Durante Ocho Décadas se han Nombrado Exgobernadores como Embajadores

Los Dados de Dios

*Con el General Lázaro Cárdenas en el Poder se Inició la Nociva Costumbre

*En Algunos Casos ha Sido Para Evitar Agresiones por Indeseadas Colaboraciones

*Otros son Considerados Premios de Consolación por Colaborar “con el Enemigo”

NIDIA MARIN

No es nuevo. Tampoco privativo de Morena o del PRI, aunque la decisión de enviar exgobernadores como embajadores de México, para agradecerles que cumplieran con la orden dada desde Palacio Nacional por la primera voz de México, inició hace 83 años y ha ido pasando de generación en generación en los políticos mexicanos -de todos los partidos- que han ocupado el poder de la nación.

El primer ex gobernador enviado a una embajada fue en 1940, cuando en el máximo poder estaba Lázaro Cárdenas del Río, quien había fundado el Partido de la Revolución Mexicana (PMR) el cual a los pocos años se convertiría en el Partido Revolucionario Institucional.

Sería Luis Ignacio Rodríguez Taboada, que había ocupado por poco tiempo la gubernatura de Guanajuato y aplicó las reformas cardenistas del reparto agrario y al que obviamente se la tenían sentenciada los terratenientes afectados.

Este hombre, tras su corto gobierno, sería nombrado dirigente del PMR, desde donde el presidente Cárdenas le ordenó organizar la postulación del nuevo candidato a la Presidencia, Francisco J. Múgica pero, como en aquel tiempo el horno no estaba para bollos, quien resultaría candidato sería Manuel Ávila Camacho.

Y Rodríguez Taboada hubo de dejar la dirigencia de su partido, por lo que Cárdenas para agradecer su trabajo, no sólo al frente de la gubernatura, sino como dirigente de su partido y además por lo realizado en una buena parte del arribo a México de los expatriados españoles (pero sobre todo para evitar que sus antagonistas le hicieran daño), lo envió de embajador de México en Francia.

Al paso de los años, esto se ha convertido en una especie de exilio dorado, para que no den lata, no se metan en problemas, no cobren venganza en su contra o ellos actúen sobre otros ciudadanos y sobre todo para que no pretendan seguir mandando en la entidad que fuere.

De tal manera en nuestro país se inauguró lo que con el paso del tiempo se ha trocado en un abuso de parte de los presidentes de la República: sacar del país, vía la diplomacia, a algunos gobernadores miembros de otros partidos políticos, sobre todo por riesgosas colaboraciones con el máximo gobernante en turno.

¿Y el respeto para los diplomáticos de carrera? No existe, cuando la voz del “dios” político se escucha.

LOS MALQUERIDOS

DE PALACIO NACIONAL 

Pero con aquellos hechos, desde hace más de ocho décadas también iniciaría algo más y que con el tiempo casi se convertiría en costumbre: sacar del país a los indeseables, en este caso a los expresidentes de la República. De tal manera ocurrió en el mandato de José López Portillo, con los expresidentes Luís Echeverría Álvarez, enviado como embajador en Australia, Nueva Zelanda y las Islas Fidji y Gustavo Díaz Ordáz, embajador en España.

Esta costumbre sentó sus reales en los diversos gobiernos y se extendió hacia otros personajes, sobre todo porque el artículo 89 constitucional da facultades al presidente de la República para nombrar o remover ministros, embajadores y cónsules con la aprobación del Senado.

Actualmente, México cuenta en el extranjero con 80 embajadas, 67 consulados, 7 misiones permanentes ante organismos internacionales y tres oficinas de enlace. 

En Estados Unidos, por ejemplo, hay 150 representantes diplomáticos, de los cuales 50 están en consulados.

Por cierto, la fracción III del Artículo 89 constitucional indica que los embajadores permanecen en el exterior un periodo de 3 a 4 años.

En el sexenio en marcha, las embajadas otorgadas a los exgobernadores han sido: de Sinaloa, Quirino Ordaz; de Campeche, Carlos Aysa; de Sonora, Claudia Pavlovich; y de Quintana Roo, Carlos Joaquín González.

Sin embargo, extraoficialmente se asegura que también se irán del país, vía cargo de representación de México en el extranjero: el actual gobernador del Estado de México, el priista Alfredo del Mazo Maza, tras la pérdida electoral; y el exmandatario de Hidalgo, Omar Fayad, del PRI, también después de que las elecciones las ganara Morena.

Tras ocho décadas de este tipo de ejercicio presidencial, son decenas los ex gobernadores que de golpe y porrazo fueron convertidos en diplomáticos, sin haberse quemado una sola pestaña para hacer esa carrera. 

Van algunos ejemplos en mandatos anteriores. Ernesto Zedillo envió a la embajada en El Vaticano, al exgobernador de Querétaro, Mariano Palacios Alcocer; a Otto Granados Roldán, ex mandatario de Aguascalientes, a la embajada en Chile; y a Ausencio Chávez Hernández, ex gobernador de Michoacán, a la de Ecuador. 

La menor cifra de exgobernadores convertidos de la noche a la mañana en diplomáticos fue durante los mandatos de Vicente Fox y de Felipe Calderón.

Llegaría Enrique Peña Nieto y, por ejemplo, nombró entre otros, a Fernando Baeza Meléndez, de Chihuahua (tras el caso de los desaparecidos políticos) como embajador de México en Costa Rica y al ex gobernador de Coahuila, Enrique Martínez y Martínez, como titular de la embajada en Cuba.

NO ES LO CORRECTO, 

SINO ABUSO DE PODER

Sobre los nombramientos de personajes ajenos al Servicio Exterior de Carrera ha habido a lo largo del Siglo XX y lo que va del XXI constantes críticas. Inclusive muchos estudiantes han realizado trabajos en la materia.

Por ejemplo, Alejandro Acosta, de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco efectuó un estudio sobre “La diplomacia mexicana: entre políticos y servidores de carrera”, (publicado por El Cotidiano, vol. 21, núm. 140, noviembre-diciembre, 2006, pp. 67-75).

En el mismo expone:

“Como se puede ver, en la vida cotidiana de nuestro país, especialmente en la política, se hacen elecciones arbitrarias de sus equipos de trabajo, jefes de oficina, cabezas de dependencias públicas y demás entidades administrativas, de acuerdo a la conveniencia, tanto del momento como de sus propios intereses. Esto, además de ser contrario a los principios democráticos de igualdad de oportunidades, a la democracia y a la justa distribución del trabajo de la escala jerárquica, es un claro abuso del poder y la imposición de funcionarios que van por encima de aquellos que han dedicado su vida a realizar una carrera dentro de las instituciones. 

“De la misma forma sucede con aquellos funcionarios que deben ser removidos de sus cargos por conflictos políticos y son alejados del país, y la mejor forma de hacerlo es enviarlos a representaciones políticas en el extranjero como Embajadores o Cónsules de México, donde mantienen su estatus de funcionario del gobierno mexicano, aun cuando desconozcan el funcionamiento, costumbres, usos y operación de las misiones.

En otra parte de su trabajo dice:

“Tanto el Senado como el Ejecutivo han caído en serias confusiones en lo que respecta a lo político y la política, mandando representantes sin alguna preparación, sólo por el hecho de ser funcionarios públicos o políticos, o miembros del servicio exterior que no llegan a dominar algún idioma y no tienen preparación sobre el servicio exterior, siendo que el político en su actividad tiene el poder y la riqueza mientras que la política, su actividad, está en las acciones que una entidad lleva a cabo con el propósito de atender una situación en beneficio de la nación, por lo tanto el encargado de la Política Exterior debe encaminarse a ver por los intereses del país y no como el político o personal de carrera que ve los intereses propios. 

Además…

“El creciente dinamismo de las relaciones internacionales requiere cada vez más de una mayor interacción entre los principales agentes del sistema global, ello ha dado lugar a una mayor importancia en lo referente a la Política Exterior de los países. Sin embargo, el análisis de dicho tema no debe incluir únicamente factores tales como el proceso de formulación de la Política Exterior, el contenido de la misma, o los principios y/o valores en los que está basada, sino que también debe tomar en cuenta la preparación y las capacidades que un diplomático debe poseer con el propósito de ejecutar correctamente la Política Exterior, apegándose lo mayormente posible a los intereses y necesidades de la nación a la cual representa”.

Como este trabajo hay muchos realizados en diversas instituciones, siempre con la crítica de no darle su lugar a todos aquellos que realizaron la carrera de servicio exterior.

Y tal y como lo ha precisado la Secretaría de Relaciones Exteriores: 

“…el Servicio Exterior Mexicano requiere de elementos, con capacidad y preparación suficiente para la alta encomienda que desempeñan las representaciones diplomáticas y consulares del Estado Mexicano en la conducción de la política exterior del país”.

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