“Rollerball”

Feliz, Pero sin Libertad

HORACIO ARMANDO HERNÁNDEZ OROZCO 

“Rollerball”, película de ciencia ficción distópica dirigida por Norman Jewison, con la actuación de James Caan (Jonathan E.), John Houseman (Sr. Bartholomew), John Beck (Moonpie), Maud Adams (Ella), y Moses Gunn (Cletus), estrenada el 25 de junio de 1975.

En un futuro, el mundo será un estado global agrupado en seis corporaciones: Energía, Alimentación, Lujo, Vivienda, Comunicación y Transporte; la tranquilidad social es absoluta, pero las personas carecen de libertad y se desahogan con el Rollerball, un violento juego donde los jugadores corren peligro de muerte.

El guion de la cinta está escrito por William Harrison, quien adaptó su propio cuento corto, “Roller Ball Murder”, que apareció por primera vez en la edición de septiembre de 1973 de Esquire, pero no es una película de deportes, sino una dura crítica a las corporaciones que buscan la globalización del mundo y la aniquilación de los estados.

HA NACIDO 

UNA ESTRELLA

Jonathan E., capitán y estrella veterana del equipo Houston Rollerball, se ha convertido en el jugador más reconocido y talentoso del deporte. Después de otra actuación impresionante contra el Madrid, el Sr. Bartholomew, presidente de Energy Corporation, anuncia que Jonathan aparecerá en una transmisión “multivisión” sobre su carrera.

La película se centra en Jonathan E., cuyo carisma a nivel mundial se convierte en un problema para las corporaciones hegemónicas, pues el juego es un sustituto de todos los equipos deportivos antes existentes y suplente de las guerras, cuyo propósito es el entretenimiento de las masas, satisfacer la sed de sangre del hombre; tan es así, que el Sr. Bartholomew lo describe como un deporte diseñado para mostrar la futilidad del esfuerzo individual.

La popularidad y longevidad de Jonathan como jugador amenazan este propósito.

MUY PRONTO 

PARA JUBILARSE

Bartholomew le dice a Jonathan que quiere que se retire, y para ello le ofrece un lujoso paquete de retiro, el anuncio será durante el especial, Jonathan pregunta la razón y la única respuesta que recibe es que debe hacerlo por un ambiguo “bien común”.

El argumento del retiro en toda sociedad dirigida por empresas gira en torno a los beneficios que trae una jubilación y la importancia de respetar las decisiones ejecutivas.

La razón de esta presión sobre el jugador es que él ha demostrado el potencial humano; su éxito personal ha puesto en entredicho la intención última que las corporaciones tenían al crear el Rollerball; así que la negativa a retirarse es una nueva amenaza, ya que las grandes estrellas se retiran por decisión propia y no por presión o decisión corporativa.

Así que Jonathan no debe ni puede morir en algún accidente sospechoso, por lo cual en los siguientes partidos las reglas cambian, a fin de que muera en el propio campo deportivo.

UN MUNDO FELIZ, 

PERO SIN CULTURA

Sospechando de una jubilación forzada, Jonathan va a una biblioteca y pide libros sobre las corporaciones y su historia, pero encuentra que todos los libros han sido digitalizados y “editados” para adaptarse a las necesidades de las corporaciones, y ahora están almacenados en supercomputadoras en grandes ubicaciones corporativas protegidas.

En parte, la razón por la que la gente consiente semejante arreglo es debido a la privación deliberada de material educativo e información imparcial. La televisión sólo emite partidos de rollerball y las bibliotecas locales son ordenadores impersonales que únicamente ofrecen “resúmenes” de obras literarias.

De hecho, Moonpie, compañero de Jonathan le pregunta inocentemente “¿Para qué quieres los libros? Mira, si quieres aprender algo, consigue un Maestro Corporativo para que venga y te enseñe. Utiliza tu Tarjeta de Privilegios”.

Hay una escena entre patética y cómica, cuando Jonathan viaja a Ginebra para visitar los archivos informatizados en los que las corporaciones almacenan todos los datos, pero el bibliotecario demuestra una total ineptitud a la hora de conseguir la información que le requieren, pues Zero, el ordenador maestro, ha “perdido” todo el siglo XIII.

Una sociedad narcotizada por la ignorancia y el espectáculo es un caldo de cultivo ideal para las dictaduras, sean éstas de una ideología, de la contraria o de ninguna en absoluto, como es este el caso; todo gira alrededor del rollerball, porque en tanto lo único en que se piense sea en el juego y en quien gana o pierde, nadie se preguntará quién fija las reglas del sistema político y social y para beneficio de quién.

UN JUEGO 

SIN REGLAS

Cletus, el ex entrenador de Houston que trajo a Jonathan y lo ayudó a convertirse en una superestrella, le advierte que el Comité Ejecutivo le tiene miedo, aunque no puede entender por qué gente tan poderosa le tendría miedo al mejor jugador del mundo.

A pesar del peligro en el que se encuentra, Jonathan se niega a jubilarse, su desafío lleva a que las corporaciones decidan que el próximo partido en el que participe no tenga reglas ni límite de tiempo, lo que les permitirá liquidarlo con facilidad.

Cuando alguien es una amenaza para el sistema, entonces hay que cambiar las reglas para que deje de serlo, esto es, subrayar la pequeñez del esfuerzo individual y recalcar subliminalmente que las grandes decisiones deben dejarse en manos de unos pocos poderosos.

Una de las funciones más obvias de la ciencia ficción es servir de válvula de escape y crítica hacia las realidades sociales que oprimen a la humanidad, describiendo un futuro distópico que ponga de manifiesto, con mayor o menor fortuna, la carga crítica con la que se arremete contra el sesgo de realidad que corresponda.

La cinta postula esa sociedad futura comandada por un estado de corporación global que sólo busca mantener adocenada a la población; y que, gracias a esta organización, todo el mundo goza de un bienestar material sin igual, una utopía aparente; pues una sociedad en paz necesita purgar los impulsos violentos de sus miembros, y con este objetivo ha sido creado el “rollerball”, ya que al pueblo, pan y circo.

Pero ¿valdrá la pena vivir confortablemente, aunque no se goce de libertad ni para leer lo que se quiera?

La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

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