Por Alberto F. Mena Mallen
Anteriormente a la pandemia, que lleva casi dos años, los deseos de año nuevo se centraban en bajar de peso, que nos aumenten el salario, mucha salud, además para brindar y mantenerse vivos, alegría desbordada para evitar malos momentos y tristezas, entre otros, pero ahora, muchos de los deseos que se tienen son, que se acabe la pandemia, que se combata la inseguridad y la impunidad, que nuestros salarios alcancen más, y que se haga realidad lo de otorgar salud como en Ámsterdam, con lo que no ha podido el actual gobierno, bajo el argumento de que gobiernos anteriores le dejaron un desastre.
Además de las consabidos deseos de navidad y de año nuevo, que son el que te llegue más dinero, amor, felicidad y alegrías, que tus problemas se resuelvan, que bajes de peso, que Diosito nos dé más vida y años para disfrutar, que no se mueran tus familiares, que tus emociones y sentimientos alcancen para todo y todos, que recibas muchos abrazos, que te traigan buenos regalos que siempre deseaste, que haya suficiente comida para todo el año, que no quedes desempleado, que no cuelgues los tenis, que tus jefes no sean gruñones, en fin, algo así se pide cada año.
Ahora, la pandemia y el actual gobierno que quiere cambiarnos a fregadazos, sin un plan que remedie muchos asuntos que no quedan claros, deseamos que nuestro México querido no caiga en un precipicio económico, de salud y laboral que muchos “fifis” auguran porque la realidad así lo señala, mientras que los aduladores de la 4T quieren que siga esta administración por los apoyos económicos que brinda a muchos sectores de la población, que por décadas han estado desprotegidos por parte de los gobiernos pasados. Les da un pescado y no los enseña a pescar.
Mientras el presidente continúa con sus mensajes positivos, de que todo va bien, de que pronto saldremos de los problemas que padecemos, de que la pandemia está por terminar, de que el Omicron no es grave, pero más contagioso que la Delta, la reiterada revocación de mandato, que está presente en boca, particularmente de muchos chairos, se puede considerar de positiva y es bueno que se implemente, pero no como la están manejando los morenistas, que quieren una ratificación del presidente de la República que les dé más elementos para avanzar en el maltrato a miles de mexicanos que no comulgan con la transformación que se pretende, particularmente porque, quieren comenzar de cero, lo que genera reacciones de la población.
Este ejercicio deberá utilizarse cuando las condiciones lo permitan, pero ajustando las leyes para que no se contradigan, como sucede actualmente. Si la aprobación del primer mandatario es alta, porque se quiere realizar esta consulta participativa, sobre todo cuando la constitución establece que el presidente debe cumplir un mandato, ahora de casi seis años, lo que contrasta con la ley aprobada por el Congreso; un deseo más es que se respeten las leyes, las normas que se han construido con los años.
Se desea que haya mejor organización, disciplina presupuestal y no exagerar en la austeridad que lesiona a muchos mexicanos, no solo a los que no simpatizan con el actual gobierno, sino a todos, el que manifestó que en caso de corrupción se castigaría, pero no darle manazo a los organismos en los que se detectó malos manejos.
Y no se diga del centralismo y la opacidad en el manejo de los recursos públicos, así como de la transparencia de la información, que se prefiere ocultar a que se siga criticando a este gobierno, que quiere cumplir sus propósitos a como de lugar, cuando una transformación no se da en seis años, sino que lleva tiempo como sucede con los grandes cambios en un país. Y lo demuestra la historia, a la que es muy devoto el presidente López Obrador.
La tan citada corrupción, no ha comenzado en casa de los que gobiernan, pero si, se va contra quienes critican o exhiben los malos manejos, ya que hasta la fecha son pocos los que están en procesos judiciales y quienes deben de ser investigados, cuentan con la gracia del señor de palacio nacional, lo que ha generado uno más de los malestares que crecen día a día y ello se nota con el derribo de la estatua que se erigió al presidente en Atlacomulco, Estado de México. Claro, se puede culpar a los seguidores de los partidos políticos, ya que Morena perdió el municipio y lo ganaron el PRI-PAN-PRD, aunque también se le puede achacar a la división de la población que ha generado el propio presidente.
Otro ejemplo es el del desabasto de medicamentos, donde los responsables de su compra hicieron un fallido intento en la misma, lo que provocó que falten medicinas en hospitales, debido a la improvisación y al obscurantismo que se maneja, aparte de que los costos se elevaron considerablemente, cuando se informó y se argumentó que querían ahorrar en su compra consolidada.
También, a más de dos años de que el gobierno extirpó el sistema de compra consolidada de medicamentos del IMSS como parte de su plan anticorrupción, el saldo se resume en un aumento de adjudicaciones directas, falta de transparencia en las compras, procedimientos de compra incompletos y a destiempo, así como una propuesta desesperada para resolver la distribución de medicamentos liderada por una empresa paraestatal con un pasado irregular y sin un programa piloto.
Respecto a la violencia, queremos los mexicanos, que ésta disminuya, un compromiso de campaña que no se ha cumplido en tres años, ya que se pretende atacar este flagelo con “abrazos y no balazos”, lo que no ha dado resultados hasta la fecha y el hecho de que no se puede atacar la violencia con más violencia, como en otros programas, debió hacerse un plan B para atacarla, pero se prefirió usar un solo camino, el que no se puede andar sin peligros.
Deseamos de corazón que el presidente deje de seguir el “todo o nada”, ya que ha perjudicado al país y a sus compatriotas, lo que hasta la fecha no ve, ni oye, pero si prefiere hablar cada mañana de lo bien que ha hecho su trabajo y de que México está mejor que antes. Los hechos demostrarán lo contrario