El Abandono del Campo hoy… Peor que en el Pasado

A la Vuelta de la Esquina

 

IVÁN RUIZ FLORES

El abandono del campo es una lacerante realidad. El desamparo no acaba de iniciar. No, se cumplen ya trece años de desgobierno en esa materia.

Cada sexenio lo hemos advertido, lo mismo antes de que llegara Enrique Peña Nieto y también anterior a que arribara el supuesto defensor de los pobres que es quien de plano ya dejó solos a los campesinos, aunque se llene la boca con mentirosas palabras sobre la gran ayuda que este gobierno otorga. Miente.

No obstante que se supone tendría la obligación de cumplir con los compromisos internacionales, en este caso el que se refiere a la alimentación, ya que por obvias razones la denominada pobreza alimentaria está aglutinada en un gran porcentaje en las zonas rurales. Por ello, la política en la materia tendría que haber ido de la mano de la política del campo. No ha sido así, ni lo será en los escasos meses que le faltan a este gobierno para concluir su desastroso mandato.

Hace varios años, al analizar el Informe de la Misión a México, de acuerdo con el cual el relator Especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación, Olivier De Schutter advirtió que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) calculaba que el 18,2% de la población (19,5 millones de personas) vivían en la “pobreza alimentaria” en 2008, frente al 13,8% (14,4 millones de personas) de 2006.

La situación no ha variado mayormente, en el más reciente informe de dicha institución, por ejemplo de 2018 a 2022 señaló que en 2020, siete de cada 10 personas indígenas se encontraba en pobreza extrema.

El problema conlleva situaciones aledañas como es que las disparidades en la privación del acceso a una alimentación adecuada entre las zonas urbanas y rurales, así como entre los estados del México septentrional, meridional y central, se han incrementado.

Hace 12 años se exponía que de los 18.1 millones de personas que vivían en municipios considerados con un nivel alto o muy alto de marginación, el 80,6% radica en zonas rurales.

La situación estás peor y va de la mano de la migración hacia las ciudades, no solamente por el hambre, sino porque los narcotraficantes se están apoderando de las tierras de las personas más vulnerables para la siembra de droga. 

Pareciera que ello tiene sin cuidado al mandamás de la nación, quien prefiere pactar con los delincuentes y acusar a ministros, magistrados y jueces integrados en la Suprema Corte de Justicia de la Nación que hacer lo que le corresponde: cumplir con la ley.

A nivel internacional se había advertido sobre las “notables diferencias” en los indicadores del derecho a la alimentación entre la población indígena y no indígena, porque en ambos casos, las tasas de malnutrición infantil “han descendido gradualmente”. 

Sin embargo, apuntaba además nuestros eternos contrastes, mismos que no han mejorado, sino empeorado. 

Ello se debe, indudablemente, a que los programas sociales llevados a cabo por el actual gobierno han sido para obtener votos en las elecciones y de ahí el apoyo a las personas de la tercera edad, hecho confesado por el propio tipejo palaciego en una “Mañanera”.

LO PROMETIDO 

NO FUE DEUDA

No obstante que el actual mandón prometió durante su campaña el oro y el moro para que votaran por Morena, simplemente no les ha cumplido a todos, solamente al sector mencionado.

Hoy, como en el pasado se considera en lo internacional que existen incoherencias entre las diversas políticas sectoriales, además del abandono de programas de apoyo a la producción agrícola sobre todo para los pequeños productores.

Y actualmente, como consecuencia del Covid-19 y de la pésima alimentación el sobrepeso y la obesidad que experimenta México si bien no podría haberse evitado, sí mitigado mediante mejor producción en el campo.

Como dijera Rodrigo de Anda en un trabajo sobre el campo:

El campo mexicano enfrenta cuatro retos: migración y repatriados, tendencias proteccionistas y mercados agroalimentarios erráticos, pobreza y desigualdad, y, gobernabilidad rural. Dado lo anterior una política alimentaria que parta del derecho a la alimentación y de los conceptos complementarios de seguridad alimentaria y soberanía alimentaria tiene que enfatizar la dimensión productiva de los pequeños productores rurales y en general de la población rural en pobreza”.

Nosotros le agregaríamos: Y mal gobierno.

Sin embargo, estamos de acuerdo totalmente cuando señala:

“Los pobres rurales deben ser respetados como ciudadanos plenos y asumidos como personas con potencial productivo. Los subsidios orientados predominantemente a pequeña producción rural deben ser el puente para que puedan desarrollarse como productores y no la lápida para mantenerlos en condiciones permanentes de pobreza”.

Y también lo apoyamos cuando dice:

“Una política alimentaria tiene que modificar de manera profunda el gasto publico orientado al sector rural tanto en sus prioridades y en sus articulaciones. Particularmente deben reorientarse los subsidios públicos a la producción en pequeña escala y a la producción de bienes públicos”.

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