Edgar Cabanas y Eva Illouz. Happycracia. Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas. Paidos, Barcelona (España), 2020. 224 paginas
DAVID MARKLIMO
La felicidad es quizá la palabra más importante para el ser humano. De ella depende el sentido de la vida. Por supuesto está el debate de si existe o de si somos tan terrenales que sólo alcanzamos la alegría. ¿Es la sensación de bienestar y realización que experimentamos cuando alcanzamos nuestras metas, deseos y propósitos? ¿Es un momento duradero de satisfacción, donde no hay necesidades que apremien, ni sufrimientos que atormenten? Es importante la diferencia, pues la felicidad es un estado y no parece que seamos capaces de alcanzarlo todo el tiempo y todo el rato. La alegría, en cambio, podemos sentirla varias veces al día y, lo mismo que la tristeza, nos abandona cuando menos lo esperamos. Entonces, podríamos decir que la felicidad es una condición subjetiva y relativa; puesto que lo que es válido para una persona puede no serlo para otra, independientemente de su condición y clase social.
Es, por eso, que es importante este libro Happycracia. Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas, del psicólogo Edgar Cabanas y la socióloga Eva IIIouz, con el cual nos acercamos a una reflexión marcada por el advenimiento de una nueva utopía: la lucha individual por ser feliz a toda costa y en todo momento, lo que llaman “felicismo”. El libro trata de responder a la pregunta: ¿cómo poner en duda el concepto de la felicidad como motor principal de la vida? Pero el libro no es un alegato contra la felicidad, ni a favor de las pasiones tristes como el resentimiento, la melancolía o la tristeza.
Más bien, nos explican que existe toda una industria que mueve millones de dólares al año y que trata de hacernos creer que la felicidad individual es una de las más altas aspiraciones humanas. Entre los principales agentes que profesan este credo se encuentran los nuevos gurús de la felicidad y el individualismo, los coachers, quienes postulan que los estados psicológicos dependen principalmente de la voluntad individual. Es decir, una especie de fuerza interior o auténtico “yo” que se puede moldear con unas sencillas técnicas sin demasiada base científica y argumentos extraídos de libros de autoayuda.
Escucharemos palabras como resiliencia, ser fuertes, salir de la zona de confort, expresar gratitud, evitar pensar demasiado o vivir el momento presente. Obviamente pensar en positivo es más agradable que vivir amargados, pero lo que los autores del libro ponen en duda es la capacidad de estas técnicas de provocar cambios significativos y duraderos en la estructura de la persona, cuando no efectos incluso perniciosos a largo plazo.
Otra de las críticas más destacadas que contiene el ensayo es la escasa solidez científica de los principales postulados de esta disciplina, teniendo en cuenta que la mayor parte del entramado teórico de la Psicología Positiva parte de la esa célebre frase: es bueno estar bien. Bueno, nos vienen a decir los autores, dónde está la evidencia. ¿Cómo podemos consultarla?
Por favor, entendamos que una teoría que tiene como pretensión dar una respuesta de carácter universal al comportamiento humano (“el último objetivo del ser humano es ser feliz”) no puede estar basada en un supuesto de tan escaso recorrido. Dicha hipótesis requeriría un poco más de complejidad y profundización. Al fin y al cabo, la felicidad es uno de los grandes temas que han ocupado los debates filosóficos en la historia de la humanidad y hasta figura en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.
Lo que tratan de transmitir Edgar y Eva es cómo la búsqueda de la felicidad individual se está convirtiendo en un imperativo de la época actual, que, lejos de ayudar a mejorar la vida de la gente, puede estar provocando mayor exigencia personal, autocontrol y, a la postre, una fábrica de sujetos frustrados. Entonces, es importante hablar más que de felicidad, de los afectos. Es decir, preguntarse cómo han afectado nuestra vida determinados sucesos o ciertos acontecimientos significativos (positivos y negativos), y qué consecuencias tienen estos en los deseos, anhelos y fantasmas que cargamos día con día.
