Por Jesús Michel Narváez
Seguramente el señor Emilio Lozoya cuenta con un staff de abogados de súper talento.
De otra manera no se explicaría que en menos de una semana el exdirector de Pemex haya logrado dos victorias que podrían concederle la libertad a medias… seguiría el proceso en su residencia de Las Lomas la que, por cierto, no ha podido tomar la Fiscalía General de la República.
La primera libertad a medias… la obtuvo por la acusación de haber pagado sobreprecio en la compra de Agronitrogenados. Era algo esperado toda vez que la parte vendedora, Altos Hornos de México encabezada por Alonso Ancira llegó a un acuerdo reparatorio cubriendo los 200 millones de dólares del valor inflado de la empresa adquirida por Pemex. No parecía tener lógica jurídica que si la imputación era por dinero pagado en demasía y si éste se recuperaba a Lozoya le tocara prisión hasta por 39 años.
La segunda, el caso de los sobornos repartidos por Odebrecht y que presuntamente sumaron 10.9 millones de dólares que fueron a parar a la “campaña presidencial de Enrique Peña Nieto”, tiene sus asegunes.
Es un segundo raund que gana el exfuncionario y todo indicaría que durante la audiencia que se llevará a cabo hoy a las 13 horas, habrá la orden de que se libere y se le coloque un brazalete -para maldita cosa sirvió en el pasado reciente- para que siga el proceso en prisión domiciliaria.
Por supuesto, las partes acusadoras: Fiscalía General de la República y Unidad de Inteligencia Financiera apelaron las dos decisiones judiciales. Aún no hay respuesta de los Colegiados. En una tarjeta informativa de la Secretaría de Hacienda, se precisa que la UIF, ahora con Pablo Gómez Álvarez al frente,) anunció que promoverá un amparo en contra de la decisión del Tercer Tribunal Unitario Penal de la Ciudad de México que preside la magistrada Isabel Porras Odriozola.
Ello es lo que hace suponer que los abogados del exdirector de Pemex son unas chuchas cuereras y, sin apoyo de los influyentes integrantes del Poder Judicial de la Federación, han demostrado que su cliente tiene derecho a la prisión domiciliaria, algo que no se le concede a cualquier. Y menos habiendo dejado de ser “testigo colaborador”.
A Lozoya se le vino el mundo encima por no soportar más el encierro y por las ganas de cenar pato laqueado. Dos meses en prisión y está próximo a dejar el Reclusorio Norte.
¿Qué elementos tuvo el juez de control que lo encerró?
Algo no huele bien en tres acciones: la de quitarle la prisión preventiva, la de revocar la detención por el caso Agronitrogenados y ahora la de Odebrecht.
¿Acaso en las declaraciones como testigo colaborador la FGR encontró el camino de la verdad?
Como se le quiera mirar, el exfuncionario podría cenar pato pekinés esta noche… pero en si casa.
Dejará de padecer los fríos inclementes, los olores nauseabundos y los rostros duros de los que formaban parte de sus “compañeros” de reclusorio.
Esperaremos la resolución de este día y entonces conoceremos los argumentos que lo liberan o lo mantienen en prisión.
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