Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Como estribillo, cuya definición de la Real Academia de la Lengua Española, dice: Palabra o frase que se repite o intercala en el discurso con excesiva frecuencia, como si se tratara de un tic de la persona que habla o escribe. («debes evitar esos estribillos que son muestra de falta de riqueza en la expresión»), todos y cada uno de los integrantes del gobierno federal, comenzando por el jefe de la banda -presidencial-, repiten que la reforma electoral impedirá que la selección de candidatos a los 4 asientos en el Consejo General del INE, sea como “antes”: cuotas de partidos o de cuates.
Viene a colación, porque el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, se mostró tal cual es la transformación de cuarta: desparpajado y hasta cínico.
Afirmó que no hay ningún impedimento para que personas cercanas a Morena sean consejeros electorales o presidentes del Instituto Nacional Electoral (INE), si cumplen con los requisitos legales y constitucionales, consideró el secretario de Gobernación, Adán Augusto López.
“No veo ningún conflicto de interés”, sostuvo y aseguró que habrá un proceso transparente y que “el reparto de cuotas ya se terminó”.
Ciertamente: se pasa de cuotas, en plural, a CUOTA en singular.
“Antes”, como repiten en cada discurso, en cada sesión del monólogo presidencial, en cada espacio que los quieran escuchar -que se han reducido notablemente-, los partidos políticos acordaban quiénes serían los consejeros ciudadanos para estar en el INE y se repartían los asientos dependientes de la fuerza legislativa de cada instituto.
Totalmente cierto. Sin embargo, se llegaba a consensos para, justamente, lograr el equilibrio que fortaleció a la Democracia desde la fundación del IFE y después el INE.
Luego de un encuentro privado con líderes parlamentarios de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, el funcionario federal fue cuestionado en San Lázaro sobre los riesgos, o los posibles conflictos de intereses, en los que podrían incurrir los familiares de funcionarios del gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador, o cercanos a Morena, que aspiran a ser consejeros y presidentes del INE.
En opinión del cabildero que nadie contrataría para establecer las negociaciones entre un gobierno y el Poder Judicial, si los diputados no alcanzan un acuerdo, será la Suprema Corte de Justicia de la Nación la que, por insaculación, determinará quiénes llegan al destartalado órgano electoral federal.
El que no ve conflicto de interés en cualquier ciudadano que aspire a formar parte de la ahora dorada burocracia y mañana quién sabe, “si no se diese este hecho, por cualquier causa, entonces tendría que hacerse el mismo procedimiento de insaculación en el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Eso es el respeto a la ley, lo otro era el reparto de cuotas, que definitivamente ya se terminó en este país”.
Vaya, la descalificación va para todos los partidos y los diputados. El problema, se infiere, es que los legisladores llevaban su “tajada”, su “moche” y tenían influencia en los consejeros que, presuntamente, se identificaban con tal o cual partido. Era cuestión de cuotas.
Bajo el planteamiento del tabasqueño, si los 4 asientos son ocupados por “simpatizantes” de Morena, es decir, del presidente de los morenistas, no habría conflicto de interés y se pasaría de las cuotas a la CUOTA.
¡Qué alguien explique al funcionario cuál es desde su particular óptica la interpretación de conflicto de interés y de cuotas!
Sin duda encaja en la definición, junto con su paisano, en aquello que recomienda la RAE: «debes evitar esos estribillos que son muestra de falta de riqueza en la expresión».
Seguramente la pobreza obedece a la “austeridad franciscana”.
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