La Creación de la Riqueza

Zygmunt Bauman. ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? Editorial Paidós, Barcelona. 2013. 112 páginas

DAVID MARKLIMO

Uno de los mitos fundacionales del liberalismo económico es el que sostiene que cuando una persona acumula riqueza de produce un efecto derrame hacia los demás miembros de la sociedad. Entonces, un país es próspero en la medida en que concentra algunos ciudadanos ricos. ¿Qué nos dice la evidencia? La respuesta es que a creacón de riqueza no produce efecto derrame, sino que -por el contrario- se produce lo que se llama acumulación. Justamente, la acumulación es el origen de la desigualdad. Ya el economista francés, Thomas Piketty alertó sobre ello es su célebre obra, El capital en el siglo XXI.

Algunos datos son ya muy conocidos:

  1. Casi todo el crecimiento del producto nacional que consiguió Estados Unidos desde el colapso crediticio de 2007, más del 90% del mismo, cayó en manos del 1% más rico de los estadounidenses.
  2. El 20% más rico de la población consume el 90 por ciento de los bienes producidos.
  3. El 1% más rico posee casi 2,000 veces más que el 50% de la población mundial.

El precio de la desigualdad es crear dos mundos, cada vez más distanciados y aislados entre si: unos pocos ricos y una gran masa que se definiría como precaria. Estos dos mundos, se pueden observar a simple vista en las redes sociales.

A este debate, hay que añadir las reflexiones del sociólogo polaco, Zygmunt Bauman, en su obra ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? Lo interesante de este pequeño ensayo (tiene poco más de cien páginas) es detectar las consecuencias de la acumulación y la sociedad desigual. Bauman entiende que este proceso es una especie de círculo, pues se alimenta en gran parte del consumismo que, inyectado profundamente en la sociedad, crea necesidades crecientes que el ciudadano se ve impulsado a satisfacer.

La competitividad es otro de los factores que contribuye a que el círculo gire, pues establece una competición entre los consumidores para intentar obtener siempre algo de más valor, algo que al menos simule un estatus algo más elevado.

Bauman va sondeando en distintos aspectos de la sociedad actual a partir de aquellos datos iniciales sobre la desigual distribución de la riqueza. No es tanto un libro de certeza económica, sino con un claro matiz ético. Así, Bauman nos hace preguntas como: ¿cuánto crecimiento económico es suficiente? ¿Qué se necesita para una buena vida? Varias consideraciones al respecto. La concentración de la riqueza implica también concentración del poder, y por tanto ‘la primera víctima de esa profunda desigualdad será la democracia’, toda vez que los bienes necesarios para la supervivencia van quedando en manos de unos pocos y por tanto la capacidad de acción de los Estados se va reduciendo. Este postulado deriva en una alteración de los conceptos de sujeto y objeto. Más claro, pues: a día de hoy hay sectores la población que son engullidos y degradados por el sistema. De esta forma, la precariedad solo les permite centrarse en su subsistencia, pasando a convertirse en objetos, piezas, cuyo valor radica exclusivamente en que el mecanismo siga funcionando.

La Historia demuestra que la desigualdad no es algo natural e inalterable. Los países exitosos son aquellos cuyo modelo, por sobre todas las cosas, defiende la solidaridad y la cooperación. Parece difícil, pero de nueva cuenta, los datos indican que si es posible.

 

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