La Soberbia no Gana Elecciones, la Humildad sí.

 

POR ARGENTUM

 

Hablando de campañas y declinaciones, en el caso de Coahuila solo algún fenómeno electoral, de esos que no son nada usuales, podría revertir la derrota de Morena. En Palacio Nacional reaccionaron tarde. En la desesperación por los números de las encuestas que no les favorecían a Armando Guadiana, mandaron a las corcholatas para que, con su presencia, se elevaran los niveles de aceptación del candidato morenista. Pero faltaba un “cuarto para las doce”, era tarde.

 

Otra de las acciones de emergencia electoral, fue utilizar el recurso de la declinación: que el Verde declinara en favor de Guadiana. La declinación solo sería un apoyo moral porque legalmente no se podría. Además, las boletas estaban impresas, el material seguramente entregado a los presidentes de las casillas electorales. Por supuesto que no a todos los seguidores del Verde les gustó la declinación.

 

Por otro lado, que el Verde declinara a favor de Morena, se esperaba un conflicto del abanderado de ese partido, y se dio. El Verde sufriría una fractura nada fácil de curar por la cercanía de las votaciones.

 

Además, en caso de darse la declinación en los mejores términos, no pasaría íntegros los votos que podría tener el Verde para sumarse a los de Morena. Los votantes no utilizan la voluntad matemática, emplean otros criterios de convicción. Aparte que las boletas ya están impresas, legalmente no podrían hacer una reimpresión de las mismas. Tampoco se ajustarían a los momentos electorales.

 

Bien cabe hacer una precisión sobre un error que se viene arrastrando desde el inicio de la época moderna de los procesos electorales tal y como los conocemos ahora.

 

Los candidatos adoptan actitudes triunfalistas dándoles la seguridad a sus simpatizantes que serán los ganadores en las urnas. Lo repiten y lo vuelven a afirmar. Y la gente se los cree. Pero si consideramos que somos un pueblo que no le gusta acudir a las urnas a cumplir con un deber cívico, decide no acudir a votar por que da por hecho que con su voto o sin él, su candidato va a ganar.

 

Por supuesto que los candidatos no deben asumir tampoco una postura derrotista. No. Nunca debe dejar de pedir el voto a los electores. Debe repetirles una y otra vez que sin su voto no podrán ganar. Deben expresarles a sus simpatizantes hasta el hastío, que si no acuden a votar no van a ganar. Así, el votante se sentirá comprometido. Se considerará parte del triunfo porque su candidato o candidata así se lo hizo saber.

 

La soberbia no gana elecciones; la humildad sí.

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