Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Sacar de la chistera el conejo, es un arte que, con creces, ha superado la presente administración.
Los llamados programas sociales, protegidos por la Constitución por lo que solamente con una reforma a la Carta Magna desaparecerían, la búsqueda de terminar con la CTM y los contratos colectivos de trabajo; el intento de obligar a la “denuncia ciudadana para combatir la corrupción” y la permanente mentira de que el Metro ya funciona bien y mucha gente -que no lo utiliza- lo cree, son algunos de los conejos que han salido del sombrero charro de diputados y del mismísimo presidente mexicanos, para convencer a los ciudadanos que la transformación de cuarta se mantenga en el poder.
Durante los 4.6 años de padecer lo que no es transformación sino destrucción, se ha promovido que los trabajadores, los formales, los que cobran salario cada semana o quincena, los que tienen prestaciones sociales y en ellos se incluyen los 2.7 millones de burócratas, cuenten con más días de descanso y laboren solamente 40 horas. Aunque es práctica común aplicar la jornada de 8 horas diarios por 5 días, no se encuentra legalizada. Es decir, los patrones pueden y lo hace, obligar a sus empleados a trabajar los sábados o tener jornadas de 9 horas. Las vacaciones han sido ampliadas por los diputados y los senadores congelaron la minita. Se aprobó en San Lázaro que los trabajadores que ya tengan un año o más tener de servicios disfrutarán de un período anual de vacaciones pagadas, que en ningún caso podrá ser inferior a seis días laborables, y que aumentará en dos días laborables, hasta llegar a doce, por cada año subsecuente de servicios. El máximo son 30 días.
En la Ley Federal del Trabajo se tienen establecidas 5 fechas de descanso obligatorio y otras 5 por “costumbre”. Bien dicen que la costumbre hace leyes.
Ahora, como si el país estuviera en jauja -para algunos, los morenistas, sí- el diputado local de la Ciudad de México, Nazario Norberto Sánchez, Morena, presentó una iniciativa con la cual busca reformar el artículo 74 de la Ley Federal del Trabajo, en el que se establecen los días de descanso obligatorio para los trabajadores en México.
Hoy en día, son descanso obligatorio el primero de enero, el primero de mayo, el 16 de septiembre, el primero de diciembre -que deberá cambiarse al primero de octubre a partir del próximo año- con motivo de la toma de posesión presidencial y el 25 de diciembre. El legislador propone que sean constitucionales los días: 5 de mayo, 10 de mayo, 15 de mayo y 1 y 2 de noviembre.
No hace falta hacerlos obligatorios. Ay de aquel que ose obligar a su empleado a trabajar los días de muertos o el sacrosanto Día de la Madre.
No se trata de una acción cuyo fondo sea el social. Es una maniobra más, de politiquería, parafraseando al jefe de la manada, para ganar simpatías y votos de los trabajadores de la Ciudad de México.
Es bien sabido que, en las elecciones del 2021, Morena y sus aliados perdieron la mitad de las alcaldías en la capital del país y eso “sí calienta” hasta el helado edificio en donde habita temporalmente el que cobra como presidente.
Es una orden: rescaten lo que es nuestro.
Porque así considera el señor López, al corazón de México. Se apropió del territorio capitalino desde que fungió como su gobernante. Y ahora que las clases medias le dieron la espalda, hay que convencerlas que su mandato es lo mejor que les pudo haber pasado.
Es otro conejo que los payasitos y maguitos guinda sacan para satisfacer las ansias del titiritero mayor.
Por si el legislador no lo sabía, los días que propone oficializar para que sean de descanso obligatorio, ya los disfrutan los trabajadores y empleados de todo el país. Es solo para recordárselo. No confundir con recordársela por su oportunismo.
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