Ante la Muerte de los Expresidentes

*Todos y Cada uno de los Presidentes de México Actuaron 

Conforme a lo que Pensaron era Mejor

*Incluyeron Decisiones Acertadas e Incomprendidas en su

Momento; ¿Tenían la Razón?

*En Ocasiones Tomaron la Menos Mala de las Opciones 

Exploradas y Decidieron ¿Bien o mal?

EZEQUIEL GAYTÁN

Con el fallecimiento del expresidente Luis Echeverría Álvarez muchos colegas escribieron acerca de su gestión, su personalidad y su desempeño en el contexto internacional, por citar algunos temas. Fue presidente de México hace apenas cincuenta años y soy de la opinión de que aún es poco el tiempo que necesita la historia para juzgarlo a él y a su administración. En fin, sus claroscuros, controversias, paradojas y estilo personal fueron y serán objeto de estudio y agudas críticas.

Cuando llegue el día del último viaje de los expresidentes que aún viven ¿qué vamos a escribir de ellos? Me queda claro que la historia cada vez que se estudia es reinterpretada, además la ideología influye en la visión y habremos de hacer notar fobias y filias acerca de los ex. Habrá quienes aplaudan la gestión de algunos y quien los repruebe. En lo personal no he tratado a ninguno de ellos, aunque en calidad de mexicano viví, me beneficié y padecí con algunas de sus decisiones.

Sostengo que todos y cada uno de ellos intentaron en la mayoría de los casos hacer lo mejor que pudieron y, conociendo la vanidad de la clase política, estoy seguro de que todos desean pasar a la historia como grandes próceres en favor de la nación. Cada presidente intentó en lo general ser un patriota, pero no siempre lo fueron. Deduzco que no todas sus decisiones estuvieron envueltas en el lábaro patrio, pues con el transcurso del tiempo podemos concluir que en ocasiones decidieron en favor de un amigo o de un grupo o de un socio o de su partido o de algún interés personal particular o familiar con lo cual dañaron y torcieron la rectitud a la que los obligaba su investidura. 

La neutralidad y objetividad mediante la cual estuvieron obligados a actuar los presidentes la pongo en duda en algunos casos porque hoy sabemos de las consecuencias de sus decisiones. Obviamente que no siempre fueron parciales, ya que es claro que en algunas ocasiones cargaron los dados y se alejaron del apego a la fría imparcialidad legal y administrativa. Pudo en ellos más el interés subjetivo sabiendo que no estaban haciendo correctamente lo correcto. Seguramente también todos enfrentaron problemas en los cuales decidieron convencidos de que su resolución era la adecuada, pero fueron engañados por algunos de sus colaboradores. Aún más, muy posiblemente enfrentaron decisiones en las cuales tuvieron que inclinarse por la menos mala de las opciones. También afrontaron situaciones presionados por gobiernos extranjeros o por motivos predominantemente económicos, léase al amparo de una política de finanzas públicas sanas, en detrimento de los salarios, por decir un ejemplo. Es fácil concluir que algunos presidentes se inclinaron por heredar el problema al siguiente y simplemente se dedicaron a administrarlo, pero no a solucionarlo. Incluso sabemos que hubo momentos en que tomaron la decisión correcta, pero la implementaron mal. Me queda claro que en algunos casos decidieron acertadamente, aunque incomprendida en su momento. También hay situaciones en las cuales se inclinaron por lo adecuado, pero sus sucesores, por intereses de grupo o ideología detuvieron y falsearon el contexto de la disposición.  

Las circunstancias políticas, económicas y sociales que han enfrentado nuestros presidentes, incluyendo al actual, en ocasiones los han rebasado y – por motivos de imagen y de la investidura presidencial – tiene que mostrar y demostrar que han conducido el timón con firmeza. Lo cual se aprecia, además, en los jefes de Estado de todo el mundo. 

Lo interesante es que desde afuera de las oficinas gubernamentales juzgamos la obra de nuestros mandatarios durante y después de su gestión sin tener claro todo el contexto ni la información que ellos tuvieron. Lo sabemos y, sin embargo, los criticamos e incluso juzgamos. Es cierto que no ha de ser fácil ponernos en los zapatos de los gobernantes, pero ellos decidieron asumir la responsabilidad política e histórica. La cual lleva la aceptación tácita de que sus decisiones y acciones serán objeto de crítica social. 

Puede ser que no conozcamos los detalles del problema o que ignoremos los compromisos que en su calidad de candidatos asumieron con los grupos de presión y de interés. Tal vez ahí encontremos argumentos por los cuales los presidentes deciden lo que deciden en muchas ocasiones. Para algunos mandatarios somos una bola de ignorantes que no entendemos los grandes problemas nacionales. Tal vez sea lo contario y ellos están encerrados en el mundo de sus compromisos y necesitan buscar excusas, justificaciones y chivos expiatorios a fin de ser absueltos por la historia.  

El periodismo crítico no va a desaparecer por el hecho de no estar plenamente enterados de las circunstancias por las cuales los responsables de la conducción del país decidieron acerca de algún rumbo y no de otro. Ellos estuvieron y están obligados a conducir su gobierno de manera abierta, transparente y rendir cuentas. Tal vez así la crítica sea más objetiva y los historiadores dentro de cien años tengan mejores argumentos a fin de escribir en los anales las razones por las cuales orientaron el rumbo del país. Mientras tanto seguiremos redactando artículos editoriales acerca de la obra de nuestros presidentes y sus claroscuros. Incluso en el día de su último viaje.

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