Por Jesús Michel Narváez
Instalar módulos para aplicar las pruebas rápidas que detecten en las personas el contagio de Covid-19, ha sido el detonador para medio conocer la realidad de la pandemia.
Y decir medio conocer, quizá sea mucho. La cantidad de pruebas que se realizan no son ni siquiera la centésima parte de lo que se requiere. Por ejemplo, en la Ciudad de México la dotación de pruebas en los módulos oficiales es de 200 por día. Las largas filas de ciudadanos que intentan saber si están en peligro, seguirán alargándose. Además de la escasez reconocida por el conocido Doctor Muerte, el personal asignado no inicia labores a las horas indicadas.
Habría que apuntar que los récords que se están estableciendo cada 24 horas como el del miércoles que llegó a 60 mil 552 contagios, hablan de la velocidad de contagio, por una parte, y por la otra la falta de atención en el tema.
La Jefa de Gobierno de la capital del País está más atenta a ser “vocera oficiosa” de las propuestas y acciones del presidente López que de atender el trabajo que le fue otorgado por los ciudadanos en las elecciones de 2018.
¿Qué diablos tiene que hablar del parlamento abierto sobre la iniciativa de reforma eléctrica?
Su chamba no es legislar en el ámbito federal. No tiene relación con los contratos y cobros que realiza la CFE.
Tampoco es de su ámbito formal lanzarse contra el INE y los 6 consejeros “antidemócratas”.
Su chamba es estar al pendiente de lo que ocurre en la Ciudad de México, de coordinarse con los alcaldes y alcaldesas, aunque sean de oposición, para escuchar los problemas de cada espacio que gobierna cada uno.
Ofrecerle a los capitalinos y visitantes seguridad, reducción de la violencia, mejor transporte, suficientes servicios en limpieza e iluminación de calles. Claro, dirá que las luminarias de las calles secundarias no es su responsabilidad y para atender ese tipo de nimiedades están los y las alcaldesas.
El alarmante crecimiento de contagios, que de una semana a otra pasó de 3 mil y cacho a más de 60 mil, obligaría a cualquier gobierno a tomar medidas de emergencia. Y no porque el presidente diga que el Ómicron no es tan fuerte como Delta, abandonar las medidas sanitarias que, cuando menos, reducen los contagios masivos.
No vemos por ningún lado acciones concretas que supongan están atentos en el gobierno capitalino de lo que sucede a miles de personas cada 24 horas.
Se insiste en privilegiar la economía sobre la salud cuando emparejarlas sería lo sensato.
Ah, como el vecino del lado oriente desdeña todo y dedica sus monólogos mañaneros para “informar” que tal o cual político (a) de oposición tiene una carpeta de investigación abierta o bien utiliza el espacio público para defender a sus consentidos, doña Clau comienza a mirar al pasado para encontrar a quién responsabilizar de su ineficiencia.
Covid-19 no se ha ido y, los científicos, los que sí saben aunque los ninguneen, advierten que seguirá presente por mucho tiempo hasta que de pandemia pase a epidemia y, como la influenza, requiera de vacunas anuales. Por cierto, para la peste que azotó a la CdMx en 2009, no hay antígenos.
¿Qué hace falta?… ¿Qué se saturen los hospitales?… ¿Qué aumenten los fallecimientos?…
Hay que ser responsables en los cargos que el “pueblo bueno” les confiere a quienes gobiernan el país, los estados y el centro neurálgico de la Nación.
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