en la inflación por la circulación de dinero que si bien genera economía, no proviene de actividad productiva alguna y eso propicia un desfase en el circulante que se paga con altas tasas de interés.

 

Por eso son de llamar la atención las ofertas electorales de ambos lados (¿o tres?) ya que en ninguna de ellas se menciona de dónde va a sacar el dinero para bajar las pensiones sociales a 60 años ni quién va a pagar el costo de jornadas de 40 horas y el aumento por ley de otras prestaciones como medicamento a la puerta de la casa o aumento de participación de utilidades, aguinaldos y vacaciones en el sector privado.

 

No sé si a estas alturas alguna de las candidatas se decida a actuar con seriedad de estadista y advertir que enfrente hay graves riesgos que se deberán enfrentar con decisión si realmente nos quieren llevar a una realidad social y financiera para a partir de ahí, salir del hoyo y catapultarnos a un futuro cierto de crecimiento y desarrollo, aunque para algunos eso se traduzca en un índice de felicidad que sólo habita en la cabecita blanca pero no en la cotidianeidad de los mexicanos.

 

Y para colmo, la inseguridad que ya cobró la vida de más de un centenar de aspirantes a cargos de elección y de casi 183 mil mexicanos asesinados.

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