Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Distintos escenarios y ambos con discursos de dos que quieren ser y que muestran el “músculo” a su manera.
La gobernadora de la Ciudad de México se lanzó a repetir las mentiras cotidianas de las mañaneras. Usted juzgue:
“Hoy México es un país distinto. La Cuarta Transformación se consolida con el acceso a los grandes derechos y se apoya a quien menos tiene, bajo el liderazgo de nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, en cuatro años acabó con privilegios y corrupción”.
Sí, se acabaron para unos que son cercanos y conocen bien cómo disfrutarlos. Y hablar de que se acabó la corrupción, es doblemente mentira. Existe, existirá y prevalecerá en las familias del poder político. Ignorar lo que hacen los hermanos del presidente, sus primas, sus compadres, sus hijos, es negar la existencia del Sol, que cada mañana, cuando está de buen humor, asoma por el oriente y se esconde por el poniente.
Las loas, por supuesto, responden al guión escrito, dirigido y producido -con dinero público- por el que se quiere quedar con todo, inclusive con el INE y el TEPJF.
Según la Jefa de Gobierno de la Capital del País “en la 4T no ponemos el dinero como el poder supremo, la verdadera felicidad se obtiene cuando se ama y trabaja por la familia y para la patria. De ahí venimos, ese es nuestro anhelo y nos emociona ver cómo cada día se va transformando nuestro país”.
Nadie niega la transformación. Lo que se hace es evaluarla y, hasta ahora, es de reprobada… también la funcionaria que abandona sus responsabilidades para andar siguiendo los pasos de Gabilondo Soler. Es decir, grillando.
Por su parte, Marcelo Ebrard, al que se le queman las habas porque quiere, exige, demanda, una “encuesta del partido que debe ser una carrera libre y limpia”. Se vale soñar, al fin que no cuesta nada si se tiene buena relación con Morfeo.
Reunido con mujeres -se informa que se contabilizaron más de mil 500-, el que alguna vez tuvo en sus manos la candidatura presidencial y se la robó, sí, eso hizo, el ahora huésped de Palacio Nacional. afirma, con “emoción”: “¡Este pueblo ya despertó, somos libres y vamos a elegir a quienes nosotros queramos, nadie nos va a imponer a nadie, somos libres!”.
Para que quede claro que la relación con la corcholata que despacha en el Antiguo Ayuntamiento -justo en la esquina oriente de la Plaza de la Constitución-, el que tiene sus oficinas frente a la Alameda, expuso a las mujeres: “Aquí no hay camiones del gobierno local, a nadie le pidieron que viniera, de su sindicado, porque por ahí es lo que están haciendo, lo que luchamos toda la vida que no se hiciera. Vamos a luchar por lo que queremos y nadie nos va a doblegar”.
Más claro el mensaje, imposible.
Hay, se advierte, una lucha de máscara contra escasas cabelleras-¿quién la trae?- que desgasta y cansa. De tanto escuchar lo mismo, el aburrimiento aparece, aunque no se quiera.
Las tres figuras que quieren suceder al tabasqueño, no se respetan entre sí. Cada cual supone ser el elegido (da) del “señor” y del “dedo”·, por lo que hacen lo que les viene en gana y enseñan el color de la Línea 12: el cobre.
Si Dios decide castigarnos por segundo sexenio, ganará alguno de los tres y dejará en el camino al otro aspirante que, por supuesto, no se considera corcholata.
¿A qué hora trabajan la Jefa de Gobierno, el Canciller y el secretario de Gobernación?
Dirán que los fines de semana no están impedidos para promoverse, organizar reuniones con pinta de mítines y moverse a sus anchas con el permiso del amo.
Újule.
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