SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS
Cuando se escriben las presentes líneas, desde la madrugada de hoy 5 de enero, la ciudad de Culiacán, Sinaloa, es presa de un enfrentamiento entre grupos armados del narcotráfico y las diversas fuerzas de seguridad del Estado Mexicano. Se han quemado autos, camionetas repartidoras de alimentos, camiones del servicio público y diversos tráileres que trasportan bienes de distinto tipo. Se advirtió a la población mantenerse resguardada al interior de sus domicilios, se suspendieron clases, las oficinas de gobierno se mantienen cerradas y los reportes hablan de “una ciudad fantasma”. A pregunta capciosa de un locutor en la ciudad de México, el reportero sinaloense respondió que ello no era resultado de “abrazos y no balazos” proclamado por el presidente López Obrador, sino debido a décadas donde los gobiernos estatales y los federales hicieron muy poco o fueron omisos y el problema de la fuerza letal, las estrategias de cooptación y la influencia financiera del narcotráfico aumentó exponencialmente. ¿Qué sucederá de inmediato? Lo desconozco, pero como historiador me acuerdo que el gobierno de Miguel de la Madrid invitó al inicio de su sexenio a diversas autoridades colombianas (judiciales, militares y policiacas) para que explicaran su experiencia de combate a los carteles en Colombia. El coyoacanense estaba preocupado por el despegue mayúsculo del narcotráfico en México durante el gobierno del inenarrable López, pero Portillo, y la paradoja, omisión, o si se quiere interpretación, fue que el sexenio 1982-1988 no llevó a la práctica los consejos venidos desde Bogotá, Medellín y Cali. Desde aquellos años a la actualidad el problema del narcotráfico no han sido más que crecer, violentarse y empoderarse de amplias zonas de la geografía nacional; por ello las autoridades militares de Estados Unidos subrayan que los carteles de la droga controlan un tercio del territorio nacional… pero los locatarios de los mercados, de las tortillerías, los taxistas en Guerrero saben que el empoderamiento de aquellos es cotidiano y en todas las actividades. ¿Se dejaron crecer las actividades del narcotráfico por ineficiencia o ha sido durante décadas un plan premeditado, bien concebido que llena los bolsillos no solamente de los capos cuyos nombres aparecen en periódicos y series de televisión, sino beneficia a la clase política mexicana eminentemente corrupta que deriva sus intereses al empresariado de este país?
Otro rubro de alcances tan notables como el crimen organizado y que obliga a reflexionar sobre si existió un plan premeditado para hundir al país, es el que se refiere a los alcances de la educación que se brinda en México. A mediados del sexenio de Luis Echeverría se implementó una reforma educativa que dio al traste con el proyecto educativo humanístico, de las ciencias duras con una visión nacionalista y de las artes en sus diversas acepciones plásticas que venía de los tiempos de José Vasconcelos, allá por los años veinte. Los mayores artistas, intelectuales y científicos que ha producido este país se formaron antes de los años ochenta, produjeron sus más reconocidos libros, inventos, pinturas y esculturas y han ido muriendo en el tránsito entre los siglos XX y XXI.
De la reforma educativa arriba aludida al día de hoy, la educación en México, desde sus niveles básicos hasta el posgrado, brindada por instituciones públicas y privadas ha tenido como denominador común la simplificación de los contendidos educativos, la incorporación acrítica de modelos educativos y técnicas pedagógicas propias de países como Suiza, Finlandia, Estados Unidos o Alemania donde la realidad de las escuelas es diametralmente opuesta a la mexicana, caracterizada por paros sindicales en un sentido o padres/madres de familia enfermizamente consentidores de sus hijos y dueños de instituciones escolares que solamente les interesa el negocio. Ambas realidades se palpan en unas y otras escuelas, y no hace mucho, la que se refiere a la elite mexicana, fue bien retratada por el abogado/periodista Ricardo Raphael en su libro El mirreinato, cuando el académico era más crítico de las clases pudientes en este país.
El desencanto se puede volver peor cuando uno escucha en la radio locutores que pronuncian Róman en lugar de Román Meyer, el secretario de estado; el accidente en la de calle Medanos en lugar de Médanos; promocionales de inmuebles que repiten dinning room o living room en lugar de comedor y sala, pero no pueden construir un correcto párrafo en inglés; y más recientemente el regodeo en torno a los plagios académicos donde muchas lumbreras acusadoras no pasarían el rasero del sistema Ithenticate que detecta plagios, autoplagios y una muy interesante variedad de omisiones académicas directamente relacionada con la producción de tesis, libros, artículos científicos y de difusión, diseño de estrategias publicitarias, de golpeteo político etcétera. Sin embargo, el desastre educativo que se padece en la república mexicana va más allá de las formalidades curriculares, de los requisitos de titulación, de los consentimientos filiales en medio de la actual “generación de cristal”. La producción de artesanías que por igual estaban en los estados de Guerrero, Michoacán o Puebla, y que sin ser para coleccionistas tenía un cierto nivel de calidad, ahora lo que se encuentra en los mercados de artesanías es de ínfima calidad, de un rampante mal gusto, pero ambos males no borran las horas de mucho trabajo realizado por trabajadores artesanos; y si a lo último se le une el tipo de música que se reproduce en las estaciones radiofónicas, en los bailes populares o la imitación agringada de la que es muy afecta la clase media mexicana, tenemos un panorama nacional que puede resumirse como la gran crisis educativa en México. Crisis esta última que alimenta los gustos, los peones, las aspiraciones y violentos procedimientos del narcotráfico y de la violencia generalizada señalada al inicio de este artículo. ¿Quién se beneficia de ello? ¿Existe, de décadas atrás, un plan premeditado para potencializar la incultura y salvajismo entre la sociedad mexicana? Vale la pena meditarlo por la extensión que éstas ya alcanzan entre la sociedad.