Por Jesús Michel Narváez
El solo anuncio de que en la semana estarán “todos” -¿en serio?- los aspirantes a convertirse en secretario general del sindicato de los petroleros, es una acción destinada a terminar con la autonomía sindical.
¿Qué se pretende al invitarlos al monólogo presidencial matutino?
El gobierno federal dio el primer paso para invalidar la mala, corrupta e inútil autonomía sindical, pero al fin y al cabo así lo establece la Constitución y la Ley Federal del Trabajo, cuando la secretaria de Trabajo, Luisa María Alcalde Luján, hija de la presidenta del Consejo Político Nacional de Morena y del abogado laboral Arturo Alcalde Justiniani, ordenó el recuento de los trabajadores de la GM en Silao y logró su objetivo: que el contrato colectivo se lo quitarán a la CTM.
Hoy, después de realizar el “Quinazo” de la 4t el correr a Carlos Romero Deschamps, quien ejercía el sexto periodo como dirigente que, de haberlo terminado, habría sumado 26 años al frente del poderoso organismo, y ahora está la lucha por el cargo y por ello el presidente López “invito” a todos los aspirantes para que asistan a la mañanera.
¿A qué irán?¿a ser invitados de piedra?… ¿a hablar pestes de los trabajadores que dicen representarán?¿a denunciar la corrupción existente?…
No se sabe. El presidente tiene la costumbre de invitar a diversos personajes a los que deja sentados y no les permite tomar el micrófono del púlpito presidencial.
Podría entenderse que al gobierno le interese manejar el sindicato, poner a un títere que baile cuando se lo ordenen. Sin embargo, el contrato colectivo entre Pemex y el Sindicato establece las reglas de respeto, por parte de la empresa, a la autonomía sindical.
Si la intención es controlar al poderoso sindicado solamente por ser de una entidad del Estado, habría que preguntar si hará lo mismo con el sindicado del ISSSTE, del IMSS, de Agricultura, de Salud etcétera.
Ahora si se trata de “limpiar” el sindicalismo y cambiarlo para hacerlo democrático, habría que comenzar por los dirigentes de Teléfonos de México -Francisco Hernández Juárez-, de la UNAM -Agustín Rodriguez-, de Ferrocarriles -Víctor Flores- o de la CE – Víctor Fuentes del Villar- solamente por citar a los cuatro que llevan décadas al frente de los organismos en los que representan a miles de trabajadores.
No se justifica que una docena de aspirantes a conducir los destinos del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, fundado en agosto de 1935, tres años antes de la expropiación petrolera, acudan a Palacio Nacional para estar en la mañanera.
Si es la línea que tiene el gobierno, deberá invitar a todos los aspirantes de suceder a los actuales líderes de diferentes organismos del Estado e inclusive del sector privado, porque a final de cuentas los dirigentes sindicales tienen la misma obligación: velar por los intereses de los trabajadores y cuidar las fuentes de empleo.
¿Usted se imagina a los que quieren dirigir el de los petroleros llegar a Palacio Nacional trajeados y bien peinados para aparecer en televisión y al lado del presidente de la República exponer sus ideas que los llevarán a la poderosa posición?
Confieso que mi imaginación no alcanza para eso. Si entiendo, la injerencia gubernamental: quiere controlar todo y presume de ser demócrata.
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