¿Se Hará Realidad el Asesinato del Instituto Nacional Electoral?

Los Dados de Dios

*Mientras en el País Unos Preparan las Armas, Otros Están Dispuestos a no Permitirlo

NIDIA MARIN

En México, para nuestra desgracia, hay quienes buscan asesinar al Instituto Nacional Electoral (INE), la segunda institución sin control oficial que ha llevado al poder a los últimos presidentes: Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador.

No fue porque sí la creación de la primera institución libre del absoluto control gubernamental, sino consecuencia de la crisis que se produjo en las elecciones de 1988, cuando se habló de un gran fraude, después de que, presuntamente, con poco menos de 49% de la votación total, salía triunfador el priista Carlos Salinas de Gortari, por “un cómodo margen” dijeron, sobre Cuauhtémoc Cárdenas, candidato de la coalición del Frente Democrático Nacional (FDN) y del Partido Mexicano Socialista (PMS), quien obtuvo casi 30% de los votos totales, y Manuel Clouthier del Partido Acción Nacional (PAN), a quien se le acreditó algo más del 16%.

Las crisis políticas internas habían marcado a los partidos PRI, PAN y, entre otros, desde el principio de las campañas. En el primer caso, con la salida de la llamada Corriente Democrática con Cuauhtémoc Cárdenas al frente y en el segundo con “El Maquío” rompiendo con las estructuras de la dirigencia del blanquiazul. Ambos aspirantes, Cárdenas y Clouthier atrajeron multitudes, pero… extrañamente no se reflejaron en las urnas.

De acuerdo a Juan Molinar y Jeffrey Weldon “…en 1988 el PRI sufrió una caída de 15 puntos porcentuales respecto del último comicio federal, y de más de 20 puntos respecto de la anterior elección presidencial; si la comparación se hacía en términos de votos absolutos, la pérdida consistía en casi dos millones de votos con respecto a 1985, y en casi 5 millones de sufragios con respecto a 1982”.

Lo explican: “Es decir, el proceso de declinación del nivel de apoyo electoral del pri que se observaba desde 1955 dejó de ser gradual para convertirse en una caída en picada; esto es, “el pri no puede alegar haberse mantenido; en el mejor de los casos, puede decir que ha resistido”.

Y por si fuera poco… “Adicionalmente, el pri perdió por primera vez estados completos: Baja California Norte, Distrito Federal, México, Michoacán y Morelos. En esas cinco entidades, el ganador oficial fue Cuauhtémoc Cárdenas…”

La consecuencia fue una constante inestabilidad política en el país, por lo que en medio de la inconsistencia y la crisis política nació el señalado Instituto Federal Electoral, pero a la usanza antigua: manipulado desde la Secretaría de Gobernación.

EL NACIMIENTO

OBLIGADO DEL IFE

Así, en 1990, tras las Reformas realizadas a la Constitución en materia electoral, el Congreso de la Unión expidió el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) y ordenó la creación del Instituto Federal Electoral (IFE) para “contar con una institución imparcial que dé certeza, transparencia y legalidad a las elecciones federales”.

Sin embargo, dicha institución, tras algunos años fue liberada del control oficial electoral ejercido desde la Secretaría de Gobernación (el último funcionario de tal dependencia en manipular las elecciones sería Fernando Gutiérrez Barrios).

Entre las elecciones que llevó a cabo el IFE estuvieron tres presidenciales donde los triunfadores fueron: Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto.

Así, durante el mandato de este último nació el Instituto Nacional Electoral convertido en una autoridad nacional para las elecciones con la finalidad de homologar los procesos de elección en el país y elevar los niveles de calidad de la democracia electoral mexicana.

Todo parece indicar que la intención de Andrés Manuel de modificar al Instituto Nacional Electoral no tiene la finalidad de acabar con el clientelismo electoral y la compra de votos en México, sino lograr colocar en puestos clave a sus afines.

¿Y A CÓMO DAN EL 

VOTO?, DEPENDE 

 

Como cantaba Antonio Badú… “Te Vendes / Quien Pudiera Comprarte”.

En el gran trabajo “Fortalezas y Debilidades del Sistema Electoral Mexicano Perspectiva Federal y Local”, coordinado por Luis Carlos Ugalde y Said Hernández, se ubica el análisis “Clientelismo electoral, coacción y compra del voto en México”, de Alberto Simpser Mondlak.

Señala, por ejemplo:

“No hay medidas confiables sobre el precio de un voto en México para años recientes. Sin embargo, es posible estimar un rango a sabiendas de que el estimado es incierto. Un estudio de las elecciones presidenciales de 2000 sugiere un rango de doscientos cincuenta a quinientos pesos. En la elección de 2012, Alianza Cívica estima que el precio osciló entre cien y ochocientos pesos, con datos de su monitoreo electoral. En esa misma elección, algunos videos compartidos en YouTube sugirieron un precio de setecientos pesos. En la segunda ronda del Estudio Panel 2012, 65 encuestados reportaron haber recibido una oferta de regalo o servicio a cambio de su voto. De éstos, 17 reportaron específicamente haber recibido dinero o alguna tarjeta con dinero (para compras o para tiempo de celular). Sólo nueve mencionaron una cantidad específica: cinco dijeron quinientos, dos afirmaron que mil, uno refirió cien y otro ochocientos. 

“Lo anterior sugiere que el rango “típico” en las elecciones de 2012 fue de quinientos a mil pesos por ciudadano cuando se pagó en dinero. Queda abierta la pregunta de cómo varía el precio por voto según la región, el individuo, el intermediario y el partido político. También queda por responder la pregunta de diferencias de precio por voto cuando se busca cambiar el sentido del voto frente a cuando se busca alentar (o evitar) la participación.

“Además de (o en lugar de) dinero, los encuestados en el Estudio Panel 2012 reportan haber recibido cemento, despensas, útiles escolares, gorras y camisetas, un par de tenis, entrada a la universidad y acceso a beneficios de programas sociales como Procampo y Oportunidades (hoy Prospera), entre otras cosas. El costo de dichos bienes para el partido no se conoce. En principio, es posible que algunos bienes y servicios que el partido ofrece puedan tener un costo monetario muy bajo o nulo, siendo intercambiados por algún permiso, contrato o servicio para el proveedor. Menos información aún hay sobre los pagos a intermediarios. Ugalde y Rivera (2013) reportan que a un taxista se le pagó hasta dos mil pesos por toda la jornada electoral, para ayudar al acarreo de votantes.

Y en las que denomina “Características del Ciudadano-Cliente”, pregunta: 

“¿Qué perfil sociodemográfico tienen los ciudadanos a quienes los partidos ofrecen tratos clientelares? 

“La literatura sugiere que, en general, los partidos prefieren a ciudadanos de bajos recursos; es más barato comprar su voto (Stokes 2005). En realidad, el perfil seleccionado dependerá del mecanismo por el que buscan influir en el ciudadano. Por ejemplo, cuando el partido clientelar espera que el ciudadano le favorezca por un sentimiento de agradecimiento –y no como resultado de la verificación de su participación o del sentido de su voto– buscará ciudadanos con alta probabilidad de reciprocar. Si el partido intenta aumentar la participación de ciudadanos con alta probabilidad de votar por éste, se centrará en ciudadanos cuyas preferencias sean conocidas por el partido o sus intermediarios (core voters). Si el partido aspira a cambiar el sentido del voto, se dirigirá a ciudadanos con preferencias ligeramente favorables a algún contrincante (swing voters)”.

En fin, que la esperanza de la mayoría de los mexicanos pensantes es que López Obrador no se salga con la suya de asesinar al Instituto Nacional Electoral.

 

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