Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Existe la máxima en el periodismo y en otros ámbitos: una imagen dice más que mil palabras. Nada más adecuado para referirnos a las expresiones, primero, de Martí Batres, luego de su jefa, Claudia Sheinbaum y después de Jefe de la Banda.
Por en el transcurso de la mañana de este pasado domingo, el secretario de gobierno de la Ciudad de México, mostró su florido lenguaje. Le preguntaron cuántos asistentes a la marcha y respondió: “Un chingo y dos montones”. Por la tarde, la gobernadora de la Ciudad de México afirmó que participaron un millón 250 mil personas. Y horas después. El huésped temporal e Palacio Nacional confirmaba lo que su alumna preferida había dicho.
Quince días atrás, el Batres estimó que la marcha para Defender a INE había contado entre “10 y 12 mil asistentes”. Ese domingo 13, estuvimos más 100 mil personas. A la mañana siguiente, la corcholata, reconoció que “hubo un error… se tomó el número de las primeras fotos cuando empezaba la marcha. Fueron como 60 mil”.
El presidente trajo a la mente una de las consignas clamadas en la marcha de la venganza: no somos no, no somos cien, cuéntanos bien. La misma que se coreó el 13 de noviembre. Ni siquiera para eso son originales los morenistas.
A través del Canal del Gobierno Federal e YouTube, se observaron las imágenes tomadas con drones y mostraban escasa asistencia. También se difundieron algunas en donde se captaron decenas si no es que cientos, de autobuses foráneos en los que fueron trasladados los “no acarreados”.
Se entiende que desde los segundos mandos del Gobierno federal se quiera mostrar el “atractivo” presidencial para “todo el pueblo” y se eleven ficticiamente las cifras de asistencia. Si en verdad concurrieron un millón 250 mil personas, que alguien salga a explicar los enormes lunares registrados en el Zócalo antes, durante la marcha y al arribo del presidente.
Pero, por favor, no les vean la cara de ¡What! a millones de mexicanos. Aprendan a contar y a comprender que las mentiras repetidas no se vuelven verdades. No son los tiempos de Goebbels, aunque pretendan revivirlos.
Aunque risueño y aparentando un buen humor que pocas veces exhibe, el señor López decidió darse cuerda solo y amenazar con encabezar otra marcha si “la gente lo pide”. Reconoce estar “chocheando” y, a pesar de las dificultades para caminar –tiene problemas en na rodilla- osará retar a Crono, al Creador y a la Ciencia.
Hace 11 días reveló que decidió cambiar la fecha del informe porque hizo “algunas consultas” y lo convencieron de que lo suyo, lo suyo, suyo es estar en las calles defendiendo su proyecto político.
Eso nadie se lo discute. Porque es su proyecto, no de todos los mexicanos.
Es claro que quiere seguir mandando, aunque repita, sin tomar AlkaSeltzer, que es cierto su retiro de la política y de los eventos públicos. Vaya ni siquiera asistirá a las bodas de sus hijos o los juegos de beisbol de sus nietos. Sin duda, todos agradecerán su ausencia.
Como millones de ciudadanos lo harán también.
Vivir en tinieblas provocadas por las cortinas de humo, no lo deja reflexionar y darse cuenta de que no es el “amado líder” que supone y que los millones de acarreados solamente están en su mente y la de sus acólitos.
A los que nos informaron del número de asistentes y negaron que la torta –este era sándwich- y el refresco forma parte de la dieta de los marchistas -el propio Canal oficial del gobierno, mostró como la jefa de gobierno personalmente entregaba el “desayuno-comida”- hay que recomendarles el uso del ábaco, porque mostraron que la tecnología no les ayuda nada.
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