Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
El buen juez, por su casa empieza. Es una frase que se utiliza para determinar que quien pretende algo debe comenzar por mostrarse a sí mismo. Incluye las acciones que se tomen y que hayan resultado positivas para, después en su caso, compartirlas como el “éxito” que todos sigan a fin de beneficiar a los demás.
Sin embargo, en México tenemos un juez que ofrece consejos y no los sigue; recetas que no ha probado y si lo hizo, fracasaron; decisiones tomadas sin tener una meta y evaluar los resultados periódicamente.
Es el caso de la inflación. Desde mayo de 2022 se firmó el acuerdo del PACIC con miras a combatir, frenar principalmente, la inflación. Con la participación de cadenas de distribución y dos productoras de alimentos, se lanzó con bombo y platillo y una que otra cornetilla por parte de los escépticos Los menos, en su momento, se convirtieron en los más con el paso de los meses lo que orilló a una revisión de resultados en diciembre y la conclusión fue más clara que el agua bendita: la inflación galopa.
En México la elevación de precios al consumidor no ha cedido a pesar de los subsidios a los combustibles y a los permisos de importación de alimentos sin pasara por la certificación de las Cofepris y sin pagar aranceles. La escasez de ciertos productos y artículos alimentarios, sobre todo, es notoria y notable.
Sin embargo, el ínclito huésped temporal de Palacio Nacional ya lanzó su “iniciativa” para generar un plan contra la inflación con países de Latinoamérica con el fin de enfrentar la carestía de manera conjunta. Al anunciar con quienes ha charlado sobre el tema, dejó fuera a la mitad del hemisferio norte y confirmó que los diálogos han sido con gobiernos de izquierda.
Confirmó haber hablado con los presidentes de Brasil, Argentina, Colombia, Cuba y que le falta hacer llamadas con los de Chile, Bolivia y Honduras. Excluyó a Nicaragua y sorprendentemente a Venezuela.
¿Por qué dejó fuera a los países de derecha?
En la búsqueda de ser el “líder de la región”, puesto del que no desplazó Luiz Inácio Lula da Silva, ignora que lo propuesto es lo que realizó en México y hasta ahora no ha funcionado.
Su plan consiste en repetir la historia del fracaso mexicano.
Afirmó: “Estamos empezando, vamos a iniciar hacia y poco a poco se va a ir ampliando. Es un acuerdo económico, comercial, y vamos a invitar a productores, distribuidores, comerciantes, importadores, quienes venden, quienes compran. Esto tiene que ver con alimentos: conseguir precios, quitar aranceles, barreras que impiden que se puedan obtener alimento a buen precio para el mercado interno de los países”, porque “vamos a llevar un plan anti inflación de ayuda mutua para el crecimiento, para el intercambio económicos comercial con países de América Latina”.
Ni son todos los que están, ni están todos los que son. Más allá de filias y fobias, hay que poner en la mesa de las discusiones y que lo analicen los invitados, qué resultados se generaron en México y cómo se busca exportar el fracaso.
Dirá el mexicano que el subsidio a las gasolinas impidió que se disparara la inflación. Y quizá tenga razón. El costo financiero se estima en 500 mil millones de pesos en menos de un año.
La inflación golpea más a los menos fuertes y daña las economías de manera irreversible si las medidas que se adoptan son cortoplacistas, como en el caso mexicano, y se dejan en manos de quienes han crecido exponencialmente desplazando a productores, concentrando compras consolidadas para abatir sus costos sin que la disminución repercuta en los consumidores.
¿Decidió el señor López exportar la pobreza a sus colegas de “izquierda” para generar más pobres que son los primeros en la línea de defensa de los proyectos clasistas?
Insiste en buscar un liderato que nadie le va a conceder y menos el vecino del norte que mira con preocupación el debilitamiento del sistema democrático para sustituirlo por el encabezado por la autocracia.
¿Por qué no ha logrado que su programa antiinflacionario se refleje en los bolsillos de sus gobernados?
Las pensiones y los apoyos sociales se han empequeñecido y hasta ahora no ha habido forma de abatir costos de fármacos, alimentos cárnicos, ovíparos y lácteos.
Seguramente escuchó al agente de tránsito decir: “Oríllese a la izquierda” y, obediente que es con las leyes, lo hace.
¿La izquierda sacó de la pobreza a Cuba, Argentina, Colombia y Brasil?
Los números oficiales de instituciones gubernamentales locales y globales dicen lo contrario.
Sería más sano exportar algo que se probó y funcionó en México. ¿O no?, señor juez de la casa.
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