- El Engranaje, Podría no ser Suficiente
- La Escuela de Pinochet, Está Presente
- Controlar TV, Radio, Medios, Carreteras
- La 4T, Prepara el Terreno Desde Ahora
- En la Mañanera, se Siembra la Semilla
- Negativa de Admitir la Derrota, a la Vista
POR EZEQUIEL GAYTÁN
Un golpe de Estado se define como la forma repentina, rápida y efectiva de tomar el poder por parte de un grupo de manera violenta, ilegal y por la fuerza que es ejecutada usualmente por militares, grupos armados y agencias de espionaje. De hecho, existe una tipificación de los mismos, pues los hay producto de una revolución o una guerra civil o los más usuales que provienen de una asonada.
El último golpe de Estado en nuestro país lo dio el traidor de Victoriano Huerta en febrero de 1910. Desde entonces ha habido algunas intentonas como la del grotesco general Saturnino Cedillo en San Luis Potosí en 1938. En Latinoamérica conocemos en demasía acerca de ese tema y tristemente evoco el 11 de septiembre de 1973 cuando el insidioso de Augusto Pinochet dio el golpe de Estado contra la Unidad Popular y Salvador Allende en Chile. Recuerdo que los primeros pasos que dieron los golpistas fueron: a) apoderarse de las carreteras; b) controlar las telecomunicaciones; c) tomar las estaciones de radio y televisión; d) apoderarse de las universidades: e) tomar las sedes de los poderes legislativo y judicial antes que la Moneda; f) controlar los aeropuertos y puertos marítimos.
Mi tesis es que si en 2024 pierde Morena la elección, el gobierno podría poner en acción la siguiente estrategia: a) la guardia nacional ya controla las carreteras y, por lo tanto, cerrarlas; b) las telecomunicaciones en México están controladas por un tercer secretario de comunicaciones y transportes “a modo” y dispuesto a cumplir sin titubeos las órdenes presidenciales y la telefonía está bajo el mando de un sindicato controlado férreamente por Francisco Hernández Juárez, un hombre leal al presidente López Obrador; c) las estaciones de radio y televisión ya están acotadas en su mayoría y bajo el acecho y amago del gobierno, empezando por las dos televisoras que ya están a las órdenes del gobierno morenista; d) los experimentos que los activistas de Morena han realizado en la UNAM, el IPN y otras instituciones públicas de educación superior ya fueron probados y ya midieron la intensidad y fuerza que necesitan para tomar esos centros de educación; e) el actual gobierno, a todas luces presidencialista, ya tiene tomado el poder legislativo y sometido al poder judicial; f) los aeropuertos ya están, de facto, controlados por las fuerzas armadas, así como los puertos marítimos.
ESTIGMATIZAR ES LA
LÍNEA INTIMADATORIA
Tal vez algunos lectores suponen que exagero. Sin embargo, por el método deductivo sostengo que este gobierno no está dispuesto a someterse a las reglas formales de la democracia. Por eso requiere desaparecer al INE, placear desde ahora a sus precandidatos y romper los principios de equidad electoral y conducir el proceso electoral desde las conferencias mañaneras. Aún más, es clara la intención del presidente López Obrador de estigmatizar y reducir a su mínima expresión a los partidos políticos de oposición y a los posibles contendientes a la titularidad del poder Ejecutivo Federal.
De hecho, se observa la misma estrategia seguida por los militares golpistas chilenos inmediatamente después de aquella fecha fatal: promoción desmedida de la 4T; promesas de bienestar social; aparente legalidad libre de toda corrupción; intentona de prolongación del mandato y supuesta defensa de las libertades y de los Derechos Humanos, pero condenando simultáneamente a periodistas y medios de comunicación y nombrando a una mujer incompetente al frente de la Comisión de los Derechos Humanos. El primer mandatario condena las marchas, se siente agredido y, consecuentemente, viola el artículo 6 de la Constitución que dice a la letra: “La manifestación de ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa” de ahí que el discurso estigmatizador de López Obrador es a todas luces autoritario, peligroso y su despliegue de fuerzas me recuerda el golpe de Estado en Chile.
En caso de perder Morena las elecciones de 2024 ya están sentadas las bases para dar un golpe de Estado técnico y paradójicamente a favor de sí mismos. Algo semejante a lo ocurrido en Venezuela y Nicaragua. Sería un golpe blando, a modo y envuelto en eso que la sociología jurídica americana denomina “lawfare” o guerra judicial que es el mecanismo aparentemente democrático y apegado al Estado de Derecho mediante el cual se reeligen los gobernantes o mantienen en el poder a su partido. Es el uso de las mismas estrategias y tácticas castrenses, pero con la diferencia de que, en este caso, es con el propósito de mantener en el poder de la nueva nomenclatura.
PORFIRIO DÍAZ SE
REELIGIÓ LEGALMENTE
En realidad no es algo nuevo. Si revisamos la historia patria el general Porfirio Díaz siempre se reeligió con apego a Derecho cada vez que se aproximaba el periodo electoral. En otras palabras, modificaba la Constitución una y otra vez cada cuatro años en ese tema. Con la excepción de 1910 que en lugar de reelegirse por cuatro años fue el primero en plantear un sexenio al frente del poder Ejecutivo.
La estrategia gubernamental está en lo general bien planeada y cuenta con los recursos necesarios y suficientes. Empero, aún requiere pulirse y ajustar algunos rubros jurídico-administrativos que le impiden a la actual gestión asegurar esa especie de “autogolpe de Estado técnico”. De hecho, ya tiene a las fuerzas armadas realizando funciones propias de los cargos civiles en las aduanas, en la construcción de infraestructura, en las labores de seguridad pública y, por ende, ya conocen las avenidas, calles y callejones de las ciudades. Ha desarticulado los engranajes de la Administración pública y es claramente observable el desvío de los recursos públicos en favor del partido en el poder. Peor aún, las personas servidoras públicas que hoy ocupan puestos transcendentales no han aprendido mucho acerca del desempeño de sus funciones y por lo mismo la improvisación y la ineficacia están presentes, pero al servicio de su partido político. En otras palabras, la expresión presidencial “se requiere de personas en los cargos públicos que en un 90% sean leales y un 10% tengan experiencia” ahora tiene sentido, pues ellos tomarán las decisiones que sirvan a los intereses de su líder sin importar las consecuencias técnico-administrativas que ocurran.
La ideologización del discurso gubernamental de que la presente administración ha sorteado intentonas de golpes de Estado, que en lo personal pongo en tela de duda, se debe entre otras explicaciones, ahora entendibles, al despliegue de su estrategia de mantenerse en el poder a como dé lugar y con base en las tácticas aprendidas de los militares sudamericanos, pero a favor del actual gobierno. Esos discursos me parecían fuera de contexto y con mensajes crípticos. Sin embargo, ya empiezan a tener sentido en las actuales circunstancias.
No sostengo que se avecina un autogolpe de Estado porque la definición aplica a los casos mediante los cuales el presidente o líder de un país tras haber llegado legal y legítimamente al poder, acomete en contra de las instituciones, disuelve mediante el uso de la fuerza y el abuso del poder a los poderes legislativo y judicial con el apoyo de las fuerzas del orden asume poderes extraordinarios. Ahí tenemos el caso de Agustín de Iturbide y el Primer Imperio.
SÍ HABRÁ ELECCIONES
…LA DER
Lo que planteo hipotéticamente es algo diferente, pero semejante. Lo que arrojo al debate es que sí se desarrollará el proceso electoral en 2024, pero que el actual gobierno no reconocerá el triunfo de otro candidato que no sea el de Morena y que se desplegará toda la maquinaria del Estado antes, durante y después de la jornada electoral a fin de que repita el partido Morena en el poder. En otras palabras, se trataría de un golpe de Estado técnico con señales de acechar, amedrentar y amagar a la población con rumores e inculcando el voto del miedo. Se trata, como su nombre lo dice, de algo técnico que evite de ser posible el derramamiento de sangre, pero recurrir a la violencia de ser necesario.
Hasta el momento pareciera que la reforma electoral propuesta por el presidente López Obrador no pasará. Confío en que los partidos políticos de oposición hagan su trabajo, pues con su negativa a dicha reforma habrán estropeado un engrane muy importante a la maquinaria del golpe de Estado técnico que hipotéticamente sostengo se prepara. Los otros engranes, como ya lo demostré líneas arriba, ya giran con el propósito de que sea un golpe de Estado técnico ex ante y no ex post.
Desconozco qué nuevas acciones se preparan en el cuarto de guerra del Palacio Nacional. Es claro que la actual gestión ya tiene planeadas otras opciones orientadas a mantenerse en el poder. Sobre todo, porque su fachada de demócratas se cae a pedazos. Saben que en su agenda de riesgos el asunto de la comunicación gubernamental va viento en popa, pero también saben que ninguno de los cuatro precandidatos ha logrado desplegar esos ríos de convencimiento que tiene el presidente, lo cual puede generar algún tipo de crisis, pues una vez definido el o la candidata empezará a desvanecerse el impacto de las conferencias mañaneras. De ahí que el arsenal de estrategias muy posiblemente tiene como marco referencial el golpe de Estado técnico que le permita al movimiento de Morena aferrarse al poder.
Los elementos para construir mi hipótesis ya están explicados y a la vista de todos.
No es un problema de interpretación, sino de ver la realidad y llegar a conclusiones. Puede suceder que yo esté equivocado y resulte falsa mi tesis, pero puede resultar cierta. El escenario ya está planteado. No basta con esperar. Lo importante es actuar. La política es el arte del engaño y un juego de destrezas en donde lo importante es desmantelar la estrategia del contrario antes que confrontarlo. Se trata de evitar que suceda lo que no se desea y de procurar que acontezca lo que se desea. La suerte aún no está echada y advertir acerca de los posibles riesgos de las acciones gubernamentales es labor del análisis político.