¿Y si se la Concede?…

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez

De un Jefe de Estado se espera lo represente con dignidad, eficiencia y eficacia.

Es difícil entender al que cobra por el mal desempeño en ese cargo.

Mucho más, si en lugar de reflexionar sus expresiones, las hace a bote pronto y pide cosas que, por su vehemencia, podrían otorgársele.

Quejarse hasta el punto de provocar lágrimas en sus adversarios, muestra que no es el prohombre que presume ser.

“Estaba yo leyendo lo de mi enfermedad supuesta, de gravedad”…“estaba yo a punto de irme al otro mundo, algunos decían ‘al infierno’. Nada más por eso me gustaría ir al infierno, para ver cuántos de estos me encuentro por allá, santurrones hipócritas”.

Si lo pide, a lo mejor tiene la oportunidad de adelantar la llegada al espacio que le corresponde.

Claro, su arribo al reino de Satán podría darle la oportunidad de afianzar la “transformación” y que en lugar de ser de simple castigo invente la prisión preventiva oficiosa y llene el lugar hasta que entre uno y otro hipócrita confiese la verdad.

Tortura permitida por el mismísimo Belcebú que, sin duda, festejaría la llegada de su aliado sin saber que más pronto que tarde lo desplazará y escribirá su propia reglamentación borrando de un plumazo todo lo que le costó milenios redactar.

Hay que leer y no entre líneas, lo que dijo al enterarse de que las ahora malditas redes sociales difundieron.

-“Algunos casi ponían ahí ‘ayúdanos diosito’. Entonces yo digo: ¿cómo van a la iglesia y a los templos? ¿Qué no nos enseñaron que no debemos desearle la muerte a nadie? ¿Dónde está el humanismo? Se eclipsa por el fanatismo, por lo ideológico, por lo dogmático.,

-“no es posible que se actúe de esta manera, que se le desee el mal a nadie. El ejemplo para sus hijos, ¿cómo se van transmitiendo estos horrores de generación en generación?”. Si bien también celebró que, por fortuna, “es muchísima más la gente fraterna, solidaria”.

Vaya forma de interpretar el descontento de millones de sus gobernados.

Un personaje que habla de “por el bien de todos, primero los pobres” y lo menos que haca en la vida pública y privada, es seguir sus recomendaciones. Vive en un Palacio que no conocen los pobres. Acusa a todos los que no estamos de acuerdo con su proyecto. Privilegia la educación privada y en Londres de su menor hijo. Tiene de invitados a sus comidas, a los hombres y mujeres -parece que asisten tres- más ricos del país y competidores con los de todo el planeta. No respeta la vida humana en realidad. Lo hace de palabra y en el papel. ¿Qué les puede decir a las familiares de 123 mil asesinados en su gobierno?

Pregona la austeridad republicana para los otros no para sí ni los suyos. Es cínico e hipócrita. Pretende mostrar dolor por lo que le pasa a la gente, no sus semejantes -con uno nos basta- y siempre envía abrazos, como si la gente estuviera en espera de eso y con ello remediar sus males.

A lo mejor adelantar el viaje al sitio en donde vivirá eternamente, le haría bien. Recibir el trato que le da a dos tercios de la población, probablemente lo humanicen y le borren las venganzas que tienen enconadas en el corazón.

Afirmar que “es muchísima más la gente fraterna, solidaria”, denota que reprobó en las tablas del 1 al 10. 

Si pide con vehemencia tener una entrevista con el Diablo, se le puede conceder. Claro, confiando Satán en que será el maestro y sin entender que la amenaza mayor no será Jesucristo sino Andrés.

Así que, el poseedor de la puntiaguda y filosa cornamenta no debe hacerse ilusiones de que tendrá un aliado. Encontrará al personaje que se identifica con Judas Iscariote.

Ser Jefe de Estado está más allá de las quejas, los lloriqueos y los insanos deseos.

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