Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Desde la tribuna divina de Palacio Nacional se lanzan un día sí y el orto también, acusaciones sin sustento. Se habla de que fulano de tal es corrupto y perengano es fifí y conservador. Se revelan nombres de jueces por el supuesto comportamiento ilegal al conceder amparos. A otros, el dedo flamígero del iluminado les apunta por estar en connivencia con el crimen organizado, ya sea de cuello blanco y dedicados a la extorsión. Hay un largo etcétera sobre el particular.
Y hasta ahora nadie ha propuesto difamar al huésped temporal de Palacio Nacional por la difamación y calumnia que, como él mismo dice, tizna… nunca completa la frase.
EL pasado viernes, durante la discusión de la reforma para que la Guardia Nacional fuera adscrita e la Secretaría de la Defensa, la senadora Lilly Téllez dijo que el objetivo de la militarización tiene como fin las elecciones, para que Morena gane a la mala en el próximo sexenio.
“Les advierto que la justicia los va a alcanzar. El presidente y Morena tuercen y retuercen la ley… Como el falso profeta, López Obrador ofreció paz y entregó muerte. En este gobierno ha habido más muertos que en el pasado”, declaró.
No encuentro en ninguna de sus palabras difamación o calumnia. Diría, incluso que se quedó corta. Porque no solamente es la militarización de la seguridad, es también la opacidad con la que se manejan los recursos públicos, la escandalosa violación al medio ambiente por el capricho del Tren Maya o la refinería dúplex labial. Qué decir de cómo los hijos del caudillo se han vuelto millonarios con sus “empresas cervecera y chocolatera” y cómo los hermanos, las primas y los amigos reciben dinero para “la causa”, como lo reconoce el que el 16 de septiembre defenestrará a los gobiernos de Estados Unidos y Canadá por tratar de “someter la soberanía nacional”.
Ante las palabras de la congresista su par, Héctor Vasconcelos, decidió utilizar el micrófono de la Cámara de Senadores para proponer que todos los legisladores -supongo que, de Morena, del PVEM, del PES y del PT- se sumen a una demanda penal por calumnias, difamaciones y daño moral contra el presidente.
Esto es, no se puede hablar con y de la verdad porque se injuria a su serenísima.
¿En qué país vivimos?
Somos ciudadanos libres, no esclavos; gozamos de derechos políticos, no somos criminales sentencias que los hayamos perdido; conformamos una sociedad plural protegida por la Constitución, las Leyes que de ella emanan.
Si pensar y hablar diferente a quien presume de ser juarista, maderista, cardenista y, claro, echeverrista, entonces los mundos son paralelos: el de libertad y el de dictadura.
El señor Vasconcelos, cuyo nombre se llegó a mencionar para ocupar la cartera de Relaciones Exteriores, probablemente no haya presentado una sola iniciativa y su presencia en el Senado es poco menos que cero a la izquierda.
Al revisar su currículum para entender la razón que le permitió ser el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, que quedé sorprendido. No es diplomático de carrera. Según Wikipedia, este fue su paso por el mundo global: coordinador general de Asuntos Especiales en la cancillería mexicana, Cónsul de México en Boston y Embajador de México en Dinamarca, Noruega e Islandia. Sus nombramientos dentro del cuerpo diplomático corresponden a personal temporal (art. 7 de la Ley del Servicio Exterior Mexicano) por lo que no es diplomático de carrera.
Tenía la idea de que la alcurnia lo acompañaría toda su vida, por ser hijo de un grande entre los grandes mexicanos: José Vasconcelos. impresión que, con su actuar, se diluye.
Es un congresista disciplinado al “mando superior” y no aporta nada al liberalismo juarista. Quizá la educación que recibió en universidades extranjeras o haber sido cobijado con pañales de seda, lo llevan a ignorar el artículo 61 de la Constitución.
¿De verdad no sabe que el derecho constitucional que tienen los legisladores a expresarse, es inviolable?
Una raya más al tigre de la ignorancia o la soberbia de los morenistas.
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