Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Nadie lo mencionó. Ah, estar en el “universo alterno”, todo se permite.
Ernesto Zedillo Ponce de León, no fue impuesto por Carlos Salinas de Gortari. Todo lo contrario. Con el artero asesinato de Luis Donaldo Colosio, el entonces presidente se quedó con 2 cartas para jugar y ganar. Tenía 2 reyes: Zedillo, en ese momento coordinador de la campaña y Fernando Ortiz Arana, dirigente nacional del PRI… bueno había otra en la baraja, pero era un “patito” con el que hubiera perdido la partida: Manuel Camacho Solís, comisionado para la Paz en Chiapas.
La ley es clara: ningún servidor público, del nivel que fuere, puede ser candidato si no renuncia al cargo que desempeña 6 meses antes de la elección. Salinas no tenía más opciones: Zedillo u Ortiz.
Optó por el primero por una razón de peso financiero: es economista y gozaba, goza, de buena fama.
Al volver al tiempo presente surge una declaración del expresidente sobre los gobiernos populistas ineptos que multiplican en América Latina y muestra su preocupación por ello.
No mencionó un solo nombre. Pudo haberse referido a Alberto Fernández (Argentina), Nicolás Maduro (Venezuela), Pedro Castillo (Perú), Jair Bolsonaro (Brasil), Daniel Ortega (Nicaragua) y Andrés Manuel López… quizá a otros. Sin embargo, y aun cuando su lenguaje fue ríspido, cuidó de no meterse en “honduras para no llegar a guatepeor”.
Al presidente López le caló. Sin razón alguna para abordar el tema “se puso el saco” y arremetió contra el expresidente quien por cierto al igual que Salinas, jamás cobró la pensión fijada por Miguel de la Madrid.
Sacó a relucir el Fobaproa, la venta e los ferrocarriles, la masacre de Acteal, asunto en el que no ahondó, y preguntó ¿quién es Zedillo?
No ocultó su irritación. Habría que recordar la negativa permanente de ser un presidente populista. Su filosofía es exterminar el neoliberalismo, sepultar bajo concreto hidráulico y a 100 metros de profundidad, la corrupción, descubrir a sus adversarios y, por supuesto, atender a los pobres. Eso, desde su óptica, no lo hace populista sino un presidente con sentido social.
Es evidente que sus programas sociales no han dado los resultados esperados. Y ya comienza a convencer a la gente de que “seis años son pocos” para transformar al país.
¿Por qué se puso el chaleco, el saco y el abrigo si su nombre no fue mencionado?
¡Porque es un populista!
Así de sencillo.
Y permítaseme abordar otro asunto: AIFA… Para Fifís.
Después de dos semanas de tiroteos constantes por la falta de vialidades que conduzcan al destino del nuevo aeródromo, surgió la “excelente noticia”: Habrá helicópteros en funciones de taxis aéreos para llegar. Partirán de Polanco.
Con eso, como dice el presidente, los depositaran en sus departamentos. (Quizá con el vuelo de regreso… de ida tendría que ser cerca de la zona de Check-in).
“Casi los van a bajar en sus departamentos, de su departamento al aeropuerto”, explica.
Y el general Luis Cresencio Sandoval, que no es piloto aviador, afirma que “el movimiento de los helicópteros dentro de lo que es el aeropuerto no se interfiere, los accesos de salidas de los helicópteros, la ubicación que se le puso a la base está diseñada para que no interfiera con el aterrizaje y despegue de lo que es la operación normal del aeropuerto como van a poder llegar a cualquier hora y salir a cualquier hora, dependiendo del requerimiento que tenga el pasajero”.
¿Y cuánto costará trasladarse de Polanco a Santa Lucía?
No hay tarifa publicada. Debe ser, empero, algo así como 5 mil pesos por persona.
Hay que imaginar el costo del vuelo del AIFA hacia Acapulco y parece que sumados serán mayores que volar en business class.
Con estos servicios el AIFA no será un aeropuerto popular.
Será para los fifís, conservadores, neoliberales. Porque a los clasemedieros aspiracionistas no les alcanza.
Un presidente populista, presuntamente de izquierda, con un aeropuerto para ricos, muy ricos.
¡Cuánta congruencia!
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