*Del Mazo, el Tercero de la Dinastía, Será
el Último en Gobernar el Edomex
*Dejó en Soledad a la Candidata y al Partido
y Garantizó ser Embajador, Acusan
*Coahuila Hizo la Diferencia: Jiménez Arrasó;
el PRI se Mantiene Invicto la Entidad
*Riquelme “Echó Toda la Carne al Asador” y
le Quedó al Punto; Todos Están Felices
ALBERTO ALMAZÁN
Como todos los imperios, el mexiquense, construido por el PRI en sus tres etapas de vida, termina por derrumbarse. Poco le falta para que se convierta en museo de los recuerdos políticos de un poderoso grupo que, durante las últimas 6 décadas, controló las elecciones e impuso sus condiciones.
De la imponente estructura, solamente quedan los cimientos que ya muestran deterioro y finalizarán como cascajo de relleno.
La derrota electoral del pasado domingo, también acaba con una dinastía que sintió suyo el Estado de México. Los tres Del Mazo: el abuelo, el padre y el nieto, gobernaron y el último supuso que el apellido le daría la fuerza para mantener el coto de poder.
Los datos revelaron la inconsistencia del partido y su gobernador. El instituto político, en coalición con el PAN, el PRD y lo que aún queda del PANAL, no alcanzó a convencer a los ciudadanos que, en un giro de 189 grados, le dieron la espalda a la candidata Alejandra del Moral y optaron por la nada honesta, pero apoyada por el presidente de la República, Delfina Gómez.
Una victoria cantada en voz baja. Las encuestas proporcionaron un ambiente de victoria sin que los números respondieran a la verdad. Sin embargo, y con una campaña grisácea y un grupo de operadores que contaron con recursos económicos sin límite y que se aplicaron subrepticiamente para el “convencimiento” de los votantes, la victoria se consumó.
Aunque hubo detenciones de quienes promovieron el voto cuando está prohibido hacerlo el día de los comicios, los incidentes fueron menores. Por lo menos, la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales, había reportado 26 denuncias de las cuales ninguna cambiará el resultado.
Con el triunfo de la candidata de Morena y sus aliados, el PVEM y el PT, el oficialismo cuenta ya con 23 estados bajo su cobijo y representan al 80 por ciento de la población.
Para el PRI la derrota es algo más que un descalabro democrático. Es el preludio de una extinción anunciada desde el arribo de Alejandro Moreno Cárdenas a la dirigencia nacional. Muchos factores influyeron en la pérdida del considerado hasta hace 48 horas “la joya de la corona tricolor”. Después de perder la Presidencia de la República en 2020 ante el candidato del partido fundado para enfrentar la hegemonía del PRI, todavía existía presencia, militancia, identificación entre el partido y los ciudadanos.
Una década bastó para demoler lo que se consideraba indestructible. No basta la recuperación de la Presidencia de México para reforzar los cimientos. Quizá el último presidente del PRI fue la punta de lanza para la total destrucción.
ABSTENCIONISMO,
EL REAL GANADOR
Con datos preliminares del Instituto Electoral del Estado de México, IEEM, se estimó que la participación ciudadana difícilmente rebasará el 50 por ciento de la lista nominal. Ello representa que ninguna de las dos candidatas despertó el entusiasmo entre los mexiquenses.
La coalición Va por el Estado de México, confiaba en un porcentaje superior al 60 por ciento y en ello basó la posibilidad de conservar el poder durante otros seis años.
Sin embargo, la prospección falló y el abstencionismo volvió a jugar y a ganar.
Al cierre de los comicios, el Programa de Resultados Electorales Preliminares marcaba una diferencia de 9.4 a favor de Gómez. Los números: 53.3 contra 43.7. Cifra irreversible.
Conocidos los primeros resultados y que técnicamente confirmaban el triunfo de Delfina Gómez, el gobernador Alfredo del Mazó la felicitó a través de su cuenta de Twitter lo que provocó la reacción de la vocera del CEN del PRI, Paloma Sánchez quien lo acusó de haber abandonado al partido y a su candidata en aras de obtener la embajada que le propuso el presidente López Obrador.
Reclamó airadamente al mandatario, cuya gestión termina el 15 de septiembre y entregará el Palacio construido por Carlos Hank González, de haber sido omiso con su responsabilidad para que Alejandra del Moral ganara y el PRI retuviera el gobierno estatal.
No hubo intercambio entre ambos.
COAHUILA HIZO
LA DIFERENCIA
Mientras en Toluca los rostros largos, las lágrimas rodando por las mejillas, la soledad y el silencio por la falta de aplausos, en Saltillo la alegría contagiaba a los coahuilenses.
Una victoria de Manolo Jiménez, candidato de la alianza PRI-PAN-PRD y militante tricolor, convenció y venció.
A diferencia de lo ocurrido en el Estado de México, en donde quedó claro que el gobernador no apoyó la causa, en Coahuila Miguel Riquelme, como buen norteño “echó toda la carne al asador” y le quedó al punto.
Los resultados lo dicen todo: Jiménez obtuvo 56.8 de votos, Armando Guadiana, 21.2, Ricardo Mejía 13.6 y Lenin Pérez 5.8, conforme al conteo rápido publicado por el Instituto Electoral Estatal.
Desde el principio de las nominaciones, Jiménez tomó la delantera y Guadiana no logró avanzar para alcanzarlo. Coahuila fue tricolor otra vez y se convierte en la púnica entidad en la que el PRI no ha perdido una elección.
El fracaso de Morena lo atribuyó Mario Delgado, a la “traición de sus aliados: PT y PVEM”, que antepusieron “intereses personales” y ello provocó la ira presidencial y del dirigente partidista.
Aunque a una semana de las elecciones la dirigente del PVEM, Karen Castrejón anunció la declinación de su partido que nominó a Pérez, de poco sirvió la operación. Cuando faltaban 5 días para la jornada electoral, Alberto Anaya, dueño del PT, siguió los pasos de Castrejón.
Tardías declinaciones. Los candidatos Pérez y Mejía ya estaban en las boletas y se negaron a sumarse a la campaña del rey del carbón en Coahuila.
Las elecciones se realizaron en calma y no se registraron incidentes mayores.
Una victoria que no compensa la derrota en el Estado de México.
