Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
¡Benditas redes sociales!
Gracias a Twitter por mostrarnos cómo lo utiliza el huésped temporal de Palacio Nacional.
Eran las 14 horas. Si, cuando el sol brillaba intensamente, los reclamos sociales se incrementaban, la inflación mantenía el galope, el Banco de México subía la tasa de referencia y ahora el dinero costará 7.75 más que hace un año y el gobernante estaba uniformado… de beisbolista.
El país en crisis: la economía no crece, la población registra temor por el rebrote del Covid-19, la violencia no cede, el desempleo está presente, la contaminación se estanca, los militares anuncian un centro gerontológico para los militares viejos y será construido en el Campo Militar Número 1 -a ver cuántos cadáveres encuentran- y el Capitolio hace publicar el mapa que demuestra la presencia del crimen organizado y el narcotráfico.
Nada de eso impide abandonar las funciones presidenciales, en horas laborales, para encabezar el juego de beisbol contra el equipo del IMSS. Al director de la institución le importa más “competir” con el presidente que contar con medicamentos para los derechohabientes que, hay que decirlo, las pagan con sus cuotas y no les regalan nada.
En la cuenta personal -no se ubica la identificación de @andresmanuel_-el presidente difundió dos videos en los que, oh sorpresa, aparece en unirme y con el número UNO en la espalda.
Sonriente, con el prominente abdomen casi, casi al aire, toca la bola e impulsa al corredor.
Eso sí, tiene clase para pararse en la caja de bateo. Y buen swing, aunque con poca pólvora para llevar la esférica fuera del terreno de juego.
¿Qué pensarán los oaxaqueños afectados por la fuerza de Agatha?
Aunque en el discurso se diga que se acelerarán las entregas de recursos a quienes perdieron casi todo, solo salvaron la vida, la ayuda, el apoyo, no ha llegado.
¿Qué dirán las 123 mil familias que perdieron a un ser querido por la violencia generalizada que se vive en el país?
Aunque la crítica arrecie, al presidente le fascina escuchar del ampáyer central la clásica orden: ¡¡Play ball!
El solo arranque del partido, lo deja satisfecho, aunque prefiera las tlayudas.
Al presidente le encantan las contradicciones. Les dice a las corcholatas que trabajen 16 horas, duerman 5 y utilicen tres para clavar el diente. Los domingos están autorizados para hacer campaña y que la gente los conozca. Sin embargo, no aplica la regla aquella de que el buen juez por su casa comienza.
A las 14 horas ¿no debería estar trabajando?
Claro, ser el presidente le permite romper sus propias reglas y dedicar al bateo libre, pensar la jugada -porque dudo que le haga caso al manager- y dar órdenes a los corredores o bien a los que cuidan jardines y el cuadro.
Encabezar el monólogo de las mañaneras, no es trabajo.
Inaugurar obras, tampoco.
¿A qué hora desquita el salario que cobra?
Es pregunta.
El beisbol es más importante que atender los problemas del país.
¿Y por qué me sorprendo?