Galaxia Política
*Chocar con EU y Canadá, Riesgo Para la Economía
*Avanzan Violencia e Inflación y Caen Agroalimentos
JESÚS MICHEL NARVÁEZ
México está como castillo de naipes al que le quitan una carta y comienza a moverse hasta desaparecer y el presidente sale con un chistorete que a nadie hizo sonreír: ¡uy, que miedo!
Incomprensible, es lo menos que se puede decir, del comportamiento presidencial.
Lleva más de un año -mayo del 2021- intentando eliminar a los generadores de energías limpias del sector privado. Nacional e internacional. Fracasó con su reforma eléctrica y la Ley de la Industria Eléctrica no suple a la Constitución. Por ello, las inconformidades en contra de las decisiones del a secretaria de Energía, Rocío Nahle, siempre obedeciendo órdenes del huésped temporal de Palacio Nacional, son combatidas a través de amparos que otorgan jueces federales, quienes están obligados a otorgar la protección de la justicia federal por violaciones flagrantes.
Al confirmarse lo esperado -el reclamo de Estados Unidos sustentado en violaciones al T-MEC-, la respuesta del Gobierno mexicano fue burlarse y colocar en el púlpito guinda una nota del exsubsecretario para América del Norte, Jesús Seade, en la que afirma que no se viola ningún capítulo del acuerdo comercial.
A la petición de iniciar el diálogo entre las partes para llegar a acuerdos en 75 días y no alcanzarse, se pedirá la instalación de paneles en los que se discutan las sanciones, se sumó Canadá.
Si en los próximos 75 días no hay solución a la controversia Estado a Estado, lo probable y casi seguro es la imposición de aranceles a todas las exportaciones mexicanas a Estados Unidos. De Canadá no se conoce que medidas aplicaría.
Un problema de gran envergadura que podría dañar más la endeble economía mexicana, cuya actividad comercial con Estados Unidos le ha permitido no llegar al fondo, aunque ha estado a milímetros de tocarlo.
En la semana pasada privó el choque entre el Gobierno de Washington y el de México.
Primero, la captura del criminal Rafael Caro Quintero -a quien el presidente llama “señor Quintero”-, rompió lanzas por la participación de la DEA acompañando a las fuerzas especiales de Marina. No fue un rumor. Se trató de una confirmación firmada por la administradora de la agencia antidrogas estadounidense, Anne Milgram y cuando menos 10 declaraciones de agentes y exagentes que estaban estacionados en México hasta la clausura de la oficina instalada en el país. Andrés Manuel López negó de manera rotunda que la DEA haya participado en la aprehensión.
Rechazó que la vicepresidenta Kamala Harris le haya planteado la urgencia de atrapar al criminal. Desvaneció toda posibilidad de haber negociado el tema con Joe Biden.
Segundo, los desmentidos confluyeron con el cumplimiento del anuncio realizado por dos poderosas mujeres en el gobierno de Estados Unidos: Jennifer Granholm, secretaria de Energía y Katherine Tai, representante comercial.
Y en lugar de atender con la cortesía y diplomacia de un Jefe de Estado -no bananero-, el mexicano sacó el pecho tricolor y se envolvió en el nacionalismo que, aún si tuviera razón, no está por encima de la Constitución.
Mientras esos dos temas acapararon la atención de los medios, de los sectores comercial, industrial y financiero, la violencia se mantuvo en todo lo alto y los homicidios dolosos junto con los feminicidios registraron incrementos en el reporte mensual de la semana pasada.
El Covid-19 avanza sin que al subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell se le mueva un músculo del rostro. Y quien dice ser su jefe, Jorge Alcocer, hace lo propio con la exigencia de los pasantes de medicina para que les brinden seguridad mientras desarrollan su servicio social.
Por supuesto, la inflación galopa en Pegaso y el presidente omite abordar el tema.
Su prioridad está en el Tren Maya y osó declarar la obra “de seguridad nacional”, con lo cual desacata una suspensión definitiva otorgada por un juez federal para frenar los trabajos en el tramo 5.
Los observadores financieros estiman que la inflación no cederá y llegará a dos dígitos antes de finalizar el año. La medida del Banco de México -siguiendo la línea de la Reserva Federal de Estados Unidos- de incrementar las tasas de interés para lograr la estabilidad monetaria y evitar la fuga de capitales, trae por consecuencia elevación en el costo de los créditos y, en especial, hipotecas y tarjetas, con lo cual se disminuye el flujo en adquisiciones y frena el crecimiento económico, de por sí magro.
Impide la apertura de nuevas empresas con lo cual cae la creación de empleos; el sector inmobiliario se frena, los bancos exigen garantías para otorgar préstamos y los consorcios ajustan su planta laboral.
A pesar de la inflación, el Gobierno federal mantiene el desarrollo de sus obras insignias y deja de lado la atención fundamental de impulsar el desarrollo agropecuario.
Es más importante, desde la óptica autocrática del presidente López, llevar “desarrollo con un tren turístico” -que será para fifís por el alto costo del boleto- al Sureste, que apoyar a productores de maíz, frijol, arroz, pollo, huevo, carne, hortalizas etcétera.
Como remate de la semana pasada, los trabajadores de Teléfonos de México, liderados por Francisco Hernández Juárez -otro de los fósiles dirigentes-, estallaron la huelga. Hacía 37 años que no se registraba una. Los telefonistas aducen violaciones al contrato colectivo de parte de América Móvil (Telcel) y el congelamiento de casi 2 mil plazas.
Lo dicho comendador: el país se desmorona cual castillo de naipes.