En Nueve Meses Fallece el Sexenio

Los Dados de Dios

NIDIA MARIN

“Adiós, adiós, lucero de mis noches / dijo un soldado al pie de una ventana/ me voy, me voy…”

Sí, adiós al viejo Plan Sexenal. Su fallecimiento ocurrirá en ocho meses más: el 30 de septiembre de 2024 y con el mismo pasan a mejor vida 14 sexenios en los cuales los presidentes se despedían de la Silla del Águila el 30 de noviembre para dar paso, el primero de diciembre, al nuevo mandatario de los Estados Unidos Mexicanos…

“Ya se asoma la estrella de la aurora / Ya se divisa en el Oriente el alba / Y en el cuartel, tambores y cornetas/ Están tocando diana…”

Sí, al habitante de Palacio Nacional se le agotó la cuerda constitucional y un mes antes de lo acostumbrado será el primero que deberá ahuecar el ala y partir al esperanzador rancho que, una mayoría de mexicanos espera sea un sitio para la reflexión, la prudencia y el silencio… después de tantas arbitrariedades, abusos y excesos… de autoritarismo y vanidad.

Llueva o truene, pues, el 30 de septiembre del año en curso fallece el sexenio, mientras los ocho meses por delante indudablemente serán angustiantes.

Vale recordar que fueron 14 presidentes de México quienes cumplieron con su sexenio: ingresaban un primero de diciembre y se iban seis años más tarde un 30 de noviembre. 

Así fue con Lázaro Cárdenas, Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdez, Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo, Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto. 

El artículo 83 en su historia había sido reformado en cinco ocasiones: la primera, el 22-01-de 1927, la segunda, el 24 de enero de 1928; la tercera, el 29 de abril de 1933; la cuarta, el 9 de agosto de 2012 y la quinta aun en marcha el 10 de febrero, de 2014.

Hoy el mencionado artículo 83 constitucional precisa: “El Presidente entrará a ejercer su encargo el 1o. de octubre y durará en él seis años. El ciudadano que haya desempeñado el cargo de Presidente de la República, electo popularmente, o con el carácter de interino o sustituto, o asuma provisionalmente la titularidad del Ejecutivo Federal, en ningún caso y por ningún motivo podrá volver a desempeñar ese puesto”.

De tal manera que apenas inició, como cada seis años, la temporada de la preocupación, en este caso más corta, pero más angustiante: poco más de nueve meses.

EN EXHIBICION LA 

DEBILIDAD DEL ESTADO

Y no hay nada que nos diga, hasta ahora, que la situación cambiará en el próximo sexenio. 

Ciertamente y para nuestra desgracia en estos ocho meses por venir la debilidad institucional del Estado, en materia de seguridad exhibida desde el principio permanecerá, mientras el actual presidente continúe sentado en la Silla del Águila o manipulando a la marioneta desde La Chingada o desde Tlalpan. 

Nada de que habrá autonomía si triunfa aquella que se mueve mediante hilos, alambres o cuerdas según el son que le toquen desde la Ciudad de México o desde Chiapas.

Como consecuencia, y para desgracia de la mayoría de los mexicanos, la debilidad institucional en materia de seguridad pública continuará viento en popa como hasta ahora. No hay nada que nos pudiera decir que el Estado Mexicano dejará de tener el poder militar y contará con autoridades que impongan la ley en la república.

Como han señalado los estudiosos del tema: 

La violencia generalizada es el resultado de las estrategias de política cuya narrativa de la seguridad pública se funda en el control punitivo estatal a través del incremento de las fuerzas armadas en labores policiales de seguridad, pero que no contemplan la previsión primaria, ya que el problema estructural es la cuestión social: empobrecimiento, desempleo, marginalidad, entre otras. De ahí, la idea de que el Estado mexicano ha incumplido con su obligación de garantizar la seguridad de las personas, por la existencia de un débil sistema institucional de seguridad”.

El Índice de Paz México en 2023 constata: 

El aumento de los niveles de delincuencia organizada en México ha sido visible no solo en estas cuatro actividades generadoras de ingresos, sino también en el aumento de las tasas de homicidios y violencia extrema en el país. En parte como resultado de la estrategia gubernamental de “descabezamiento”, que buscaba sofocar las operaciones de los grupos delictivos organizados persiguiendo y arrestando a sus líderes, la última década ha visto la fragmentación de un puñado de grupos anteriormente dominantes. Sin embargo, esto ha llevado a la intensificación de la competencia y a más guerras territoriales a medida que proliferaban grupos más pequeños y violentos”.

En fin… tristemente hasta hoy no hay nada alentador, sino la sumisión absoluta, por un lado, mientras que por el de la oposición hacen falta: visión, unidad, conocimientos y habilidad.

No cabe duda que México canta, a don Agustín Lara…

“Adiós Nicanor, se muy bien que no vas a volver…”

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