Sobre los Padres y las Hijas

 

Eider Rodríguez, Material de Construcción, Random House, Madrid, 2023. 208 páginas.

 

DAVID MARKLIMO

 

La historia de la literatura está plagada de relaciones entre padres e hijos. Es más, uno de los grandes mitos griegos, el que nos habla de Edipo, ha servido para explicar el comportamiento humano. Hay algo más o menos común en la maternidad y en la paternidad: todos los padres creen que sus hijos son especiales y todos los hijos creen que sus padres son especiales, pero llega un momento en la vida en que esa ilusión se estrella como si fuese un cristal contra el suelo. Y es un momento terrible. Nunca más vuelven a ser las cosas como antes. Así, hay cosas que solo se pueden hacer desde el desconsuelo, desde el cambio, y quizás desde el perdón. Y hay algo que le llega desde el intento más hondo y honesto de despojarse de algo que le ha acompañado con dureza durante toda una vida: la vergüenza.

Es más o menos lo que podría decirse de Material de Construcción de la vasca Eider Rodríguez. No es una elegía ni una postración rendida, es una narración magnífica y madura de cómo uno asiste a la destrucción y declive de un ser querido. Sin llorería, sin drama, con una gran claridad y una extraordinaria habilidad para trazar diálogos, la hija, Eider, contempla como su padre destruye a fuego lento su vida por el alcoholismo. Vemos como alguien desaparece con la excusa más fantasiosa, para aparecer dos o tres días después borracho como una cuba. Está claro que el padre y su enfermedad son el centro de gravedad, todo gira en torno a él y se nos muestra su negocio familiar, su día a día, su enfermedad. Por supuesto, también está la contraparte, la hija, que se debate entre sus emociones y la tragedia que observa. En un papel secundario se nos presenta a la madre, que tiene la particularidad de aportar vitalidad y realidad al relato. Nunca hubo, que se recuerde, un personaje tan ligado a la credibilidad.

En su primera novela, Eider Rodríguez nos presenta un relato de una familia, de una época y de un lugar: el País Vasco. Son los años de plomo de la banda terrorista ETA, donde se sabe mucho y se dice poco. Así, en un contexto lúgubre, vamos sacando a la luz los cauces subterráneos por los que circulan el amor, el odio, la tristeza, la patria. Una hermosa voz situada entre la desesperación y el recuerdo, entre el amor y la vergüenza, entre lo que quisiste y lo que te tocó. Escritura contenida y calibrada. Un estilo excepcional, duro con pocas concesiones, pero abrumadoramente honesto. Todavía, pues, en la larga disputa entre los padres y los hijos hay muchas cosas que decir, mucha tela que cortar.

Material de Construcción es un formidable diálogo interior, un pasen y vean, sin grandes adjetivos y con pocos adverbios, sin desgarro ni necesidad de hurgar en la empatía del lector, de apelar a un sentimentalismo barato. Es conmovedor presenciar de qué manera influyó en la hija la muerte del padre. Un desnudo psicológico profundo digno de lo que es este libro: una obra maestra. Que la disfruten.

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